La iniciativa, que busca visibilizar los casos de violencia por razones de género, femicidios, transfemicidios y travesticidios, debe ir más allá del levantamiento de banderas partidarias y políticas: Se trata de una realidad que miles de personas atraviesan en su día a día, de las cuales solo un porcentaje llega a los medios de comunicación, y aún menos consiguen un resultado cercano al concepto de justicia.

Según los datos del Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano”, coordinado por la Asociación Civil La Casa del Encuentro, desde el 3 de junio de 2015 al 28 de mayo de 2023, se produjeron 2282 femicidios y vinculados de mujeres y niñas, 58 trans/travesticidios y 214 femicidios vinculados de varones adultos y niños. 2691 hijas e hijos quedaron sin madre, de los cuales un 61% es menor de edad.

De ese total, se desprenden 121 casos en los que las víctimas fueron adolescentes de entre trece y diecisiete años: Siete habían realizado la denuncia correspondiente; 44 presentaron indicios de abuso sexual; tres fueron víctimas de violación grupal; tres eran migrantes; dos, en presunción de prostitución o trata; nueve eran integrantes de pueblos originarios; cuatro, murieron en manos de fuerzas de seguridad; y trece casos aún no registran detenidos.

Así, falla el sistema. Uno que empodera a las masculinidades y valida sus accionares violentos, ocultándolos o naturalizándolos para que, ante cualquier disconformidad, sea la misma sociedad la que aplaste las denuncias.

La exigencia de cada año es de libertad. De romper esos patrones, esos pactos, y manifestar que el cuerpo de cada persona es individual, sobre el que solo ella puede decidir. Se trata de recuperar un espacio público que muchas veces se presenta como un escenario de crímenes e injusticias, para transformarlo en un lugar seguro para la expresión de las diversas voces. De visibilizar la importancia de las tareas de cuidado y las tareas domésticas, de cobrar un sueldo digno, de la correcta y efectiva implementación de la Educación Sexual Integral, del respeto de las comunidades originarias, de vivir sin condicionamientos ni exigencias basadas en creencias arcaicas de género.

Se trata de reivindicar el derecho a elegir, a crecer profesionalmente, y a recordar los nombres de aquellas que murieron por desempeñar tareas de forma precarizada, por malapraxis médica o a manos de violentos.

Las respuestas y soluciones significan un cambio integral en las estructuras de la justicia, y del Estado. Mientras tanto, en las calles, en los barrios, en los lugares más alejados y en la privacidad de la vida cotidiana, a las mujeres y diversidades las siguen salvando sus amigas. Las que acompañan a un hospital, a hacer una denuncia, o prestan tiempo y explican con amor cuáles son los signos de maltrato que no se deben tolerar, o por qué es fundamental quitarse la venda de los ojos para ver los pormenores de una crianza marcada por estos estereotipos.

Las que se organizan en grupo para brindar ayuda a las personas en situación de vulnerabilidad, que organizan comedores o merenderos para dar alimentos, que capacitan y dan herramientas para actuar ante casos de violencia, las que adoptan el lugar de familia, de refugio, de grupo de pertenencia.

Salvan las amigas, salva el trabajo en red, y las conquistas de derechos que se concretaron son la pauta de que miles de voces en las calles hacen eco en todos los rincones. Y esos ecos, generan cambios.

Autor: Redacción Ecodías