Suele ser difícil comprender el “robo de guantes blancos” que representan los
negocios financieros impulsados por los gobiernos neoliberales de turno y el
daño que el mismo le genera a la economía real, la de la producción, la
distribución, el consumo, el ahorro y el trabajo cotidiano.
Porque no es que estemos viendo lanzar bolsos por encima de un paredón, con el
impacto que esto tiene, sino que el aumento de rentabilidad en las arcas
bancarias suele ser más sutil. Al menos, hagamos el esfuerzo de ver algunos números
para acercarnos a entender esta suerte de populismo financiero que está
haciendo el gobierno actual con la sola intención de frenar el crecimiento del
dólar y de la inflación, aunque no le está yendo nada bien hasta ahora.
Las Leliq (Letras de Liquidez) son el instrumento que utiliza el Banco Central
para recibir dinero de los Bancos y pagar por ellas una tasa superior al 60%
(fijó para abril un piso del 62,50% para todo el mes), por colocaciones a 7
días, licitadas en dos oportunidades diariamente. Esa tasa (que representa una
efectiva anual cercana al 90% porque los bancos van renovando el capital más
intereses) hace que por día el Central pague -trate de retener esta
cifra- más de 1.100 millones de pesos en concepto de intereses (o si lo
prefiere en dólares, unos 25 millones de dólares al tipo de cambio mayorista,
lo que ha hecho que en el período octubre-marzo ya haya superado los 4.500
millones de dólares ¡en intereses!).
Esto ha llevado a que el Banco Central ya tenga -trate de retener esta otra
cifra- 1,3 billones de pesos en Leliq (1.3 más once ceros o si lo prefiere en
dólares, una cifra alrededor de los 28.000 millones de dólares), que
representan lisa y llanamente una deuda hacia el sistema bancario.
A su vez, los Bancos están teniendo plazos fijos por una cifra similar a esa
-un poco inferior-, por la que están pagando más del 40% anual. Pingüe negocio:
pagan 40% por nuestro dinero y se lo prestan al Estado Nacional a casi el 70%.
Trate de entender esta situación: en la economía hay dos bolas de nieve de casi
el mismo monto, una la deuda del Banco Central en Leliq y otra la de los plazos
fijos en manos de los Bancos.
Ahora bien, debido a que los precios siguieron subiendo en estos días -la
inflación interanual se situó en el orden del 55%-, el Banco Central terminó
permitiendo que los Bancos puedan destinar el 100% de sus depósitos a la compra
de Leliq -cree que “secando” la plaza de dinero puede frenar tanto el aumento
de la inflación como del dólar-, cuando antes tenían que tener un porcentaje de
respaldo (el llamado encaje fraccionario). Y esto habilitó a que los Bancos
puedan pagar a sus clientes una tasa de interés superior, supongamos, al 50%,
atrayendo más depósitos a los plazos fijos.
¿Muchos números a esta altura? Trate de pensar por un instante qué pasaría si
los Bancos dejaran de renovar las Leliq y se pasan a dólares, y si lo mismo
hicieran los tenedores de plazo fijo (los clientes de los Bancos)… ¿Ya lo
tiene? El Banco Central tendría que emitir pesos por un valor similar al que ya
está circulando en la economía -cuestión que no le permite el Fondo Monetario
Internacional (FMI) por la famosa “Emisión Cero”-, por lo que la disparada de
precios sería incontrolable… hiperinflación que le llaman, como las que ya
vivimos en los años 1989 y 1990.
Por estos días, ha entrado un préstamo del FMI por unos U$S 11 mil millones
(ahora sí, ¡de dólares!) que tendrían que destinarse al pago de la deuda
externa, aunque unos 60 millones de dólares por día pueden ser vendidos para
satisfacer la demanda “del mercado”, una cifra irrisoria autorizada por el FMI,
si tenemos en cuenta que, en la última corrida de enero de este año, se
necesitaron casi mil millones de dólares por día para frenarla.
Como se dará cuenta a esta altura, las ganancias que están haciendo los Bancos
son enormes, cuando la política económica, cambiaria y monetaria del gobierno
nacional está sumiendo a las mayorías del pueblo argentino en una recesión, que
se seguirá profundizando si no se revierten las recetas que se aplican.
Esto es un populismo financiero liso y llano, a partir del cepo a las tasas de
interés -en considerable ascenso por estos días- con el sólo fin de hacerle un
torniquete al precio del dólar. Cuándo y cómo se dará el fin de este proceso
económico está por verse… el estallido de la crisis en ciernes no será gratuito
para los ciudadanos de a pie ni tiene nada que ver con situaciones externas, ni
con herencias recibidas, ni con sequías o inundaciones, ni con procesos
judiciales, sino con políticas económicas y financieras aplicadas por este
gobierno. Como decía mi abuela, ¡creer o reventar!
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