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Alma y conciencia
Categoría: Opinión

Año 1934, plena cosecha en el campo, calor insoportable.
Mi abuelo sacó su reloj de bolsillo, las 13.30, me llamó diciéndome:
“Despertalo a Abraham”.
Se trabajaba de sol a sol; a mediodía un almuerzo y quien podía se tiraba unos
minutos bajo un árbol o debajo de la chata.
Allí estaba durmiendo profundamente mi tío Abraham, lo intenté despertar, lo
sacudí, al despertarse me dijo: “Cuando duermo, mi alma se va al cielo, vos
venís y me sacudís tan fuerte que no da tiempo a mi alma a que retorne a mi
cuerpo; algún día me quedaré sin alma”.
Creo que la palabra en hebreo “neshome” significa alma.
Conciencia es otra cosa, Domitio le explicaba a Sócrates la diferencia que
había entre lo bello y lo hermoso.
La semana que transcurrió fue intensa, preparé y envié una voluminosa carpeta
al embajador ruso, que tiene un doctorado en Geografía. Le envié estudios,
proyectos y acuerdos suscriptos entre la Academia de Ciencias de la URSS y la
Universidad local. También mi colaboración con empresas rusas (Central
Termoeléctrica y Dragado), desconocidos para él.
Fueron dos o tres CD con mis obras en materia de arquitectura religiosa del
mundo y, entre ellas las de dibujo y pintura de unas 200 iglesias y monasterios
rusos y un pequeño libro derivado de mis escritos publicados en Civilización y
Barbarie (página de Facebook).
Llevo cierto tiempo dedicado a librar una intensa batalla campal conmigo mismo
y con mi conciencia.
Me inicie políticamente adhiriendo a los principios de la Revolución Rusa
(Bolchevique), me sumé siendo aún un niño a defender la República Popular de
España (guerra civil 1936/39); al declararse la guerra entre la Alemania Nazi y
la Rusia Soviética me quise alistar como soldado raso en el Ejército Rojo; viví
pendiente de la guerra civil en China, que duró 20 años y puso a Mao Tse Tung en
el poder, adherí a la revolución Cubana (1959), todo esto y mi condición de
clase (campesino y pobre), marcaron mi destino de Soldado de la Revolución.
70 años se cumplieron de la segunda guerra mundial, la URSS perdió 28 millones
de sus hijos.
Salvo en Rusia, ningún país de los aliados de antes lo celebró, al contrario.
De la guerra fría desde 1945 hasta ahora, están pasando a la guerra caliente
contra la Rusia actual.
Los ideales y principios por los que di mi vida se perdieron bajo formas
distintas, las luchas de clases se desarrollan hoy en el mundo y bajo otras
condiciones.
Eso me llevó a librar batallas en mi fuero interno cuyas heridas (como las
Venas Abiertas de Galeano), no han cicatrizado.
Y en medio de esa batalla, encontrar los nuevos caminos revolucionarios, tomar
conciencia de la realidad económica, social y política, desentrañar sus
misterios y encauzar las luchas que vendrán, es una puja constante entre yo y
mi conciencia.
“Que yo no me’i de entregar aunque vengan tuitos juntos” (Del poema hernandario
del Martín Fierro).
He luchado contra las desigualdades e injusticias, lo mismo que el Quijote de
Cervantes, los dos perdieron, el sistema pudo más que ellos.
Hoy los pueblos están despertando, en cada país se levantan contra las
injusticias de sus gobiernos, mientras a nivel mundial se libra otra batalla
que cambiará al mundo.
Las dos tienen como objetivo crear un mundo mejor, más humano, más social.
Quienes tratan de impedirlo, no lo lograrán.

Año 1934, plena cosecha en el campo, calor insoportable.
Mi abuelo sacó su reloj de bolsillo, las 13.30, me llamó diciéndome:
“Despertalo a Abraham”.
Se trabajaba de sol a sol; a mediodía un almuerzo y quien podía se tiraba unos
minutos bajo un árbol o debajo de la chata.
Allí estaba durmiendo profundamente mi tío Abraham, lo intenté despertar, lo
sacudí, al despertarse me dijo: “Cuando duermo, mi alma se va al cielo, vos
venís y me sacudís tan fuerte que no da tiempo a mi alma a que retorne a mi
cuerpo; algún día me quedaré sin alma”.
Creo que la palabra en hebreo “neshome” significa alma.
Conciencia es otra cosa, Domitio le explicaba a Sócrates la diferencia que
había entre lo bello y lo hermoso.
La semana que transcurrió fue intensa, preparé y envié una voluminosa carpeta
al embajador ruso, que tiene un doctorado en Geografía. Le envié estudios,
proyectos y acuerdos suscriptos entre la Academia de Ciencias de la URSS y la
Universidad local. También mi colaboración con empresas rusas (Central
Termoeléctrica y Dragado), desconocidos para él.
Fueron dos o tres CD con mis obras en materia de arquitectura religiosa del
mundo y, entre ellas las de dibujo y pintura de unas 200 iglesias y monasterios
rusos y un pequeño libro derivado de mis escritos publicados en Civilización y
Barbarie (página de Facebook).
Llevo cierto tiempo dedicado a librar una intensa batalla campal conmigo mismo
y con mi conciencia.
Me inicie políticamente adhiriendo a los principios de la Revolución Rusa
(Bolchevique), me sumé siendo aún un niño a defender la República Popular de
España (guerra civil 1936/39); al declararse la guerra entre la Alemania Nazi y
la Rusia Soviética me quise alistar como soldado raso en el Ejército Rojo; viví
pendiente de la guerra civil en China, que duró 20 años y puso a Mao Tse Tung en
el poder, adherí a la revolución Cubana (1959), todo esto y mi condición de
clase (campesino y pobre), marcaron mi destino de Soldado de la Revolución.
70 años se cumplieron de la segunda guerra mundial, la URSS perdió 28 millones
de sus hijos.
Salvo en Rusia, ningún país de los aliados de antes lo celebró, al contrario.
De la guerra fría desde 1945 hasta ahora, están pasando a la guerra caliente
contra la Rusia actual.
Los ideales y principios por los que di mi vida se perdieron bajo formas
distintas, las luchas de clases se desarrollan hoy en el mundo y bajo otras
condiciones.
Eso me llevó a librar batallas en mi fuero interno cuyas heridas (como las
Venas Abiertas de Galeano), no han cicatrizado.
Y en medio de esa batalla, encontrar los nuevos caminos revolucionarios, tomar
conciencia de la realidad económica, social y política, desentrañar sus
misterios y encauzar las luchas que vendrán, es una puja constante entre yo y
mi conciencia.
“Que yo no me’i de entregar aunque vengan tuitos juntos” (Del poema hernandario
del Martín Fierro).
He luchado contra las desigualdades e injusticias, lo mismo que el Quijote de
Cervantes, los dos perdieron, el sistema pudo más que ellos.
Hoy los pueblos están despertando, en cada país se levantan contra las
injusticias de sus gobiernos, mientras a nivel mundial se libra otra batalla
que cambiará al mundo.
Las dos tienen como objetivo crear un mundo mejor, más humano, más social.
Quienes tratan de impedirlo, no lo lograrán.

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2015-09-08 00:00:00
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