©Todos los derechos compartidos

Evaluación
A fin de año surge en uno la necesidad de hacer algún tipo de evaluación, en la línea que he venido reflexionando a lo largo del 2018: la Economía Política. Esta vez, tengo deseos de hacerlo desde las familias a las que más las afectan las consecuencias de las políticas de los gobiernos.
Categoría: Política

A fin de año surge en uno la necesidad de hacer algún tipo de evaluación, en la
línea que he venido reflexionando a lo largo del 2018: la Economía Política.
Esta vez, tengo deseos de hacerlo desde las familias a las que más las afectan
las consecuencias de las políticas de los gobiernos.
Ha sido el 2018 un año que lo comenzamos con la promesa de una inflación entre
el 8 y el 12% -con la aprobación en diciembre del Presupuesto Nacional-, para
pasar a pronosticarse en un 15% anual, en aquella fatídica conferencia de
prensa del 28-12-2017 en la que el Banco Central dejó de lado su autonomía
institucional para ser intervenido por la acción política.
Por aquellos días, el dólar cotizaba a $ 18,90 en el Banco de la Nación
Argentina, y en mis encuentros con familias trabajadoras con las cuales he
compartido históricamente las acciones de mi militancia social, sentía que
todavía había una esperanza a la que aferrarse, lógica de quienes no quieren
hundirse aún más en el nefasto ciclo de pérdida del poder adquisitivo del
salario con achicamiento generalizado en la cobertura de necesidades básicas.
En definitiva, existía la expectativa de mejorar la situación económica
familiar.
Era el momento en que el presidente decía el último día de aquél Año Nuevo que
comenzaba que “logramos que este fin de año nos encuentre mejor que el año
pasado y estoy seguro de que el próximo (2018) va a ser aún mejor. Eso nos va a
confirmar que esto que empezamos juntos va bien, que el esfuerzo vale la pena y
que estamos construyendo esa Argentina que siempre quisimos” (Diario Los Andes,
Mensaje de Fin de Año, 31-12-2017).
¿Por qué no creerle?
Más aún, a los diez minutos de comenzar el 2018 compartió un audio en Facebook
en el cual expresaba: “Pensé mucho en
estos días que vivimos, en estos últimos meses, en este último año. Siento que
fue positivo. Echamos bases
para seguir creciendo y en el 2018 vamos a volver a crecer sobre bases sólidas porque
lo más sólido que tenemos es que nos hemos ido conociendo, nos decimos la
verdad. Lo hacemos juntos poniendo cada uno su granito de arena porque esto es
entre todos, no uno solo, dando lo mejor de sí cada uno y sintiéndonos felices de ser protagonistas,
felices de construir entre todos, de cambiar la historia, de ser los que
cambiamos la Argentina para siempre. Haciendo obras, transformaciones, cambios,
sin miedos porque cambiar es crecer».
Y finalizó: «Vayamos juntos por un gran 2018 para seguir
creciendo juntos. Un abrazo muy grande».
Pero la Economía nos trajo
números catastróficos para finales del 2018. Para muestra, basta señalar estos
diez:
1. La inflación orilló el 48% y en alimentos, servicios públicos y
transporte, superó el 60%.
2. El dólar trepó de 18,90 a 39,50 (un 109%).
3. Los jubilados perdieron 20 puntos de poder adquisitivo, lo que representa
casi 2 jubilaciones mínimas.
4. Salvo honrosas excepciones, todos los trabajadores registrados bajo convenio
perdieron entre 15 y 18 puntos de salario real. Ninguno la empardó.
5. La desocupación se transformó en una cifra de dos dígitos.
6. 1 de cada 3 argentinos es pobre y la mitad de los niños son pobres.
7. La actividad económica cayó 9 meses seguidos.
8. La industria perdió más de 130 mil trabajadores.
9. Se cerraron más de 10 mil micros y pequeñas empresas (a razón de 10 por
día).
10. La deuda externa pasó a ser del 95% del Producto Bruto Interno, es decir
que pasamos a deber un año de la producción total de bienes y servicios.

Y podrían seguir los números…
Lo que muchas veces se duda es cómo la macroeconomía afecta a la
microeconomía, porque parece que van por distintos caminos, como que es algo -la
primera- de los grandes actores económicos y no de los sujetos de carne y hueso
que están al lado nuestro.
Volvamos a mis encuentros con familias trabajadoras con las cuales he
compartido históricamente las acciones de mi militancia social, ahora ya a
fines de 2018.
¿Qué pasó? No tienen la changa o el trabajo estable o no llegan a fin de mes
quienes aún lo detentan; no pueden pagar alquileres, o las tarifas… apenas sí
les alcanza para lo mínimo e indispensable. Se ha roto la solidaridad… muy
pocos pueden ayudar a quienes están en peores condiciones… el tejido social se
resquebraja.
En definitiva, han perdido calidad de vida, y la están pasando mal. Lo que es
peor, han perdido la esperanza en que van a estar mejor en el 2019. A pesar de
repasar los dichos del Presidente en su mensaje navideño por su cuenta de
Instagram: “Después de un año tan difícil como el que tuvimos, (en) esta
Navidad me gustaría darles un abrazo fuerte, largo y silencioso, como a veces
se dan las familias en las Fiestas. Un abrazo para demostrarnos la confianza en
el lazo que nos une. Un abrazo lleno de esperanza, porque estaremos mejor y nos
queremos”.
Ya no le creen. ¿Por qué creerle? Preguntaron con sorna “¿a quiénes se
referirá?” y “¿cuándo “estaremos mejor”?”. Sentí que se había roto la
confianza, porque ya no hay espacio para la recuperación. Y queda todo un año
por delante como para vivirlo sin demasiadas expectativas.
Se me vino a la memoria la frase de Bertolt Brecht para buscarle alguna salida
al momento, ese dramaturgo alemán nacido en 1898 que fue perseguido por el
nazismo: “El peor analfabeto, es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa
de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio
del poroto, del pan, de la carne, del vestido, del zapato y de los remedios,
dependen de decisiones políticas. Es tan burro que se enorgullece y ensancha el
pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace
la prostituta, el niño abandonado y el peor de todos los bandidos: el político
corrupto, mequetrefe y lacayo del Gran capital”.
Porque rearmar la esperanza sigue estando en la política, tanto para transitar
la huella de la producción, el crecimiento, el desarrollo y la distribución
equitativa de la riqueza, tanto para recuperar el trabajo, el salario y la
calidad de vida del pueblo.
¿Se habrá aprendido a tan alto costo? ¿O es tan alto el precio que hay que
pagar, para nada, para seguir creciendo en desigualdad y falta de
oportunidades? El tiempo lo dirá más aún cuando se vea el avance sobre los
sistemas previsionales y laborales.
Suelen ser duras las evaluaciones cuando se baja a la calle, al encuentro de
los trabajadores de a pie que comienzan a tomar conciencia que han votado
contra sus propios intereses necesitando creer en lo que se les dijo en un
debate público, o en campaña, o durante los primeros años de gobierno. Porque
la dignidad duele y no hay más margen para la vida.

facebook
Twitter
Follow
2019-01-30 00:00:00
Etiquetas: Nacionales.
Relacionados
ESTEMOS CONECTADOS
campañas
144 600x600px (1)
137 (1)
adhesiones
adhesion facundo 600x325px (1)
adhesion lopez 600x325px (1)
última Edición
Cooperativa Ecomedios
Nos apoyan
Nosotros
Ecodías es una publicación de distribución gratuita.
©Todos los derechos compartidos.
Registro de propiedad intelectual Nº5329002

Los artículos firmados no reflejan necesariamente la opinión de la editorial.
Agradecemos citar la fuente cuando reproduzcan este material y enviar una copia a la editorial.

> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
Santiago Bussetti y Camila Bussetti
> Colaboradores
Claudio Eberhardt


es un producto de:

Matrícula INAES 40.246. 

Desarrollado por Puro Web Design.

RSS
Follow by Email
Telegram
WhatsApp