Uno de los destinos estivales más elegidos por la población bahiense es Pehuen Có, proximidad y naturaleza son las características por las cuales recibe tantos visitantes de la ciudad y de la región. Sea por unos días o para una escapada la playa rosaleña permite el disfrute de la arena. Justamente, este plan de descanso tiene como principales protagonistas a las familias.

Las personas con discapacidad también tienen derecho a la plena integración en las actividades vinculadas al turismo y el tiempo libre, sea que transiten una disminución física permanente o transitoria. Así lo estipula la Ley 25.643, promulgada en 2002, donde deja asentado el compromiso de generar condiciones de accesibilidad universal.

Por el momento, en este verano 2023, las bajadas más o menos posibles en la villa balnearia son las establecidas en la calle Brown y la Avenida San Martín. En ambos casos, es posible encontrar rampas, que a pesar de estar bastante inclinadas se encuentran en condiciones mínimas. Las dificultades de acceso también están limitadas para personas adultas mayores, uno de los grupos que más gustan de visitar el lugar por su seguridad y tranquilidad. Otras bajadas son imposibles, como es el caso las que se encuentran entre Punta Mingo y San Martín, donde médanos altísimos, escaleras en mal estado o con pasamano de sogas no hacen segura la llegada del público visitante sea cual sea su condición física.

Sin dudas, el respeto por las condiciones naturales de la costa, la búsqueda de impactar lo menos posible en ellas, hacen de la decisión de establecer accesos a la playa rosaleña un desafío por resolver. Esperamos que a lo largo de la temporada, las autoridades municipales puedan generar más y mejores condiciones, bajo la premisa de hacer realidad un verano con accesibilidad universal.

Autor: Redacción Ecodías