Ambos filósofos, el primero se volvió loco, no alcanzó a desentrañar los
enigmas que se les planteaban a los filósofos en su búsqueda de la verdad, en
cuanto la filosofía es la ciencia que busca la verdad.
Marx en cambio en su análisis y crítica a la Filosofía Clásica no se queda en
la interpretación de la Historia de la filosofía, sino introduce la cuestión de
cómo cambiar la historia y el rol de la clase social que debía hacerlo.
Antes la clase obrera, hoy el proletariado mundial que incluye a pueblos
marginados del mundo.
En 200 países que conforman y ocupan espacios terrestres en nuestra tierra,
salvo unos 10 que han buscado caminos alternativos, los 190 restantes están
sumidos en la anarquía y el caos provocado por el modelo de producción
capitalista en que viven, de acuerdo a la intensidad de la crisis que soportan
las contradicciones, sean de baja o alta intensidad -es un callejón sin
salida-.
En esos 200 países viven unos 7.500 millones de seres entre los que 6 mil
millones o más viven en condiciones infrahumanas, a eso debe agregarse que
quienes con impunidad dominan a los terráqueos, han agredido a la Madre
Naturaleza.
Esto conlleva el genocidio mundial y exterminio de la vida en el planeta, todo
esto visto y tolerado por quienes vivimos en él. Pero la rebelión de los
pueblos se está haciendo sentir y en la misma medida en que las crisis en que
están inmersos se profundiza, en esa misma medida crecen las resistencias al
modelo.
Y esa rebelión de los pueblos que arrastra a millones de personas introduce
algo nuevo, que la filosofía moderna tampoco alcanza a interpretar. A las
viejas estructuras, tanto económicas como políticas, concentradas en una clase
social que devienen de lo que conocimos como la revolución francesa, Marx las
estudió y les dio su verdadero significado y carácter de clase, al denominarla “la
Revolución burguesa de Francia”.
Necesitamos un nuevo Marx… ¿Para qué? ¿Acaso no está pariendo la humanidad un
nuevo mundo?