El cuarto desfile de San Patricio vistió de verde calles, plazas y bares de la
ciudad, música y poesía, como cada 17 de marzo.
“Esta idea empezó cuando en 2015 hice una marcha unipersonal, salí con la
gaita por las calles de Bahía Blanca, recuerdo que era un día martes, hice un
recorrido que terminó en el Teatro Municipal, la gaita es un instrumento que
está hecho para ser tocada al aire libre, no sé por qué lo hice, quizás porque
algo dentro me lo indicaba y eso me impulsó”, cuenta Enrique Boland, creador y
organizador del evento.
Más de 100 apellidos de nuestra región están vinculados con la comunidad
irlandesa, que a diferencia de muchas otras migraciones cuenta entre 150 y 200
años de antigüedad.
Una fecha en el calendario
San Patricio fue un misionero cristiano irlandés, quien ostenta el título de
patrono del país. A él se le atribuye la explicación de la existencia de la
Santísima Trinidad con un trébol. “Queremos que se convierta en una fecha
dentro del calendario local, es abierta a todo público y no se necesita ser
descendiente irlandés”, reflexionó y reconoció que la ciudad tiene una impronta
de esta ascendencia, con grandes similitudes en sus inicios tal como compartir
la religión católica, cuestión por la que fueron perseguidos en su territorio.
Lincoln, 9 de julio, San Nicolás y Venado Tuerto son localidades que han sido
marcadas por la impronta irlandesa. “Los actos brownianos son parte de la
identidad irlandesa, Guillermo Brown, uno de los héroes de nuestro país tiene
este origen”. El desfile representaría la recuperación de esta memoria, la
música y la poesía como artes que se ponen al servicio de esta necesidad y de
esta identidad. “Hay muchas prácticas cotidianas en nuestras familias que están
vinculadas con lo irlandés, lo hemos vivido de esta forma, por eso esto es
levantar la mano y decir estamos acá simplemente”, afirma con humildad el
músico. “Aprovechamos la ocasión para hacer un acto divertido, leer poesías y
hacer música para hacer un desfile, sin pretensión”.
Los irlandeses que llegaron a Argentina, traían su capacidad de trabajo, su
religión, y su estilo de vida vinculado a los ferrocarriles y el campo. “Fueron
tratados como ciudadanos de segunda en Inglaterra, llegaban con sus pasaportes
ingleses pero no eran considerados ingleses para ellos”. La inmigración fue muy
importante durante la primera mitad del siglo XIX, muchas de las ciudades del
norte de la provincia de Buenos Aires y del sur de Santa Fe reciben la
corriente migratoria. La llegada de irlandeses fue promocionada desde
Argentina, “y por el lado de allá, estaban siendo castigados por la hambruna,
muchos de ellos llegaron muriéndose en el camino, y en este país, tenían la
posibilidad de ser pastores, de ser granjeros, de ser trabajadores en las
empresas inglesas que se iniciaban como en el ferrocarril y Aguas Corrientes,
empresas frigoríficas, empresas petroleras, y de ejercer libremente el
catolicismo”.
Crecimiento
Después de aquella ocasión donde Boland tomó la gaita y recorrió unas cuadras
en una marcha solitaria, la Asociación Argentino Irlandesa, amigos y
simpatizantes impulsaron la realización de un desfile. Caminaron junto a
curiosos y peatones hasta el Teatro Municipal, en el mismo participaron en las
lecturas poéticas Marina Kohon y Lucrecia Boland, se contó con la música de
René Horacio Brignoni, Osvaldo Tonietti, Bruno Cimatti, Martín Vaquero, Carlos
Navarro y Maxi Medina.
“La fecha la tomamos como una ocasión para reunirnos con amigos, para compartir
un buen momento en el encuentro”, afirmó Boland. La cultura irlandesa parece
ser poseedora de una música en movimiento, alegre, “sí, muchas son danzas y
también tiene música que, como todo pueblo, expresa su dolor, es un pueblo que
tuvo 700 años de opresión por parte de Inglaterra, de conquista y de
marginación, fue muy castigado”. Varias revueltas fueron apagadas con muchísima
violencia, tal como la de 1798 y la de 1916, que después desemboca en la
independencia. “Tenemos bastantes aspectos en común con Argentina, que es el primer
país que reconoce la independencia de Irlanda” y comenta, como dato curioso,
que en ese alzamiento de Pascua quien izó la bandera fue un argentino
descendiente de irlandeses, EamonBulfin,
que vivía en Irlanda.
Colonos, inmigrantes, habitantes transitorios y permanentes, la colectividad
refleja una cuestión relacionada con la identidad y con la ciudadanía, concepto
que evolucionó en diversos términos en el último siglo. “La gente se movía
muchísimo, venían a Argentina, se iban a Brasil o Estados Unidos”. La Irlanda
del siglo XXI acarrea una historia de territorio, muy pequeño, de norte a sur
implica 400 kilómetros y de este a oeste 200 kilómetros, representó el portal
de ingreso a Europa. En su peor época, marcada por el hambre, contaba con 9
millones de habitantes y se redujo a 4 millones, entre inmigraciones y muertes.
“Es un lugar con personas de distintos orígenes, conviven muchas etnias, en el
momento de los transatlánticos era una parada obligada como así también con los
vuelos, tiene una posición estratégica”.
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