El autor citado en la nota anterior, Jeremy Rifkin, comienza la introducción a su libro con este párrafo: “El desempleo en el mundo ha alcanzado su nivel más elevado desde la gran depresión de los años treinta. Más de 800 millones de seres humanos están en la actualidad desempleados o subempleados en el mundo. Esta cifra puede crecer dramáticamente entre hoy y el final de siglo, puesto que millones de recién llegados al mundo laboral se encuentran sin posibilidades de trabajo, muchos de ellos víctimas de la revolución tecnológica que está sustituyendo, a pasos agigantados, a los seres humanos por máquinas en la totalidad de sectores económicos e industriales de nuestra economía global”. Las cifras que maneja el autor corresponden a principios de la década de los noventa, y como él mismo sospecha van a ir en aumento. Hoy, más de diez años después, podemos confirmar sus sospechas.
Había quedado señalado, más arriba, la necesidad de plantear el problema del trabajo, entendido como la oferta de puestos de trabajo dentro del sistema productivo, por el correlato de la necesidad de un ingreso digno para solventar los costos de la vida, individual y familiar. La disminución de los puestos de trabajo es una consecuencia necesaria de la tecnificación de la producción en su etapa informatizada, como fue dicho. Y esto no sucede sólo en el nivel del trabajo manual en las industrias. También puede observarse en todos los puestos del sistema productivo y administrativo. A pesar de que la producción sigue creciendo. Durante los comienzos de la década del ochenta en los Estados Unidos la productividad se incrementaba a un ritmo del 1% anual, pasó luego a un 3% por la incorporación de los nuevos métodos informatizados y por la reestructuración de los puestos de trabajo. Dice Rifkin: “Desde 1979 hasta 1992 la productividad se incrementó en un 35% en el sector secundario mientras que la masa laboral se redujo en un 15 %”.
Quiero subrayar que la pérdida de los puestos de trabajo no es la novedad: lo realmente nuevo es que esta situación no es reversible. Este hecho es el que da nacimiento a la nueva era. Decía recién que los sectores administrativos y los gerenciales también se han visto afectados por estas reducciones, pues nuevas técnicas se han ido incorporando al “managment”, como señala Daniel García Delgado: “Se produce una transformación en la gestión en los últimos años vinculada a la influencia japonesa de sistemas de ‘calidad total’ (participación de los operarios en el diseño, control y calidad de los productos), ‘just in time’ (producción diferenciada, flexible, que elimina costos de mantener stocks); los aportes norteamericanos como ‘reingeniería de procesos’ (distanciamiento de la organización tradicional y de su ideología); la ‘planificación estratégica’ (permanente seguimiento, control y evaluación de los procesos); y la ‘gestión por resultados’ (atención menor a normas y procedimientos y mayor a objetivos y performance). Estas novedades en la gerencia privada y pública achatan las estructuras gerenciales, generan mayor horizontalidad en la gestión, reducen la distancia entre el trabajo intelectual y el físico, generan un aumento constante de la productividad de los gerentes y operarios y, sobre todo racionalizan empleo”. Bien, de esto se trata el mundo laboral dentro del cual se desenvuelve nuestra vida.