La ingeniera en Electricidad y Electrónica, Andrea Paula Rossi -actualmente docente en ambas universidades bahienses-, la licenciada en Organización Industrial, Susana Porris, y la agrónoma y doctora en Biología, Mónica Poverene, son exponentes en campos donde fueron o son minorías las mujeres.
Si hablamos de los inicios como estudiantes, las tres coincidieron que la realidad hace veinte años atrás era distinta. Algunas la vivieron en primera persona y otras realmente no sintieron la diferencia, pero sí que existía. No había una conciencia social respecto a la violencia de género que se sufría en estos ámbitos.
“Creo que en la edad de estudiante había una mayor apertura, no lo sentí en ese momento, tal vez porque todavía estaba fuera del mundo adulto”, resaltó una de ellas. En cambio otra sostuvo que durante su cursado escuchaba frases como: “Para que te voy a evaluar si te vas a dedicar a lavar los platos o vienen acá a buscar marido”, así también reconocieron que sufrieron acoso laboral que denunciaron y la solución que le dieron fue la de renunciar.
Estas discriminaciones verbales las padecieron en sus inicios profesionales y celebran el avance hacia una perspectiva igualitaria. Desde sus actuales funciones y desde las experiencias cercanas que conocen, pueden ver que hay un cambio generacional, que existe un trato de igual a igual en una discusión laboral. Asimismo, remarcaron que en algunos rubros todavía predomina el machismo.
Dedicación laboral
Para Mónica Poverene, los desafíos son iguales para todas las personas que hacen ciencia: “Es un trabajo muy absorbente, hay que dedicar mucho tiempo, es muy competitivo y no es contra una persona, sino que estás compitiendo con colegas de todo el mundo del campo científico en el que una se desempeña para estar en primera línea de investigación”.
La disyuntiva que se le presenta a la mujer en la ciencia es que “el éxito depende del tiempo que se le dedica y sobre todo en una cierta etapa de la vida donde tiene que elegir entre criar sus hijos y tener un hogar, que demanda tiempo y en el caso del hombre científico prácticamente se desentiende y relega todo en su pareja”, distinguió.
“El tiempo, ese es el desafío más grande para la mujer, en cuanto a lo demás está tan capacitada como el hombre para la ciencia que depende del trabajo intelectual y en ese sentido no hay diferencia de género y por lo tanto no hay límite para su desarrollo”, reflexionó.
Por su parte, Andrea Paula Rossi coincidió que los desafíos son iguales para todas las personas porque son intelectuales y en algunos ámbitos, lo que prima es la falta de recursos. “Seguramente en mi opinión hay un peso generacional y de elección de vida personal, porque quien decidió no casarse y no tener hijos y dedicarse a la profesión, seguramente tiene una cabeza distinta. Tal vez en breve no exista más, pero lo que tiene que resignar una mujer para llegar al mismo lugar que el varón actualmente es postergar la maternidad y no sé si biológicamente estamos en igualdad de condiciones, eso no es una cuestión de capacidad intelectual, va más allá de eso”, sentenció.
Por su parte, Susana Porris agregó que a veces tiene que ver con la seguridad personal de la mujer, de sentirse de igual a igual. “Una se tiene que auto convencer de algunas cuestiones para no quedar relegada en espacios de decisiones, es algo intangible y requiere un esfuerzo adicional”. En contrapartida, afirmó que “es muy satisfactorio encontrarse con colegas mujeres, por suerte en las áreas que trabajé se pudieron armar equipos de trabajo y sentir que vamos todas tirando para el mismo lado y seguir haciendo camino en esto”.
En relación con los colegas, las profesionales aseguraron que sienten que con el tiempo compartido ya no existen diferencias de género, que se sienten pares y con la libertad de plantear cuestiones en las que no lo sienten así. “Lo que rescato de la interacción con los varones es la ayuda que fue para mí a ser más pragmática, a simplificar la resolución de problemas y por parte de ellos, algunos me dijeron que contribuía mi visión en abanico, como un paraguas que cubre el todo”, apuntó Rossi. “Porque somos diferentes, somos capaces en igualdad de condiciones de desempeñar un determinado tipo de trabajo, pero vemos las cosas de manera diferente”, definió.
Si bien, las tres profesionales destacaron la evolución de los últimos años respecto a la igualdad de condiciones en cada uno de los ámbitos de la vida. Susana Porris recordó que hay diversas promociones a nivel nacional e internacional para incrementar el interés en el mundo femenino por las carreras de ciencia y tecnología. “En el análisis que hicimos de los datos de ingreso de estudiantes por género en los últimos diez años para las carreras de pregrado y grado en la UTN, la proporción de mujeres se mantuvo invariable prácticamente en un 21%”, detalló.
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