Nace un nuevo orden económico mundial. “That is the question”.

Si para defender e impedir que el capitalismo caiga se llegara a una guerra
mundial, pues la sola utilización de armas atómicas desencadenará una guerra
total, sus efectos y contaminación harán imposible la vida en la tierra.
No tiene sentido hablar de futuro. Si se logra contener los conflictos
económicos y encaminarlos hacia un nuevo orden económico mundial, mediante el
diálogo y el entendimiento, tendría sentido hablar del futuro de la humanidad.
El mundo está compuesto de unos 210 países de los cuales unos 200 se rigen por
estados burgueses capitalistas, pero a su vez, esos mismos estados, sus pueblos
-que son mayoría absoluta- se levantan, se rebelan y luchan contra sus
gobiernos.
¿Qué razones tienen los pueblos?
La crisis desatada en Estados Unidos en 2008 -y el país más poderoso del
capitalismo no se recuperó-, su desmedido desarrollo productivo lo obligó a
buscar mercados para lo que Estados Unidos necesitaba del mundo y lo que el
mundo debería absorber forzadamente su producción.
De las relaciones de producción a las del consumo, bajo el capitalismo exentas
de valores éticos y morales, se realiza bajo formas de dominio de los mercados
y absorción de las riquezas naturales de otros países, indispensables para que
ese modelo funcione.
Las distintas formas adoptadas por el capitalismo que rompe con la producción
social y su distribución social, está llegando a sus límites.
Una crisis mundial que no se ha detenido y que afecta la estructura total del
sistema, 200 países y gobiernos que su clase burguesa capitalista ahora siglo
XXI, año 2016, frente a un coloso asiático que logró acceder a ser primera
economía del mundo y país con mayor cantidad de población -Estados Unidos tiene
300 millones, China 1.360 millones-, con una economía pujante, que bajo otras
formas (entre socialismo y capitalismo), está superando la producción del
capitalismo, costos y precios a los que ningún país capitalista podrá llegar,
coloca al mundo en una situación limite.
El dilema es: o un nuevo orden económico mundial en el que podamos vivir
dignamente o un suicidio colectivo (guerras atómicas mediante), cuyos riesgos
de exterminio sobrepasarán lo que pudiera quedar después de un enfrentamiento
atómico, con una contaminación que hará imposible la vida en la tierra.
Si se logra imponer la paz, la transición hacia un mundo nuevo es posible.
Si estalla la guerra, podría desaparecer la vida en la tierra, o lo que quede
ni en 200 años se recuperará.