El
movimiento campesino, allá por los 40 continuaba siendo una teoría justa que no
pasó de ser una expresión de deseos.
Se creaban cooperativas, conocí unas 120 de la Asociación de Cooperativas
Argentinas y unas 45 de la Federación Agraria Argentina (FAA).
Todas dedicadas a la explotación agrícola ganadera, características de nuestras
llanuras pampeanas.
Creo que fui pionero en llevar la Universidad al campo, creamos los primeros
laboratorios en el Instituto de Edafología que funcionaba donde hoy es la Casa
de la Cultura (av. Alem al 900).
Del campo, campesinos de principios del 1900 a lo que es el campo ahora, nos
separan lunas de distancia, al decir de Borges.
Según el expresidente de la FAA Eduardo Buzzi, el campesino pequeño y medio
desapareció en la Argentina. 20 millones de hectáreas, dijo, han pasado a manos
extranjeras y otras 20 millones estaban en venta.
No se conocía la soja, éramos  trigueros
y ganadero (vacunos).
Se sembraba el campo para uso ganadero y se criaban vacas en campos dedicados a
siembra.
Cuando aparecieron los primeros “INTA” los imaginaba como una escuela de
adultos para el campo.
Hoy el campo se lo trabaja kilos soja o trigo, kilos y kilo gancho (carne).
De un modo de vida (agri-cultura), lo convertimos en una fábrica.
Los ingenieros agrónomos te hablan de genética, o cómo utilizar mejor pasturas
y sembrados, pesticidas, agroquímicos, insecticidas, fertilizantes (zinc-
hierro- fósforo, etc.).
Nacimos como país ganadero y granero.
La cuestión de los alimentos es la base en que se va a estructurar el nuevo
mundo que nos está golpeando la puerta.
Mao decía que la revolución china era una revolución campesina, el país más
poblado del mundo con 600/700 millones de campesinos pobres.
Hoy tiene 1.360 millones de población, es la primer economía del mundo y piensa
en duplicar su producción.
Todos los gobiernos de los 200 países del mundo plantean el crecimiento de su
PBI, equilibrada distribución y la erradicación del hambre y la pobreza.
No sé cómo lo lograrán gobiernos neoliberales y antipueblos, me preocupa mi
país (la Argentina).
Cómo llegar a las 150 millones de toneladas de cereales de las que habló
Cristina, y si la distribución de la tierra en pocas manos (oligarquía nacional
o extranjera) se lo permitirán.
Visiono que así como en lo social y humano queremos salud y educación para
lograr una vida digna, lo mismo debemos pensar con relación al campo: en
nuestro país en el campo existen tradiciones, costumbres, historia,
sentimientos y amor a la tierra.
No podemos convertir al campo en una sucursal de Monsanto.