Es indudable que la maternidad y todo lo que la rodea es para muchos, sinónimo de felicidad y alegría para la pareja, la mujer y el entorno. Asimismo, sabemos que en la actualidad la mujer ocupa un lugar cada vez más preponderante en el mundo laboral. Esta realidad está en todos los órdenes y en todos los niveles de nuestra sociedad. Ello ha traído como consecuencia cambios en muchos aspectos de su vida y el de más alto impacto es en el embarazo.
En ocasiones, la mujer, en su afán de progreso, en pos de mejorar su escala social, económica, profesional, ha ido desplazando su deseo de lograr un embarazo a edades cada vez más tardías. En otros casos la situación es inversa: maternidades en edades muy tempranas llevan a la mujer a buscar empleos, muchas veces agotadores, para sostener ese hogar en crecimiento.
Las consecuencias de una maternidad en la adolescencia van desde las psicológicas y sociales a las físicas, todas con impacto en su futura calidad de vida tanto para la mujer como para su bebé. La madre-niña, con embarazos de alto riesgo (enfermedades maternas y fetales), no deseados, abandono escolar, desnutrición, malnutrición, cargas horarias laborales tanto dentro como fuera del hogar, situaciones que muchas veces llevan a hechos más comprometedores, como son la violencia, las adicciones y el abuso.
En las edades más avanzadas, la postergación de la maternidad por su trabajo, también trae consecuencias psíquicas, sociales y físicas, y también impactan en la mujer. Dificultad en el logro del embarazo (por disminución de la fertilidad a medida que avanzan los años) y que muchas veces deben realizar tratamiento para ese logro, embarazos de alto riesgo (se despiertan algunas enfermedades como diabetes, hipertensión, hipotiroidismo, etc.), aumento de las probabilidades de malformaciones congénitas o de síndromes en el feto. Otros inconvenientes son que esas mujeres que fueron independientes se encuentran en situaciones de reposo, en salas de espera de múltiples profesionales para la atención de su embarazo, problemas con sus compañeros de trabajo o con su jefe, entre otros.
En todas las edades, cuando las mujeres se embarazan, si bien están en una determinada situación fisiológica (para eso el cuerpo está preparado), están en una situación distinta. El cuerpo de la mujer cambia a un ritmo vertiginoso, sino fijémonos en estos detalles: en sólo 9 meses aumenta de volumen y de peso (9 a 15 kg en promedio), el útero pasa desde el tamaño de un puño cerrado hasta albergar a un bebé de varios kilos, líquido amniótico y la placenta, la espalda cambia de forma, aparece la anemia fisiológica, los pies se hinchan y no se puede colocar el calzado habitual, dificultades para deambular, acostarse, etc., sin contar el sueño extremo e irregular que provocan las hormonas del embarazo, con la eventual aparición de náuseas y vómitos, etc.
Si a todo este panorama real, le agregamos que tiene una vida laboral tanto dentro como -muchas veces- fuera de la casa, la situación se hace más compleja. Por eso es muy importante saber que no se puede llevar el mismo ritmo y la misma alimentación que cuando no se estaba embarazada.
La alimentación deberá ser lo más completa posible en cuanto a nutrientes, cantidad y número de comidas en el día; el profesional de la salud hará las recomendaciones al respecto.
Sobre el reposo y cambio de ritmo laboral, debe tenerse en cuenta que son muy importantes. Idealmente es aconsejable, a mitad del día (horas de la tarde) descansar una hora y por la noche 8 a 9 horas en situación horizontal. Esto es muy importante para el desarrollo y crecimiento del feto. Si la mujer no cambia su ritmo puede aumentar los riesgos de que aparezcan problemas en su salud y la del bebé. Algunos problemas para la madre son: edemas persistentes en sus miembros, anemias que no se pueden compensar, agotamiento extremo, favorecer la mala alimentación, sobrepeso, etc. Para el bebé algunos de los problemas son: prematurez, bajo peso, poca cantidad de líquido amniótico, etc.
Muchas veces los problemas se pueden resolver suspendiendo la actividad laboral completamente, otras veces se pueden minimizar y otras veces no se producirán muchos cambios porque el reposo que no se tomó en su momento llegó tarde.
A la hora de programar la búsqueda de un embarazo, sobre todo en mujeres que trabajan fuera de la casa, es muy importante, además de la consulta preconcepcional, tener en cuenta todas estas variables, para que no nos surjan sorpresas y conflictos de intereses durante el transcurso de la gestación, y así podamos transcurrir y disfrutar un embarazo en forma plena, con el menor nivel de preocupación posible y por todas deseado.
Ana Espinosa es ginecóloga y obstetra, pertenece a la Asociación de Ginecología y Obstetricia de Bahía Blanca (AGOBB) y es miembro de la Asociación Médica de Bahía Blanca.
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