Me
aconsejaron personas que leyeron mis notas que todo cuento tiene que tener o
ser escrito siguiendo una normativa de carácter literario:
Prólogo. Narrativa. Guión. Y final.
Y me lo dijeron con sinceridad y crítica constructiva.
Lo que ellos no sabían es que no tuve escuela, que trabajé desde los 9 años,
que me jubilé después de 40 años de trabajo.
Que lo que escribía y la forma en que lo hacía -por su contenido-, era
interesante; aludían eso sí a que no respetaba las normas literarias, lo cual
es cierto.
Soy consciente de que como “ser social”, lo que estoy haciendo es trasladar a
la palabra escrita el “hábitat” en que vivo.
Es decir, filosóficamente, que lo que crea mi conciencia es el “ser social”, materialismo
en el campo de la ciencia.
La lógica me lo está diciendo… ¡si desde los 12 o 13 años luchaste (desde aquí)
a favor de la República Española, durante la guerra civil, que entre 1936 y 1939
se desarrolló en España y llevó al general Franco al poder (fascismo)!
Eso le fue dando contenido a mi vida. Y cito las palabras con que Ernesto
Sábato me escribió antes de fallecer: “Aron, no abandones la lucha… es lo único
que le da sentido a la vida”.
Mis primeras incursiones, aceptadas y publicadas, tienen su origen en “La Nueva
Provincia”, fundada por Enrique Julio; tanto en la redacción como con los
periodistas, mantuve buenos contactos, se me respetaba aunque diferían en el
sentido político. Calculo que más de 20 notas me publicaron.
Hace poco tiempo acudí a La Nueva Provincia, con hombres de la redacción que me
conocían quería iniciar una historia novelada de los orígenes de Bahía Blanca
y, quería conocer qué motivó a Enrique Julio a venir a vivir a esta ciudad, y
los motivos por los que denominó a su diario La Nueva Provincia. Qué y cómo vio
(visión) el futuro de esta ciudad y región.
En los Antecedentes históricos de Bahía Blanca escrito por Rigamonti, dicen que
la extensión del Partido de Bahía Blanca abarcaron unos 15.700 kilómteros
cuadrados, cuando no existían los partidos de Villarino, Tornquist, Coronel
Rosales.
Lo que tuvo Enrique Julio fue una visión y muy acertada.
Hasta hoy no pasó de ser una utopía para entonces crear una nueva provincia,
cuando ya estaban delimitados los límites de las provincias. Como pensamiento a
futuro era real, en la práctica imposible.
Constituimos antes y ahora una Región Económica que abarca una inmensa
extensión de territorio, independientemente de los límites geográficos, cuya
cabecera está en Bahía Blanca.
El sueño de Pedro el grande era la unificación de todas las Rusias. Esa misma
concepción del zar fue comprendida cuando se produjo la Revolución en 1917 y
Rusia paso a ser Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y, aún caída la
URSS, Putin vuelve a plantearse nuevamente la Unión de todas las Repúblicas
Rusas.
Mis contactos con la URSS (y con Radio Moscu), los mantuve durante años, mis
estudios, mis notas y comentarios tuvieron su epílogo cuando promoví un anteproyecto
con la Academia de Ciencias de la URSS, la Universidad Nacional del Sur y el
IADO.
Llevo desde hace varios años enviando mis trabajos a México donde le dan
publicidad por Internet (Civilización y Barbarie), y el periódico semanal local
Ecodias me cedió una página, desde hace dos años. Calculo unas diez notas mensuales.
También colaboré en Radio Nacional en la producción del programa Raíces
Mapuche, desde hace 18 años.
En los últimos años hice conocer mis estudios y proyectos a los gobiernos de
los presidentes Néstor y Cristina Kirchner, al de Venezuela con Hugo Chávez, a
ambos les escribí y solicité en proyectos elaborados científicamente, los que
fueron aprobados.
Después hice conocer al gobierno -también basándome en estudios científicos- el
estado de la Central Luis Piedrabuena, lo verificaron y, como consecuencia
surgió la licitación internacional para construir una nueva que, ya debe estar
concluida en Cerri, en cercanías de la Planta de Gas.
Otros proyectos se concretaron por mi intermedio: entre el Ministerio de Pesca de
la URSS y la Base Naval de Puerto Belgrano, vendrían unos 150 barcos de pesca
de altura rusos que operaban en aguas internacionales cercanas a las Malvinas,
para su mantenimiento en los diques y talleres de la base.
A esto se sumaron varios países que querían traer sus Flotas, como la capacidad
operativa sería desbordada, a mi solicitud se hicieron los planos para
convertir en un varadero la antigua pista de aterrizaje de los hidroaviones.
Otro proyecto de mi autoria aceptado por la URSS, fue construir una planta de
fertilizantes, eso se lo ofreció Gorbachov al presidente Alfonsín en su visita
a Moscú, pero éste prefirió dársela a Profertil.
Para entonces fundé dos bancos, el actual Credicoop (antes Coopesur) y el Banco
Vallemar en Punta Alta.
Muchos de mis estudios y proyectos fueron contemplados en los acuerdos
suscriptos entre China y Argentina que, parece, serían anulados por el gobierno
de Macri.
Colaboré con la Emresa rusa que realizó el primer dragado de la ría (casi 90
kilómetros).
Y lo más insólito pero real sucedió: el secretario general de los gremios
portuarios me vino a ver a las oficinas del frigorífico en el que yo trabajaba
en el puerto para decirme que desde los gremios portuarios de Rosario y de
Buenos Aires le proponían (lo que era una provocación) que aquí hiciéramos un
paro para impedir que los rusos hicieran el dragado, cuando la verdad era que
los grandes intereses en juego que había y aún hoy existen no quieren que se
hiciese el dragado. Me supongo que esa misma actitud la tendrán con mi proyecto
de que tenemos la posibilidad de crear un Complejo de Puertos de Aguas
Profundas, único en el país: Ingeniero White, Galván, Puerto Rosales y Puerto
Belgrano.
Fundé escuelas, jardines de infantes, bibliotecas, y realicé las exposiciones
de libros de ciencia y tecnología más importantes que se conocen en la historia
de nuestra universidad.
Dentro de pocos días cumpliré 90 años, casi ciego, como le pasó a Domingo
Pronsato.
Decidiré sobre mi futuro, por eso lo de “Mi paso por la vida”.