Si el
salario es alto, hay que bajarlo para mejorar la competitividad. Si los Fondos
Buitre extorsionan, hay que pagarles…
Qué bueno sería que el Estado no existiera. O que exista como en los noventa
para que represente nada más que a los grupos económicos y nosotros, “el
pueblo”, aceptemos ser presumidores, o sea, presuntos consumidores.
El paraíso de los liberales es un Estado que custodie sus intereses y someta al
pueblo.
La Sociedad Rural y AEA enfatizan en sus declaraciones que sus propuestas son
en beneficio de los trabajadores. Opinamos exactamente lo contrario y tenemos
probanzas a lo largo de 200 años de que las propuesta de ese grupo de
afortunados se hace viable con la condición de poner al Estado contra el
pueblo. Para ellos, si el salario es alto, hay que bajarlo para mejorar la
competitividad; si los Fondos Buitre extorsionan, hay que pagarles.
Cuando capturan al Estado fijan políticas y condiciones que nos condenan a los
sectores populares a perder por goleada.
El sector concentrado está irritado. No quiere que el Estado, alineado con el
pueblo desde 2003, tenga el más mínimo control sobre nada ¿Cuál sería el
problema o el argumento para que el Estado aplique una ley del año 1974 para
controlar el stock de las empresas, o la cadena de valor sobre la que se
instrumentan los procesos inflacionarios? ¿Qué es lo que tendríamos que ocultar
los empresarios sobre el stock y el canal a lo largo del cual el bien o
servicio termina frente al consumidor? ¿Es malo impedir la fuga de capitales?
Si el Estado tuviera más control, no hubiese pasado lo de la imprenta
Donnelley, una empresa que sin problemas económicos cierra intempestivamente
sus puertas mediante una quiebra que tuvo tratamiento súper exprés por un juez
que, esperemos, dé cuenta de sus actos. Los trabajadores en la calle y sus
proveedores con las facturas sin cobrar y menores ventas que repercutirán sobre
cada uno de ellos.
Todas las usinas del liberalismo económico pueden tomar de referencia el pasado
reciente, digamos los últimos14 años. Todas celebraron el megacanje. Todas
participaron en el secuestro de nuestra independencia económica, de nuestra
soberanía.
Estamos en otra etapa. Esto recién empieza y va a haber confrontación y debate
de ideas. Los trabajadores y las pymes somos consumidores y estamos dando esta
respuesta que es la unidad en la búsqueda de constituir un espacio que crezca y
que siga creciendo para la construcción de un modelo productivo con creciente
demanda con la inclusión de los sectores más postergados de la sociedad.
Mientras los grupos concentrados se unen para defender sus privilegios, los
sectores populares, trabajadores y empresarios pymes que tenemos intereses
comunes, daremos batalla. No quieren que los controle nadie y menos si es
honesto. Ellos defienden sus intereses. Nosotros, los nuestros que son los del
conjunto de la sociedad.
Consumidores vs. Grupos económicos concentrados.
Los buitres, desde afuera atacan. Los caranchos locales hacen lo propio para
mantener sus rentas monopólicas y fugar capitales.
Estado Nacional o el Estado al servicio de los grupos de poder. Será una dura y
larga batalla que estamos dispuestos a dar en esta construcción entre pymes y
trabajadores. De esa confrontación depende si volverá la Argentina del pasado o
triunfará la Argentina del presente que abre el futuro para el pueblo
Francisco Dos Reis es presidente de la
Central de Entidades Empresarias Nacionales
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