I
Nosotras paramos.
Contra los que nos quieren parar. Mientras transcurría el 31 Encuentro Nacional
de Mujeres, violaban y asesinaban a Lucía en Mar del Plata. Un año antes,
habíamos sido reprimidas en esa ciudad, como este año en Rosario.
Nosotras paramos.
Para que no nos paren con su pedagogía criminal. Para hacer pedagogía nosotras,
porque juntas vamos a construir una sociedad sin machismo. Porque libertad
implica desmontar definitivamente el patriarcado.
Nosotras paramos. Porque nos duele y nos indigna que en este mes de octubre ya
se cuenten 19 muertas. Paramos porque para detener a la violencia femicida
necesitamos plantarnos desde la autonomía de nuestras decisiones y esto no es
posible mientras el aborto no sea legal, seguro y gratuito para todas. Mientras
las variables económicas sigan reproduciendo la violencia machista: porque
nuestras jornadas laborales son dos horas más largas que las de los varones,
porque las tareas de cuidado y reproductivas caen sobre nuestras espaldas y no
tienen valor en el mercado de trabajo.
Porque la desocupación crece dos puntos cuando se habla de mujeres, porque la
brecha salarial es, en promedio, de un 27 por ciento. Es decir, que a igual
trabajo, las mujeres ganamos mucho menos que nuestros compañeros.
En un contexto de ajuste, de tarifazos, de incremento de la pobreza y
achicamiento del Estado como el que propone el gobierno de la Alianza
Cambiemos, nosotras nos llevamos la peor parte: la pobreza tiene rostro
femenino y nos coarta la libertad de decir no cuando estamos dentro del círculo
de violencia.
II
Nosotras paramos.
Paramos contra las balas que intentan detener nuestra fuerza. Una fuerza que
crece en encuentros, movilizaciones, debates. Fuerza feminista, fuerza de
mujeres.
Paramos contra el disciplinamiento para todas que implica que Milagro Sala esté
presa por mujer, por indígena, por haberse organizado, por reclamar no sólo los
derechos básicos sino también el derecho de todos y todas a la recreación y la
fiesta. Contra la detención y el procedimiento judicial irregular que mantiene
como rehén a Reina Maraz, migrante quechuahablante, a quien los resortes de una
justicia misógina y colonial han condenado injustamente a cadena perpetua.
Contra las condiciones que una y otra vez hacen de las cárceles de mujeres
espacios donde se amplifican las jerarquías clasistas y racistas. Contra las
formas en que en barrios como el Bajo Flores las adolescentes son asediadas y
desaparecidas durante días, después de ser amenazadas y chantajeadas, pero
también contra el modo en que esos barrios se vuelven cada vez más asfixiantes,
tomados por tramas de economías ilegales que habilitan nuevas y más duras
formas de violencia.
Contra la política retrógrada que inaugura un centro de detención para
migrantes, en un claro retroceso respecto de la legislación vigente.
Paramos tomando la iniciativa. Mostrando capacidad de reacción frente a una
guerra contra las mujeres que se escribe día a día.
Nos movilizamos y nos auto-defendemos. Cuando tocan a una, respondemos todas.
Por eso, hoy 19 de octubre de 2016 #Nosotras paramos.
Somos las amas de casa, las trabajadoras de la economía formal e informal, las
maestras, las cooperativistas, las académicas, las obreras, las desocupadas,
las periodistas, las militantes, las artistas, las madres y las hijas, las
empleadas domésticas, las que te cruzás por la calle, las que salen de la casa,
las que están en el barrio, las que fueron a una fiesta, las que tienen una reunión,
las que andan solas o acompañadas, las que decidimos abortar, las que no, las
que decidimos sobre cómo y con quien vivir nuestra sexualidad. Somos mujeres,
trans, travestis, lesbianas. Somos muchas y del miedo que nos quieren imponer,
y la furia que nos sacan a fuerza de violencias, hacemos sonido, movilización,
grito común: ¡Ni Una Menos! ¡Vivas nos queremos!
III
Nosotras paramos.
Paramos contra los femicidios, que son el punto más alto de una trama de
violencias, que anuda explotación, crueldades y odio a las formas más diversas
de autonomía y vitalidad femeninas, que piensa nuestros cuerpos como cosas a
usar y descartar, a romper y saquear.
La violación y femicidio de Lucía Pérez muestran una línea sostenida contra la
autonomía y capacidad de decisión, acción y elección y deseo de las mujeres.
Lucía fue considerada una cosa a la que hay que darle hasta que aguante y
dejada en una sala de emergencias para hacer creer que había muerto de una
sobredosis, intentó tapar la verdad. No fueron las drogas, fueron los machos.
La violaron y mataron en Mar del Plata horas antes de la represión en la marcha
del final del Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario. La reunión más
transversal y creativa que moviliza identidades y sensibilidades diversas bajo
formas de organización también diversas: colectivos políticos, artísticos,
barriales, sindicales, etc. Todas sumamente políticas: porque la política es la
lucha insistente por la invención de libertades, por la construcción
comunitaria y por la ampliación de derechos.
Como todos los femicidios, el de Lucía también apunta al disciplinamiento de
las mujeres y de todas las personas que se rebelan contra los roles que esta
sociedad defiende a capa y espada: serás lo que supuestamente es normal o no
serás nada. Y no podrás decir NO porque el costo de decir NO será, en el
extremo, la muerte.
De un cautiverio a otro. De un tipo de explotación a otras más cruentas. Entre
las mujeres menores de 30 años, el desempleo es del 22 por ciento. Precariedad
de nuestras vidas. Mujeres convertidas en putas o encarceladas. Trans y
travestis reprimidas a diario en las calles mientras no se les asegura su
derecho a incorporarse en la vida laboral y se les sigue imponiendo la
prostitución como único destino. Mujeres asesinadas por sus parejas o por un
empleado. Abusadas por sus padres o golpeadas por la policía. Estamos viviendo
una temporada de caza. Y el neoliberalismo prueba sus fuerzas sobre nuestros
cuerpos. En cada ciudad y en cada rincón del mundo. No estamos a salvo.
IV
Nosotras paramos.
Porque todas las variables económicas dan cuenta de la violencia machista. Los
femicidios son el resultado de una serie de violencias económicas y sociales,
de pedagogías de la crueldad, de una cultura del “por algo será”, el “algo
habrán hecho” que los permite, los justifica y los avala. No son un problema de
seguridad o inseguridad. Luchar contra esas violencias exige una respuesta
múltiple. Nos implica a todos y a todas, pero sabemos que a los poderes del
Estado y a todas sus instancias (nacional, provincial, municipal), sólo se los
hace actuar bajo presión social, impulsada desde abajo. Por eso estamos aquí
hoy, en todo el país y en varios países a la vez, diciendo #NiUnaMenos,
#VivasNosQueremos.
¿Cómo creamos otro mundo posible si las medidas tendientes a esa transformación
como el Programa de Educación Sexual Integral es desmantelado de a poco o
directamente no se aplica en varias provincias?
¿Cómo se atreven a comparar las pintadas sobre una pared con el asesinato y
tortura a una niña?
¿Cómo nos piden paciencia cuando ganamos un 27 por ciento menos que los hombres
por el mismo trabajo?
¿Cómo quieren que nos cuidemos si al mismo tiempo desde los medios de
comunicación nos dicen que las que nos vamos solas y amanecemos muertas tenemos
la culpa? ¿Cómo quieren que tengamos paciencia si nos sacan la jubilación por
amas de casa y no toman en serio el trabajo que significa cuidar a la familia?
Sí, trabajo. El 76 por ciento de los trabajos no remunerados los hacemos
nosotras. ¿Cómo se atreven a decirnos que nada de esto es tan grave cuando
quitan la capacidad de autonomía económica a miles de mujeres cuando las echan
de sus trabajos, cuando nos bajan los sueldos, cuando nos amenazan con
paritarias cada vez más bajas? ¿Cómo quieren que esperemos cuando nos morimos
por abortos mal hechos y nos encarcelan si vamos al hospital con un aborto
espontáneo? Y así podríamos seguir. Nadie quiere hacerse cargo de estas
preguntas. Y menos quieren pensar respuestas que nos incluyan no sólo como
víctimas, muertas, cosas sino como protagonistas con voz propia. Nosotras sí
queremos insistir, exigir, preguntar, responder, porque no queremos más
víctimas de ningún tipo. Por eso, #NosotrasParamos.
Y este pedido se vuelve regional: Bolivia, Chile, México, Perú, Uruguay, Costa
Rica, Guatemala, El Salvador. En América Latina nos acompañamos entre todas.
Ni Una Menos. Vivas nos queremos.
Buenos Aires, Argentina, 19 de Octubre de 2016
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