El
mundo “Tierra” está sumergido en una espantosa crisis (cambio climático) y la
especie humana se debate en una crisis de carácter espiritual, ética y moral
sin precedentes en la historia de la humanidad.
La destrucción de la naturaleza y la del hombre -como género humano-, al no
haberse resuelto para quienes habitamos esta tierra, las necesidades
fundamentales del desarrollo consciente de sus riquezas y las del trabajo, que
cumple como función social en toda civilización, al desvirtuarse el verdadero
concepto de que al trabajo como función social debía acompañarlo la
distribución social de lo que el hombre produce, creó un sistema -capitalista
de producción- que entró en crisis, y no una coyuntural que se produce cada
tantos años, sino una crisis estructural sin que hasta el día de hoy podamos
decir que el mundo (naturaleza y ser humano) encontró su respuesta y salida.
En medio de este descalabro mundial que estamos viviendo, la economía es una
ciencia y se convirtió en el motor de la historia.
Es notorio pensar que el factor científico y tecnológico sea lo primordial con
sentido social y humano, cosa que no acontece; dividido en unos 200 países, la
problemática es distinta en cada uno, pero el entramado económico, financiero,
social y político es para todos satisfacer las necesidades de sus pueblos. Por eso,
la lucha es que los pueblos manifiestan su indignación.
Los enfrenta, a cada país, a pueblos contra sus gobiernos.
El mundo está dominado por una clase social que no representa a su conjunto y
solo responde a los intereses de su clase,
Es inevitable el choque, hay un mundo que se cae y hay otro que pugna por
nacer, por eso titulo esta nota “El árbol de la vida”.