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Los hilos invisibles que nos atan a la vida
Todo comenzó muy temprano, amaneció con lluvia.
Categoría: Opinión

Todo comenzó muy temprano,
amaneció con lluvia.

Le acerque leñita al fuego, tomé algo y
dejé vagar mi mente y mis pensamientos sin saber adonde me llevarían.
“Qué extraña criatura es este animal llamado
hombre”.
Si en vez de mirar al cosmos desde los sofisticados
telescopios, los invirtiéramos y desde otros planetas y galaxias nos observaran
y, si lo hicieran es porque son seres inteligentes y, quizás más desarrollados que
nosotros, ¿cuál sería su opinión sobre la tierra y estos animales que la habitan?
Que han logrado cierto grado de desarrollo,
que se matan entre ellos, tienen recursos para alimentarse y pasan hambre, viven
aproximadamente según el calendario que usan unos 80 años tierra, de promedio, utilizan
procedimientos anticuados para curarse, abren sus cuerpos para curarse, cuando nosotros
al acostarnos dejamos que sean los aparatos los que nos controlen y, si notan algo
raro lo corrigen, duplicamos su tiempo de vida.
Aquí en la tierra, ato caballos imaginarios,
llenos de ideas y pensamientos, los siembro y cosecho por los campos invisibles
de las mentes.
Mal arados.
Mal sembrados.
Mal educados.
Campos roturados, es el título de una novela
escrita por un ruso (época soviética).
Antes que él, Tolstoi nos dejaba La Guerra
y la Paz.
Dostoievsky y sus personajes introvertidos,
y Máximo Gorky su libro La Madre, ¿Qué nos ata a la vida?
Como no puedo hablar de los demás, hablaré
de mí.
Que no dejo de ser una extraña criatura
terráquea.
La página que usted lee se denomina Arte
y Cultura, Economía y Política.
Mi organismo es igual a los demás y, si
somos unos 7.500 millones de nuestra especie que poblamos el mundo, mi corazón late
como el de ellos, está en el mismo lugar, como los pulmones, estomago, piernas,
manos y cabeza.
Si somos tan iguales, ¿por qué somos tan
diferentes al extremo de que cada uno es un mundo?
Como todos, tuve etapas en la vida, cumplí
con la función social que a cada uno corresponde.
Trabajé toda mi vida y desde muy niño, pero
sólo me reconocen 40 años en los que aporté para jubilarme, me liquidaron mal mis
haberes, cuando reclamé se vieron forzados a reconocerlo, eso sí, sólo me reconocieron
los 3 últimos años, los otros 25 que me deben según Anses, decidieron por su cuenta
proscribirlos.
Jubilado, busqué en qué forma darle sentido a mi vida, comienzo mi obra en dibujo
y pintura a los 70 años, todo empezó como solaz y esparcimiento para mí mismo; al
promediar mis trabajos “Arquitectura Religiosa del Mundo”, le escribí al Papa Juan
Pablo II, ¿qué haría con esos 1.000 trabajos?
Me respondió, seguí sus sugerencias.
No se lo conté en vida para que no se amargue,
si lo llego a encontrar cuando me vaya de este mundo se lo contaré.
Como todo lo humano me concierne, gusté
de la lírica.
Juancito era un italiano inmigrante que pintaba con la brocha gorda, en su Italia
natal trabajaba de utilero en los teatros de ópera, y las conocía a todas. Se construía
el Hospital ferroviario, conformaron una troika con otros dos militantes del P.C.
Uno de ellos, con grandes conocimientos sindicales e ideológicos, iba a verlos a
su lugar de trabajo, todos arriba de las escaleras. Me gustaba provocar a Juancito
preguntándole por algún área en particular, quien la cantaba mejor, y él comenzaba
a tararearla y movía su pincel como si fuera la batuta de un director de orquesta
sinfónica, entonábamos las áreas de Tosca, Il Pagliacci, El adiós a la Mamma de
Caballería Rusticana, Il lamento de Federico, Una Furtiva lagrima.
Éramos muy pobres y felices (lo supe ya de muy de viejo).
Mis obras aún no tienen destino y, para que no estén tan solas les incorporaré música.
La danza de las horas de Pontieli, Introducción y rondo caprichoso de Carmelo Saint
Sants, El vuelo del moscardón de Rimski Korsakov, Los cascanueces de Tchaikovsky,
El bolero de Ravel, La Marcha triunfal de Aída de Verdi, y el Himno a la alegría,
de la 9° de Beethoven.
Y, si yo soy igual a todos los demás y, como dijo Tolstoi a Chagall: “Pinta tu pueblo
y pintarás al mundo”, los hilos que me atan a la vida, bien los puedo multiplicar
por la cantidad de esas extrañas criaturas que pueblan la tierra, llamados seres
humanos.

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2014-06-16 11:30:00
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