No tenemos ganas, ni tiempo, ni papel para hacer aclaraciones sobre los olvidos de datos públicos y la desinformación que esos “olvidos” generan en quien accede a lo que se dice en el diario local bahiense. Pero, hay veces en que es más fuerte la necesidad, y los pedidos, de hacer caer los disfraces que le ponen a la verdad, que nuestro tiempo, ganas y papel.
Denso es a esta altura tener que objetar los datos publicados por el diario local (La Nueva Provincia) el día 10 de junio en su editorial, pero alguien tiene que hacerlo.
En el editorial, con la capa y la espada del honor que exigen (de los otros), se dice que ante la muerte del general retirado Rodolfo Wehner, la ministra de Defensa Nilda Garré no autorizó a velarlo con honores, y se argumenta la necesidad de “pasar revista al costado humano del tema”.
Se lee “¿La razón? Wehner había sido acusado de diversos delitos -nunca probados- en la guerra contra la subversión librada por las Fuerzas Armadas en los años setenta del pasado siglo” y reprocha: “No le importó a la señora Garré que el difunto hubiese sido desprocesado y que no pesase sentencia alguna en su contra.”
Es cierto que la ministra no autorizó velarlo con honores. Lo que no es veraz es la información sobre su situación judicial, como se puede corroborar incluso en medios de tirada nacional.
               
¿Quién era el muerto?
 Wehner es uno de los seis acusados por 154 secuestros en la causa a cargo del Tribunal Oral Federal Nº 5 (cuyo principal imputado es el general retirado Jorge Olivera Róvere, que fuera segundo comandante del I Cuerpo y jefe de la subzona Capital de la represión ilegal durante la última dictadura).
Wehner fue jefe del Regimiento de Granaderos “General San Martín” desde el golpe de marzo de 1976 hasta fines de 1977. A Wehner se le imputaban 51 privaciones ilegales de la libertad. Delitos que valieron para su recorrido por todas las instancias hasta las puertas de su condena, pero el juicio fue suspendido por su mala salud.
El 24 de marzo de 1976, Wehner fue quien al mando de los Granaderos que custodiaban a la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón no se opuso a que la sacaran de la Casa Rosada en helicóptero y la recluyeran en Villa La Angostura.
Hay que recalcar que el proceso contra el hoy muerto Rodolfo Wehner estaba suspendido por razones de su mala salud; había sido recluido con prisión domiciliaria por su tratamiento de diálisis. No tuvo su condena por esta razón, amén de la lentitud con que se desarrollan los juicios tras la reapertura de las causas.
Por último, nos surge el pensamiento de que si se exige el honor a los demás, en un acto de cristiana coherencia debería ser puesto en actos por uno mismo, más que en palabras. Y al pensar en honores y homenajes recordamos un tema al que sí nosotros le dedicamos tiempo, ganas y papel, y que es el secuestro y asesinato de Enrique Henrich y de Miguel Ángel Loyola, dos obreros de los talleres del diario La Nueva Provincia –30 de junio de 1976- hechos impunes al que el mismo diario le dedicó apenas veinte líneas.
Esperamos entonces los honores y homenajes este 30 de junio.