Nadie niega que es movilizador para las personas practicantes de una determinada religión encontrar que la iconografía correspondiente a su fe se halle modificada. Más aún para una porción fanática y además cuando dicho cambio refleja una problemática tan desesperante como la degradación de la naturaleza. Pero antes de caer en el común lugar del prejuicio y la condena de un sector «ultracreyente», ¿no debería ser mucho más desestabilizador observar que la misma obra de Dios es destruida por el envenenamiento de la actividad industrial? ¿La contaminación mortal del cielo, la tierra y el agua sólo para el bienestar material de unos pocos no debería ser el verdadero motivo de ofensa y queja? ¿La censura de una serie de obras que intentaban crear opinión habla de la venta del alma a las corporaciones esclavizantes?
Tomar conciencia hoy de nuestra involutiva relación con el medio ambiente tal vez nos evite tener que utilizar máscaras de oxígeno en un futuro próximo. ¿Se imagina alguien tener que protegerse para llegar al lugar de trabajo o de estudio? ¿Y por qué no también hacia la misa el domingo?

Francisco Felkar es Artista Plástico – Mayo 2006.