Nadie puede dudar que la iniciativa privada puede activar el proceso económico, mejorar el crecimiento y, en bien, la calidad de vida de los habitantes de la República. Lógicamente, aquí y en todas las comunidades nacionales del mundo.
Es un problema cultural y depende, la iniciativa privada, de innumerables factores. Uno de estos es la propia disposición de las personas y, a este fin, los sistemas educativos, el formal y el informal, pueden ayudar a abrir horizontes para que las personas puedan vislumbrar posibilidad, caminos y oportunidades.
En ocasiones han sido los órganos públicos los que han comprendido el valor de la iniciativa privada y hay creados mecanismos y algunos pocos recursos, para contribuir a la creación de emprendimientos diversos, para la producción de bienes y servicios; también lo han hecho instituciones privadas, mediante la realización de cursos para formación de líderes, para capacitación técnica y profesional, para la construcción de viviendas con la participación laboral de los mismos destinatarios o beneficiarios.
En un tiempo no muy lejano, la ley favorecía la educación laboral para el sector agrario, acompañada de créditos para viviendas y adjudicación de predios rurales. El CONET (Consejo Nacional de Educación Técnica) había creado cursos para formación de profesores en artes, oficios y artesanías. El listado de oficios era bastante extenso y además importaban, de un modo especial, aquellos relacionados con la construcción de viviendas. También han existido, aunque no suficientemente, escuelas públicas industriales, y desde ya que la Universidad Tecnológica Nacional ha sido una institución de suma importancia en el más nivel.
La capacitación laboral ha sido difundida, aunque no de un modo permanente y vigoroso, por las entidades intermedias, tanto empresariales como sindicales, al efecto de que los trabajadores tengan la posibilidad de inserción laboral; la formación especializada alcanzó a graduados universitarios, como es el caso de los médicos laboralistas o de ingenieros que, en cursos, seminarios y carreras de postgrado, hallaron empleos dignos.
Es claro que la desocupación como hecho consumado en el tiempo impide el pleno empleo, y la desocupación se debe a factores que no han podido ser eliminados como impedimentos que son para el pleno empleo. Pero, de todos modos, la situación obliga a una mayor y mejor capacitación laboral.
Como contrapartida, se desarrolla más el trabajo informal, el trabajo autónomo en negro, en gris y en blanco; ese desarrollo comprende la actividad comercial y en menor medida la producción de bienes, importando asimismo la creciente producción de servicios de todo tipo, necesarios y en casos superfluos, pero que tienen viabilidad porque hay gente que necesita ayuda o sostén.
En fin, como en casi todos los casos, todo es complejo y complicado, pero yo creo mucho en el poder gubernamental, que no es ejercido, para educar, orientar y contribuir a la promoción de la iniciativa privada.
Hay algo que, creo, es muy importante y se trata de la empresa familiar. Parece ser que Italia ha dado pruebas de esto, pero también un poco la Argentina, pero aquí todavía la familia no tiene personería jurídica; no es considerada como tal, aunque está muy protegida legalmente, en todos los sectores del orden jurídico-legal. Tampoco existe una ley especial para el establecimiento de empresas familiares, con algunos beneficios razonables para difundir el sistema. Tampoco se protege a los prosumidores, que son los que producen para consumo propio, producción que pesa en la macroeconomía.