Así
denominó Marx al fenómeno del siglo XIX.
Detrás de la aparente fachada democrática de Macri, no trepidó un instante y
nos pasó a degüello.
A Robespierre lo llamaron “el incorruptible”. Y la burguesía de Francia usó la
guillotina para cortarle la cabeza.
En Venezuela querían la cabeza de Chávez, ahora la de Maduro.
En Brasil piden la cabeza de Lula y Dilma, aquí la de Cristina.
En Paraguay fue la cabeza de Lugo, en Chile la de Allende, en Honduras la de
Zelaya, en Ecuador quieren la de Correa y en Bolivia la de Evo.
Es la clase dominante en el mundo, detrás de esas falsas democracias está el
imperialismo norteamericano.
Los grandes capitales, las corporaciones mundiales, es el capitalismo.
Algún día los pueblos despertarán y serán ellos los que se gobiernen.
Recién entonces el hombre, como especie humana, conocerá su primavera.