La obra del dr. Ricardo B. Sentoni, abogado y docente, intitulada Relaciones equidémicas, es un ensayo y como tal, según su naturaleza, constituye una exposición resumida de un tema por demás importante.
No creo necesario que tal tipo de núcleo de interés selectivo requiera la extensión de un manual o un tratado, porque sus ideas, glosadas de tal modo, constituyen un andamiaje completo, una estructura integral y acabada, con elementales y esenciales contenidos, armonizados en el contexto y sin descuidar aristas relevantes con la que se puede componer la democracia como sistema o “forma de vida”, según su propia expresión.
He sostenido en publicaciones anteriores, de mi autoría, siguiendo la sugerencia del profesor Asti Vera, que, tratándose de investigación, es dable enriquecer el conocimiento con temas no muy trillados, máxime si se trata de la democracia, acerca de la cual tanto se ha escrito, en la historia del pensamiento político y en otras áreas del saber.
Sin embargo, en este caso, cabe la excepción a ese concepto porque es un trabajo que no descuida los contenidos posibles, en amplio horizonte, con respecto al tema en cuestión. Lo hace de un modo que merece un análisis positivo, que muestra las bondades del quehacer científico y, más todavía -lo que advierto en este caso- de una labor creativa que expresa ideas con originalidad. Quiero decir: una ideología en sentido genérico, que es inherente a todo ser humano, como lo enseñara Juan Cuatrecasas. Seguidamente, desarrollo el concepto:
Tradicionalmente, quienes han expuesto acerca de la democracia lo han hecho de un modo parcelado, generalmente. Ahora aparecen en este ensayo nuevos cursos, además de los basamentos históricos que ha tenido el análisis crítico. Advierto que en este trabajo hay una conjunción de cimientos, bajo el prisma de la ciencia política, de la filosofía -especialmente de la ontología, al tratar el tema de la naturaleza del ser, con su dignidad, en el supuesto de la persona humana-, de la historia y de una ciencia jurídica de avanzada que, remozada, nos expresa la concepción de las relaciones equidémicas, para lo cual se habla del equilibrio en los grupos de componentes totales de la sociedad, con especificaciones vinculadas a la república, al totalitarismo, a la pirámide de valores jurídicos y humanos y a la libertad, que es el clima en el cual se desenvuelven éstos.
La fase negativa, en nexo a la democracia, es la antidemocracia, el totalitarismo, la falta de participación en todos los niveles, los gobiernos que no respetan la dignidad de la persona, con lo que puede afirmarse -en mi opinión- que quien no respeta la ley, siendo gobernante es un tirano; no hay democracia donde existen esclavitud, la falta de responsabilidad y de movilidad social, como en el sistema frontal, cuya estructura social consiste en “señores”, vasallos y siervos.
Pero una cosa es el derecho que emana de la ley y otra la que emana del monarca; en la verdadera democracia el gobierno es el del orden jurídico, no de los hombres; entre los grupos y los individuos debe existir equilibrio sociológico, lo cual nos trae a colación lo expresado por Nicolás Avellaneda: “No puede haber en la Nación nada superior a la Nación misma”. Nosotros ya hemos opinado acerca de este equilibrio, en artículos jurídicos, pero al mismo tiempo hablamos del conflicto generador de derechos, pues en ocasiones -no siempre- del conflicto surgen reajustes democráticos.
La justicia, como valor, como la igualdad, han despertado en el autor una atención particular, pero asimismo incorpora ingredientes de la vida humana de naturaleza variopinta: la felicidad, la belleza, la riqueza genuina, la educación para la democracia; a más, señalo en especial, desarrollando lo anotado líneas arriba, el respeto -porque la dignidad consiste esencialmente en el respeto de los derechos y garantías-, la solidaridad, el derecho justo -entendiendo que la justicia es una meta constante, no un punto de partida para alcanzar la absolutamente, y que la igualdad implica desigualdades jurídicas para compensar otras desigualdades. Un personaje de Anatole France manifiesta que la majestad de la ley obliga a todos por igual a no hurtar pan, no mendigar en las calles y no dormir bajo los puentes de París; ricos y pobres están comprendidos en el concepto. Pero así se trata de un absurdo, dado que los ricos no tienen esa necesidad, al no tener las contingencias sociales de los pobres. Sin cobertura adecuada, el hombre puede ser empujado, por causas económico-sociales, al delito.
Relaciones equidémicas significa mucho de lo expresado. Especificado por el autor, “la democracia existirá cuando las conductas se interfieren entre sí, como resultante de numerosas interacciones humanas, donde prime la dignidad humana. Para precisar más esta situación, puede decirse que existe democracia siempre y cuando la relación interespiritual esté en equilibrio digno”, equilibrio dinámico ha de entenderse, en evolución, cuando hay respeto recíproco en las conductas. Por ello el autor del ensayo conceptúa a la democracia con el término equidemos, como característica primordial de un equilibrio popular, según las palabras del trabajo realizado por el dr. Ricardo B. Sentoni, una obra utilísima para estudiantes, profesores y también para el ciudadano, porque encierra un componente psíquico, educativo para éste y también para los legisladores, como lo enseñaba Aristóteles.

Eduardo Giorlandini es profesor e investigador universitario nacional de posgrado.