Pocos
eran los que pensaban que a Irigoyen lo derrocarían en su segunda presidencia
con un golpe de estado. Sé que fue un paseo de los militares hacia la casa de
gobierno.
La primera presidencia fue buena, en la segunda jugaron los intereses de la
Shell (británica) y la Standard Oil (Estados Unidos).
El terremoto político en la Argentina ocurrió el 25 de octubre en la primera
elección que sorprendió a todos y despertó a los peronistas de su letargo
(soberbia, engreimiento, burocracia y corrupción).
La gente que apoyó y votó en la primera y segunda vuelta dejando a un lado las
diferencias internas del peronismo, tanto como los que aún estando dentro del
peronismo no apoyaron a Scioli, quienes votaron en contra, no supieron medir
las consecuencias y los efectos que en poco tiempo todo el pueblo lo sentirá en
carne propia.
Y esto se dio con un 50 por ciento en contra y, dada la realidad económica
financiera social que se está desarrollando en el mundo, es muy difícil que
Macri logre lo que no pudieron hacer en España, Grecia, Portugal.
La derecha sigue impuesta en nuestro país, pero veo difícil que pueda gobernar,
la marea humana de los pueblos no le permitirá hacernos retroceder a aquellos
años 30.
Lo que se votó es un candidato de la burguesía nacional, en busca de nuestra
identidad nacional latinoamericana, democrática, pues bregará por los derechos
humanos, la inclusión de sectores populares marginados del poder y otro candidato
que quieren que la Argentina vuelva a su periodo de colonización y dependencia
de los poderes del capitalismo.
La participación del pueblo, su clase obrera, los movimientos sociales, no
alcanzaron a modificar los resultados.
Si Macri no puede imponer su política -al estilo Menem-, estamos en la antesala
de un retorno de la dictadura militar, que se verá obligada a pedido de Macri a
restaurar el orden y después se quedará con el poder.
Si la inflación se descontrola antes de fin de año y los precios aumentan
exageradamente, será la primera prueba que someterá al gobierno burgués, y lo
que quede del peronismo burgués, que los pueblos van por un lado y ellos por
otro.
Si se devalúa el valor del peso, será un ajuste, tendremos menor poder
adquisitivo y, los jubilados como ciertas conquistas sociales se contraerán.
Es difícil predecir que es lo que va a pasar, habrá nuevos reagrupamientos, se
pretenderá encauzar los estallidos sociales para contenerlos, dentro de un
contexto burgués capitalista: se votó a contrapelo de la historia.
Del acervo gauchesco: “Un tropezón no es caída”.
Lamentablemente no tuvimos, no tenemos una fuerza política que logre unificar
el pensamiento del pueblo.
Vuelvo al refranero criollo: “Donde hay yeguas, potros nacen”.