Muy temprano sonó el teléfono en casa del General. Atendió la llamada un tanto
extrañado, quizás alguno de sus hijos. No.
Una voz le pregunta: “¿Hablo con el General?”.
– Sí, responde.
– Le va a hablar el General del Regimiento.
– Buenos días, mi General, ¿estará usted en casa dentro de 30 minutos? Irá a
verlo uno de mis oficiales, ¿puede esperarlo?
– Sí, cómo no.
Colgó el tubo del teléfono.
Habrá algún acontecimiento conmemorativo, al que me quieren invitar y querrán
que yo vaya, pensó para sí. Su señora le sirvió el desayuno; recibía dos
diarios y por la TV se informó de lo que acontecía en el mundo.
Leyó los titulares. Apagó el televisor, no pasaron 20 minutos, tocaron el
timbre.
Abrió la puerta, se cuadra el oficial ante el General y le pregunta: “¿Puedo
pasar? Tengo que transmitirle órdenes que hemos recibido de la Presidencia de
la Nación”.
– Pase usted. Estaba tomando mi desayuno, ¿gusta tomar algo?
– No, gracias.
– Sentémonos aquí. Lo escucho.
– El Presidente de la Nación quiere verlo y tenemos orden de llevarlo en el
avión del Regimiento.
No era una invitación, era una orden.
Las dudas o preguntas no cabían.
Llama a su esposa: “Ayúdame a preparar mi bolso de campaña. Prepárame ropa que
debo salir ya mismo”.
Diez minutos tarda la señora en traerle el bolso. Se despidió de ella, subió al
auto con rumbo al aeropuerto donde lo esperaba el avión con los motores
encendidos, listo para despegar, saludó al oficial y subió al avión.
Hasta ahora no hubo tiempo para pensar, tenía hora y media de vuelo para
hacerlo.
Único pasajero de un avión con capacidad de 10 asientos.
Saludó al piloto aviador, buscó un asiento, se sentó, se colocó el cinturón de
seguridad mientras el avión carreteaba.
El copiloto cada 20 minutos le informaba del vuelo.
En el despacho del Presidente estaba su curriculum, sus libros sobre estrategia
militar.
Ni bien llegaron a destino, lo esperaban para conducirlo al despacho
presidencial, todo bien organizado, sin errores ni demoras, lo hacen pasar, ve
al fondo al Presidente con varios Ministros, éste los despide.
Se acerca a él y lo saluda: lo que está viendo el Presidente es a un hombre de
muchos años que tiene algunas dificultades en su movilidad, que no ve ni
escucha bien.
Lo invita a sentarse, el Presidente tiene frente a si al General de mayor
prestigio de las Fuerzas Armadas, veterano de guerra y a él se dirige:
“Lo hice llamar porque quisiera un informe suyo sobre el estado de Nuestras
Fuerzas Armadas, aire, tierra y mar. Un país vecino nos provoca a una guerra,
militarmente no es un enemigo para nosotros, pero tiene frontera común con
otros países que le suministran armas, el verdadero enemigo está aquí.
Quisiera conocer el pensamiento de nuestros generales, oficiales y tropa, su
moral, su preparación y entrenamiento.
Si la propaganda que a toneladas se desparrama por el mundo ha filtrado en
nuestros cuarteles, si existe unidad entre mandos y tropa.
Si cuenta con el armamento suficiente, y qué opinión tienen sobre este
gobierno.
Quiero tener un informe total, para eso lo he llamado”.
Toda pregunta estaba de más. Las órdenes eran precisas y concretas.
Lo que quedaba del viejo General, se levantó como pudo, se cuadró y se
despidió, ni bien salió lo esperaban para decirle que tenía a su disposición
aviones y helicópteros, todo estaba previsto; sólo atinó a preparar mentalmente
su plan de operaciones, durante el vuelo hablaría a su casa para avisar que
estaría ausente varios días y que tendría informada a su esposa, misión de
carácter secreto y con poco tiempo.
Todos los días visitaba bases militares y anotaba, no se cansaba de preguntar.
Procuraba no llamar la atención, simulaba una visita de inspección, cosa
corriente en las Fuerzas Armadas.
Conocía muchas bases y conoció a sus mandos, los observaba mientras hacía
preguntas.
Prestigio y respeto hacían desaparecer las falencias físicas, lo despedían con
honores.
Al término de su Misión, después de 10 días de intensa actividad, regresó a su
casa, saludó cariñosamente a su esposa, preguntó por sus hijos, nueras, nietos.
Se enteró de las novedades familiares y domésticas -que sería bisabuelo-, se
sonrió, se aseó un poco, pidió algo para tomar y fue a su escritorio a preparar
el informe.
Se tomó el día, su informe lo puso bajo sobre cerrado y con carácter de
“Urgente y Secreto”.
Tomó el avión, se hizo llevar a la Presidencia, se anunció, lo hicieron pasar
inmediatamente.
Saludó al Presidente, le dijo: “Misión Cumplida”, y le entregó el sobre. El
Presidente lo tomó, lo guardó en su portafolio, se lo agradeció diciéndole:
“Esta noche en casa, más tranquilo lo leeré. ¿No le molesta si lo llamo
nuevamente?”
– Las veces que lo considere necesario, señor Presidente.
Se saludaron, emprendió el regreso a casa, se quitó el uniforme de fajina y le
dijo a su esposa: “Lávalo y plánchalo, uno no sabe que otra cosa se le puede
ocurrir a un Presidente”.
Informe del General
“Encontré buen equipamiento y una elevada moral en mandos y tropa, están
informados de la situación y dieron sus opiniones, son conscientes de lo que
está pasando.
Primera recomendación: Realizar reuniones periódicas, entre Fuerzas Armadas y
Gobierno.
Segunda recomendación: Que nuestras fuerzas armadas tomen contacto con las que
otros países, incluyendo a quienes sabemos son enemigos.
Tercera recomendación: Aumentar la capacidad operativa de las tres armas y
dotarlas de armamentos de última generación, para defendernos.
Se nos empuja a ir a una guerra siendo los enemigos países que proveen de armas
a quien nos quiere atacar, eso es lo que buscan nos llevarían a una guerra
mundial.
Ultima recomendación: Si cada habitante de nuestro país llegara a tener,
alimentos, trabajo, salud, educación, vivienda, vida digna, tendrá usted en el
pueblo a un ejército invencible; tome como ejemplo lo acontecido en Vietnam.
Y que sea el pueblo organizado quien recorra el mundo dialogando y debatiendo
con otros pueblos, y nuestro mayor orgullo será oír a nuestros ejércitos
populares y de pueblos decirles a los demás: ‘En mi país vivimos mejor que
ustedes’.
Conclusión: Un pueblo consciente y organizado conjuntamente con las Fuerzas
Armadas constituyen el arma principal frente a acontecimientos que tanto
preocupan al Señor Presidente”.
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