Vale
más ver un niño pobre feliz que a mil hambrientos en una misa.
El mundo en que vivimos está en crisis, ha sumido a millones de seres humanos
en la miseria, en la extrema pobreza.
No hay país que no tenga problemas de analfabetismo, pobreza, desocupación, y
no sufra las consecuencias de esas aberraciones humanas, a eso no deben
permanecer indiferentes las religiones del mundo.
La humanidad entró en crisis, las virtudes éticas y morales -pregonadas por las
mismas religiones-, han sido superadas por el capitalismo que se nos inocula e
inyecta diariamente bajo formas y métodos disfrazados de democracia y derechos
humanos.
Las religiones también han sido arrastradas a guerras -interreligiosas- antes
que preservar la paz en los sepulcros, es imprescindible preservar y conservar
la paz en el mundo.
No he visto una cumbre de iglesias contra el hambre y la pobreza, ni contra el
cambio climático, ni contra las guerras.
Invasiones y conquistas de países despiertan hoy a la mujer y al hombre.
Dios está en el cielo, pero más está dentro de cada uno de nosotros.
Muchos hombres de la Iglesia fueron asesinados, cayeron víctimas de gobiernos y
dictaduras aplicadas contra los pueblos, son mártires olvidados.
Los ricos no necesitan de Dios, lo usan; los pobres son religiosos por
naturaleza, siempre tienen algo que pedir, inalcanzable para ellos, también las
religiones deben renovarse (expiar sus pecados).
El mundo está a punto de estallar, la humanidad busca sin encontrar respuestas
aunque esas existan, la especie humana debe cambiar, no basta que logremos un
nuevo orden económico mundial, sino cambiamos al hombre hasta convertirlo en
“ser humano”, de nada servirá.
A Dios lo mató un sistema social a quien Juan Pablo II definió como “capitalismo
salvaje”.
Creo que los pueblos del mundo verían con simpatía una Cumbre de todas las religiones,
en favor de la paz, ayudaría a encontrar nuevos caminos para lograr la felicidad,
aun el medio de lo que está sucediendo. Son los pueblos los que van a salvar a
la humanidad: dentro de ese contexto, las religiones están forzadas a
participar, pues esa es su misión en la tierra.