Por Rubén Aguilera
El balance atlético del 2015 no puede diferenciarse mucho del que han
analizado nuestros columnistas en las últimas ediciones de este anuario.
Seguimos contando con una muy reducida élite que continúa obteniendo buenos
resultados en las grandes competiciones. Sin embargo, esto no es el reflejo de
una pirámide sostenida en el tiempo por un fuerte basamento. Más bien es Io
contrario, dejando expuesta una base con cimientos poco sólidos en las
categorías de edad limitada donde los resultados en los certámenes
continentales son el fiel reflejo de lo que afirmamos.
En la máxima convocatoria del año, el mundial desarrollado en Beijing asistimos
a la mejor actuación que hayamos tenido en este tipo de series de las IAAF
través de la historia. En ella tres atletas arribaron a finales luego de
sortear exitosamente las pruebas de calificación, por muchos años barreras
infranqueables para nuestros representantes. Allí Germán Lauro fue noveno en
bala luego de haber logrado la cuarta mejor marca en la calificación. Un fuerte
dolor en el hombro izquierdo le impidió repetir sus últimas labores a este
nivel. Pero el solo hecho de estar en la final es un logro en sí mismo.
Germán Chiaraviglio, con similar registro del séptimo, fue noveno en el salto con
garrocha. Mientras Braian Toledo quedó décimo en jabalina luego de haber pasado
la marca de corte clasificatoria estableciendo un nuevo récord argentino. Buen
retorno de estos dos talentos a los primeros planos internacionales.
En los Juegos Deportivos Panamericanos de Toronto tres atletas subieron al
podio, como había sucedido en los Juegos de Winnipeg y Río de Janeiro. Esta vez
Chiaraviglio fue medallista de plata en garrocha, con récord nacional, mientras
Mariano Mastromarino, en maratón y Germán Lauro, en bala, obtenían una de
bronce. (…)
Pese a las dificultades no se puede decir que no hay actividad atlética en el
país. Se realizan nacionales de todas las categorías y disciplinas,
provinciales, copas de clubes, encuentros internacionales con los países
limítrofes (Juegos de le Araucania, trasandinos, binacionales de integración
andina), Juegos Evita, Bonaerenses, etc. Oportunidades de competir
verdaderamente no faltan.
Tampoco se puede afirmar que no se han realizado esfuerzos importantes en
materia de formación de entrenadores. Han sido cientos los cursos de distintos
niveles IAAF que se han programado a lo largo y lo ancho de nuestra extensa
geografía. Y sin embargo los resultados no se observan en la medida que sería
de esperar. De manera especial en las categorías de edad limitada. Muchas veces
se critica a la dirigencia, algunas veces con razón, pero sin valorar que salvo
muy raras excepciones todas ellas cumplen sus tareas ad honorem. Caso que no
ocurre generalmente con aquellos que deberían formar a los atletas. Seguramente
todos los ámbitos tiene su cuota de responsabllrdad en el actual estado de
coses
Debería haber una “mea culpa” de este situación. Incluso por parte de algunos
medios periodísticos que solo están para las alturas pero que poco difunden
nuestro deporte. A veces nos preguntamos si no será necesario un gran encuentro
de todos los estamentos como aquel que se desarrolló en Esquel en 1970 y que
fijó les bases del atletismo nacional por muchos años.
Los hechos de dominio público referidos al doping que manchó la honorabilidad
de le IAAF y sus principales jerarcas ha puesto bajo la lupa la corrupción
institucional en el máximo ente de nuestro deporte. Paralelamente en Argentina
las nuevas autoridades deberían poner énfasis en erradicar este flagelo
encarando controles sorpresivos y en competencias en todos los deportes. Es
sabido que nuestro país no cuenta con un laboratorio reconocido por los
organismos internacionales y que son pocos los que los tienen. Hacer los
controles es costoso, se necesita el personal adecuado para la toma de las
muestras, la conservación de las mismas y el envío al exterior, pero debe
concretarse por la transparencia que requiere el deporte.
Más allá de las pistas
Las pruebas de calle son otro tema. Ha llegado el momento de que exista una
regulación nacional y si fuera posible a través de una ley. Son pocos los
lugares donde las asociaciones, con el apoyo de las municipalidades, cumplen la
función de fiscalizar lo que allí pasa.
Los organizadores se llevan beneficios que nadie controla (Afip, etc.), deben
comprender que un porcentaje de las inscripciones tiene que ir las entidades
madre de nuestro deporte. Una manera de que éstas puedan solventar sus gastos
de concurrencia a provinciales, nacionales, organización de torneos, etc.
Asimismo, sería saluda que aquellos organizadores de competencias que se dicen
a beneficio de entidades de bien público publiciten los balances de las mismas
y los montos que se han hecho llegar realmente a éstas, pues muy posiblemente
nos llevaríamos grandes sorpresas. Hay un drenaje muy grande del dinero que va
a manos “empresariales” sin que llegue nada al deporte base. El “running»
se ha convertido en un negocio que el atletismo está mirando pasar sin
integrarlo a su patrimonio.
Déficit estructural
El tema de la infraestructura no ha variado mucho, De tanto en tanto se
inaugura una pista sintética pero hacen falta más. Hay que establecer un plan a
corto, mediano y largo plazo que permita construirlas en los lugares donde más
puede beneficiar el desarrollo atlético.
Por ejemplo la falta de pistas sintéticas en la provincia de Buenos Aires es
inquietante. Se necesita imperiosamente una en el sur (Bahía Blanca) y otras en
el centro, el oeste y el norte bonaerense.
Asimismo, es preocupante la carencia de elementos para las prácticas atléticas
(vallas, implementos, sectores de caída, etc.) y además equipos de cronometraje
electrónico, anemómetros que permitan fiscalizaciones acordes con el siglo en
que vivimos. También nos faltaría erradicar aquellos registros efectuados en
“petit» torneos, donde surgen marcas que han permitido concurrir a
competiciones internacionales y que luego no se logran en estas últimas.
Hay ausencias significativas de apoyo de las direcciones de deportes
provinciales a la actividad federada que en definitiva es la que permite
competir en provinciales, nacionales y representar al país. Con el deporte
social solamente, pese a que es importante, no vamos a concretar lo anterior.
Los resultados de los juegos bonaerenses que en el pasado premiaron con viajes
al exterior a sus ganadores, sólo fomentaron el turismo pero no dejaron
infraestructura que es la necesaria para progresar, como así tampoco tuvieron
planes para respaldar a los talentos que surgieron.
Por último, es interesante estudiar cómo se compone el universo mayoritario de
entidades (agrupaciones, clubes, etc.) que hacen atletismo. La gran mayoría
funciona en torno de entrenadores que cumplen el múltiple papel de técnicos,
dirigentes, padres, etc. Estas entidades no cuentan con personería jurídica,
memorias, balances, inventarios, etc. Realizan una reconocida labor por nuestro
deporte pero la gran mayoría desaparece con el líder. Y la historia vuelve a
comenzar en otro lugar y con otros actores.
Hasta aquí en parte el racconto del atletismo y un breve análisis de algunos
aspectos que lo rodean y que hacen a su desarrollo. El mejorar siempre está a
mano. Es de esperar que con el aporte de todos el futuro nos sea venturoso.
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