Un antiguo refrán judío decía ante un imposible
“Lo veremos cuando venga el Mesías”.
Los griegos inventaron que lo imposible se vería cuando vengan las calendas
griegas.
Un comerciante y chacarero de Rivera lo llevó a mi padre al campo donde había
plantado olivos y le dijo: “Yo veré aceitunas cuando aquí (señalando la palma
de su mano) crezcan ciruelas”.
Anoche escuché en televisión a cinco economistas opinando sobre lo que pasará
de agosto a diciembre de este 2015. Las soluciones que ofrecían eran como las
que describo al comienzo de esta nota.
Hoy martes, prendo la radio y los primeros noticiosos, lo que dice Clarín y La
Nación, lo que le pasa a la Presidenta y su laringitis.
En eso suena el teléfono, me está llamando Mauricio Macri en persona: “Soy
Mauricio Macri y sé que podemos cambiar al país, si lo hacemos juntos”. Como en
la vieja lotería de familia “¡cartón lleno!”.
Todos comienzan con que las cosas no andan bien, que se necesitan cambios y que
así no puede seguir.
Nada dicen de lo que vendrá, sólo anticipan un mundo post-capitalista. ¿Cómo se
hará? -mutis-.
Un día alguien se refirió a mí con estas palabras: “Aron está por encima del
bien y del mal, vive en otro mundo”. No, no es cierto, vivo en este mundo y lo
que quiero es cambiar la historia de este mundo.
Todos somos medianamente conscientes que la casa (la tierra en que vivimos) se
está desmoronando, pero tenemos temor a decirlo.
Las Naciones Unidas resultaron un fracaso.
Las democracias -en todas sus variantes burguesas- han fracasado.
De 200 países por lo menos en 190 habrá que cambiar de gobiernos.
En el mundo que viene, no podrán existir gobiernos con menos de un 60 por ciento
de participación activa y protagonismo de los pueblos.
Los gobiernos actuales, tal como funcionan, más bien dejaron de funcionar, no
alcanzan a interpretar los cambios que se están produciendo.
El Consejo de Seguridad se convirtió en lo más inseguro para la vida humana, lo
que resultó ser lo peor de lo peor.
La corrupción y el narcotráfico gobiernan; no hay país con gobierno burgués
capitalista que no deba en dinero más de lo que tiene en producción.
Entre los traficantes de cereales (alimentos) y los traficantes de armas se
dividen al mundo.
¿Se puede pensar en un nuevo mundo sin destruir lo viejo y crear uno nuevo?
¿Por qué no comenzar a escribir cómo debería ser el mundo nuevo y el hombre
nuevo?
Los ejércitos del mundo sin armas y con conciencia, no funcionan. Suprimamos para
empezar un 50 por ciento de la producción de armamentos y volquémoslo en la
lucha por la erradicación de la pobreza y el hambre, con eso solo estaríamos
alimentando a todo el mundo.
¿De qué sirve sentarse a hablar de derechos humanos si bajo las sillas tenemos
bombas atómicas?
¿De qué sirven la ciencia y la tecnología, si caen bajo el dominio del diablo
(el capitalismo)?
Arquímedes pidió una palanca para mover al mundo, denle una palanca a los 7 mil
millones que vivimos en la tierra y verán cómo ellos cambiarán la historia del
mundo.
Keynes creyó que tenía en sus manos la salvación del capitalismo, no le bastó
las dos últimas guerras mundiales… ¿Por qué los actuales economistas no leen la
vida y obra de Keynes? Fue el cerebro más lúcido del sistema capitalista, murió
en 1972 y aún hoy tratan de desenterrarlo.
Dios no hará un nuevo Lodz, lo tenemos que hacer nosotros.