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Historia circular
En un contexto político y social de creciente violencia institucional y humana, se refuerzan las luchas colectivas y los espacios de contención que buscan un objetivo en donde prime el bienestar general.
Categoría: Opinión
Editorial - Lucha por la Universidad 1918 Córdoba- Universidad de Córdoba

Vivimos épocas que, lejos de ser novedosas, nos recuerdan otras crisis, otras palabras, pero no necesariamente otras medidas ni rostros.

Hasta 1918, la educación universitaria estaba reservada a sectores privilegiados económicamente, siendo en su mayoría varones, miembros de órdenes religiosas, e hijos de españoles y criollos. Sus principales ejes eran los conocimientos teológicos y de leyes, retórica, gramática y artes, con el objetivo de garantizar la unidad religiosa y sostener las relaciones con la corona española. En ese marco, en Córdoba, un grupo de jóvenes estudiantes se organizaron para crear agrupaciones y federaciones y lucharon por una mejor educación, que incluyera la renovación de los programas de estudio, la apertura a un mayor número de estudiantes, el fomento a la participación del alumnado en la dirección de las universidades, y el acercamiento de las casas de estudios a los problemas del país. El cambio fue tan significativo, que esas medidas se sostienen hasta el día de hoy.

A fines de la década de los ’80, Argentina atravesaba una crisis económica signada por una gran inflación, la disminución de los salarios, y la contracción del gasto público. Si bien había paros generales convocados por la Confederación General de Trabajo (CGT), y marchas docentes, una figura llegó desde los barrios más vulnerables a romper con los protagonismos: La jubilada Norma Pla, que encabezó los reclamos por una jubilación digna, que reconociera una vida de trabajo y aportes. Su icónica frase “La violencia la está dando el señor presidente al ponernos detrás de las vallas los batatas -policías- pagados por nosotros”, vuelve a retratar el injusto trato que se le da a quienes salen a la calle pidiendo lo que, ni más ni menos, merecen.

1977. Luego de una ardua y dolorosa búsqueda individual sobre el paradero de sus hijos e hijas detenidas en el marco de la última dictadura militar, se formó el grupo Madres de Plaza de Mayo. Sus reuniones, en el espacio público o en iglesias, estaban orientadas al intercambio de información, y al diseño de estrategias colectivas de acción y denuncia. Las llamaban locas por expresar su indignación y exigir la verdad, y las llaman con nombres peores ahora que se manifiestan en contra de un discurso negacionista, que detrás de una supuesta igualdad apunta a la reivindicación de un sistema político asesino y corrupto.

La novedad, ahora sí, es la presencia de odiadores seriales en las redes sociales es proporcional a la falta de argumentos para defender las medidas tomadas por el gobierno actual en materia de educación, salud, trabajo, y medio ambiente.

Se repiten frases como “Auditen las universidades”, cuando en más de seis meses de conflicto, el gobierno no avanzó en hacer más auditorías, ni designó a la gente que debía para el Archivo General de la Nación. Y se votó mantener un veto al financiamiento universitario, que no solo afecta a la posibilidad de formación, tolerancia, socialización y pluralidad, sino que es una sentencia a una Nación sin industria, ciencia, y, por lo tanto, sin posibilidad de crecimiento.

También se tacha de “zurdos empobrecedores” a toda persona con una mínima preocupación y conciencia sobre la avasallante realidad económica que llegó al 7,6% de desocupación en el segundo trimestre del año, y que significa que el 69% de los niñas, niños y adolescentes en la Argentina vive en la pobreza.

La repetición de frases hechas sin reflexión ni crítica, en un mundo gobernado por la posverdad y los posteos instantáneos en redes sociales, son el síntoma de una sociedad en la que gente que no es estudiante, que no investiga, que no trabaja, que no es jubilada, le dice a las y los estudiantes, investigadores, trabajadores, y jubilados, cómo y con qué tiene que vivir.

Violencia es amenazar y cerrar hospitales, suspender la entrega de medicamentos, golpear a quienes se manifiestan sin respetar el derecho a la movilización ni el cuidado del pueblo, y quitar la posibilidad de acceder a estudios de calidad. La libertad es que cualquier persona pueda elegir su proyecto de vida, amparada por un Estado que busque garantizar su bienestar.

Desde Ecodías, mantenemos firme el objetivo de visibilizar cada lucha, y defender cada derecho que se obtuvo con la movilización de los sectores más vulnerables, en una resistencia constante a los atropellos de los grupos poderosos. Y, si hay que ajustar o hacer cambios, que sean priorizando a hombres y mujeres de a pie, acompañados por políticas públicas aplicables, medibles y evaluables, que no les quiten el pan de la mesa antes de que el sector privado conozca su hambre.

Autor: Redacción Ecodías

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2024-10-16 17:59:29
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