De estos diez años últimos resalto la propuesta y el lugar en que se dispuso el semanario EcoDias, en una ciudad monopolizada por un “único medio escrito”. No reniego de otros medios que existen, viven y luchan en el espacio público. Leo lo que “se dice”. Tal vez EcoDias construyó su mirada desde un cuerpo / ideológico distinto, logrando con este proyecto editorial recorrer otros espacios, salir de un centro absurdamente sobrecargado de datos para escuchar, dar cabida y voz a los múltiples lugares y sujetos por donde ocurre la vida. A la manera como dice el artista uruguayo Camnitzer, “como un artista que construye una misión, la de ayudar a que la sociedad sea capaz de crear sin intermediarios” . Paradójico, ya que EcoDias es un medio escrito. Sin embargo, temas, formato, conflictos, cuestiones no nacen sólo de su propio pensar la realidad sino gracias a las voces que escucha, los sitios y las personas que reconoce, las problemáticas que denuncia.
Relaciono con el campo del arte ya que en estos diez años, como un viento que nos mece a todos, se inician en la ciudad acciones y proyectos dispuestos a participar en las llamadas ecologías culturales, mediante la implementación de formas de colaboración asociando a individuos e instituciones de diferentes barrios, comunidades, edades, clases, disciplinas para permitirse pensar y reflexionar sobre posibles o urgentes modificaciones a estados de cosas locales o del lugar de convivencia. Esto que el campo del arte llama construcción de estéticas relacionales se ha visto reforzado por publicaciones, archivos, exhibiciones que son imprescindibles para hacer visible a los actores, espectadores, usuarios los interrogantes y problemáticas auscultadas.
Como parte de este horizonte común, EcoDias se encuentra y colaboró a destacar objetos fundantes de nuestra cultura nacional y local, si entendemos por tal “un conjunto de ideas, si, más o menos articuladas, un patchwork más o menos bien tejido, pero también un repertorio de acciones con que se encuentra el participante de una escena al momento de actuar, repertorio que se vincula a un conjunto de formas materiales y de instituciones que facilitan la exhibición y circulación de cierta clase de productos y que favorecen un cierto tipo de encuentro con los sujetos a los que están destinados” (Reinaldo Laddaga).
Objetos fundantes, vitales, descarnados, dolorosos, esperanzados, urgentes. Partes de la vida, la memoria, lo que se oculta y como el sol no hay mano o tiempo eternos que lo tape. Entre otros:
La Escuelita en el camino de la Carrindanga, resurgida cada 24 de marzo con el gesto, la palabra, las imágenes y la perseverancia que enseñan las Madres y Abuelas.
El Escuelazo por una escuela pública del año 2002 y el repertorio de afiches que alumnos y profesores de la Escuela de Artes Visuales construyó en las paredes de Bahía y que EcoDias publicó semana a semana.
La función pedagógica de los medios gráficos al utilizar la herramienta de las campañas que reclaman, investigan, preguntan por el aire, el agua, los residuos, las cloacas, el transporte en nuestra ciudad.
Las bibliotecas populares en los barrios, saber de ellas, su territorio como parte de una educación pública apuntalada por el esfuerzo de todos pero sobre la que hay que reclamar como gota que orada la piedra a los gobiernos locales, provinciales y nacionales.
Mil Macetas del año 2008, jornadas en que diversos grupos reconociéndose parte de la cultura bahiense se convocaron preguntándose sobre la ciudad, la posibilidad de generar y formar parte de los espacios, utilizando lo público y múltiple que nos pertenece, conformando una red desde la que se puedan reclamar políticas públicas, distribución de los medios para gestar proyectos, capacitaciones, instituciones abiertas, organizaciones barriales.
Todos estos objetos fundadores de nuestro presente y seguramente otros, están vivos y continúan reclamando y poniéndose a disposición de los ciudadanos para ser refundados, continuados, legados a los más jóvenes. Con ellos, EcoDias cumple 10 años.

Cristina Alvarado es docente.