Nací
en el árido sur de la pampa Argentina, allí por donde Dios se olvidó de
nosotros: “Por mi casa no ha pasado / Tan importante señor” (Don Ata).
Y siguiendo el ejemplo de Dios, tampoco de nosotros se acordó ningún gobierno,
sólo aparecen en épocas de elecciones.
Ayer ganó Dilma en Brasil, por poco. El domingo próximo ganará, seguro estoy
Evo en Bolivia. Y aquí en la Argentina, votaremos dentro de un año.
Ni Lula, ni Dilma lo resolvieron, tampoco Néstor y Cristina, en ambos países se
logró el triunfo en votos, pero nunca el poder económico, “las vaquitas siguen
siendo ajenas”.
Hay algo que se llama clase social. Apareció en el tiempo en que con el trabajo
de cada uno, que es función social, se tenía que juntar con el reparto social y
así todos viviríamos bien.
Pero apareció “la mercancía”, hubo quien se apropió del trabajo ajeno, le
compró la fuerza del trabajo, los convirtió en esclavos, pagándoles un 20/30
por ciento de lo que producían y se le quedó con el 80 por ciento que es
trabajo acumulado.
La historia del capitalismo la conocemos lo que aun no conocemos es la historia
del hombre libre, cuando el hombre se vuelva a reencontrar consigo mismo.
Cuando lo que produce con su trabajo sea todo de él y lo distribuya entre
todos.
La apropiación del trabajo ajeno y la de los medios de producción dividió al
mundo en una clase social, la que se fue quedando con todo, y la otra, la clase
obrera sólo con su trabajo.
Así pasa en la ciudad con fábricas e industrias, así pasa en el campo con la
tierra: los elementos con que se amasan los pueblos tienen su origen en los
campesinos desplazados de sus tierras, que buscan refugio en las grandes
ciudades, y de hombres y mujeres que venden su fuerza de trabajo.
La clase social burguesa (de “burgos”), se adueñó de todo.
Así como una persona instruida no por eso es culta, tampoco un empresario deja
de ser quien es y se adueña del trabajo ajeno (plusvalía).
La clase social burguesa no es tan inteligente y progresista como nos quieren
hacer creer.
Unamuno lo expresaba de este modo: “Cuán cultos son estos analfabetos” y, si hoy
asistimos a la caída del sistema capitalista, la burguesía tendrá que caer y
dar paso a un nuevo orden económico mundial, pero también se tendrán que
amoldar a un nuevo pueblo y eso no lo hará voluntariamente ningún gobierno
burgués, solo la voluntad y unidad de los pueblos, los obligará a recuperar el
bien perdido en recursos naturales.
Es el paso obligatorio para devolver la vida a la patria.
A la burguesía nacionalista no le pido más que eso.
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