El nuevo bloque China-Rusia-India va delineando el
perfil de la economía del futuro.
Todos los países llamados pobres, subdesarrollados y emergentes se irán sumando
a ese bloque.
Los acuerdos se realizan de gobierno a gobierno y con cada país.
Se destaca la energía como el rubro principal.
La Argentina, según lo divulga el diario de los Mitre, La Nación, ha suscrito
acuerdos con Rusia y China por valor de 17.000 millones de dólares, orientados
en su mayor parte hacia cuatro centrales hidroeléctricas (teoría y proyecto
presentado por el autor de esta nota) que se instalarán en Neuquén.
Todos los países tienen la oportunidad de hacerlo, de hecho la economía toma
nuevos rumbos. Lo que a mi ver señala que estamos en presencia de una nueva
revolución industrial, en el que China, primer economía del mundo y gobernada por
el Partido Comunista de China, salvará a las economías que se manejan dentro de
un contexto capitalista.
Y no solo los países que aún no se han desarrollado: la Unión Europea (léase
Alemania, Inglaterra, Francia) tendrán su próxima reunión a mediados de
noviembre con China.
Se impone la presencia de una nueva moneda, en lugar del dólar.
Queda por ver si esta revolución industrial queda en el marco económico “sin
inclusión social”. Que equivale a decir sin participación ni respeto a las
necesidades de los pueblos (léase Humanidad).
Si esa revolución no se realiza en forma conjunta (industria al servicio de los
pueblos), será a la postre una variante más de las tantas que ofrece el
capitalismo.
Si se la promueve con vistas a satisfacer a los pueblos, será un verdadero
aporte al desarrollo del género humano. Si no queremos verla fracasar, démosle
contenido social y humano.
No veo vida en esa revolución industrial si no va acompañada del factor
ideológico.