Lo de Papel Prensa se produce en el tiempo de las barajas mezcladas. Hoy ya no es como ayer. Las izquierdas no son lo que eran. Tampoco la derecha. En medio de esa mezcla los que aparecen como firmes en sus convicciones son los que poseen el poder económico y el surgir de quienes desafían enfrentarlos. Es el caso de Papel Prensa.
El informe de la Comisión Investigadora “Papel Prensa: La verdad” -creada por el Gobierno Nacional- coloca a la luz una serie de hechos que estaban en el nivel de los rumores. Junto a ellos, inefable, aparecen las interpretaciones. Separar unas y otras es introducirse en el caos de la revisión del pasado. De una historia recibida de una forma. Una versión creída y que ahora se objeta.
El caos no es tan desastroso como se lo promociona. Según el Génesis es desde donde Dios creó el universo y todo lo que en él existe. Con las barajas mezcladas, un caos, desde lo de Papel Prensa surge una toma de posición que apunta hacia una mayor institucionalidad en la Argentina. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner deriva el caso a la Justicia y un proyecto al Congreso.
La decisión de la Presidenta no se toma con la seguridad de tener apoyo en la Justicia ni la mayoría en el Congreso. No es un lanzarse al aire sin red sino que toma el riesgo de que en ambos espacios no encuentre el apoyo que anhela. Algo similar hizo el año pasado con el tema de las retenciones. Pudo decidirlo por su cuenta. Hubiera sido legal. Sin embargo, siguió el camino de mayor institucionalidad. Perdió por un voto dado por su vicepresidente. Ejemplo de las barajas mezcladas.
El Poder Judicial deberá analizar los datos ofrecidos por el informe “Papel Prensa: la verdad”. Si se analiza cómo los jueces han actuado en el pasado, no hay ninguna seguridad que puedan desprenderse de favorecer al poderoso, en este caso las empresas. Tendrán que luchar contra su ADN. Aplicar lo justo no le será una tarea fácil ya que, como otros sectores de la sociedad, su visión está empañada por interpretaciones sutiles y prejuicios declarados.
En el Congreso los legisladores y legisladoras deberán luchar entre la discusión de la realidad de los medios en la sociedad actual y sus aprontes de presunta oposición transformada en opositores. Es una descripción de lo que tendrán que afrontar al examinar su estado actual, pero no es una nota pesimista. En el reciente debate sobre el matrimonio igualitario demostraron que son capaces de investigar, armar posiciones coherentes y también de cambiar posiciones tomadas con otros fundamentos. Argentinos y argentinas nos encontramos ante la posibilidad de un debate fructífero que redundará para bien del país. Será la oportunidad de afirmar la institucionalidad.
Puede que las barajas queden menos mezcladas, o quizás más mezcladas, pero en otra dimensión. La realidad del caos -o de cierto caos- es un hecho cuando las sociedades apuntan a su crecimiento. El establecimiento de una nueva forma de ser pasa por la revisión de la interioridad. Un camino donde quedan elementos del pasado que ya no sirven o que nunca sirvieron, y que ahora tomamos conciencia de ello.
La presidenta, al optar por estas dos instancias, acepta el reclamo generalizado de mayor institucionalidad. Queriéndolo o no, apuesta al crecer en madurez. Es cierto que la propuesta no es lo que reclamaba alguna dirigencia. La que anhela el quedantismo. El seguir cubriendo con un manto inamovible la discusión de los temas claves de un país. El apego a una interpretación del pasado. El Congreso y la Justicia tendrán la responsabilidad de seguir construyendo un país más digno y más esclarecido.

Aníbal Sicardi es director de la Agencia de Noticias Prensa Ecuménica.