El mercado de los teléfonos móviles
llega a más de 65 millones de líneas. De estar destinados, en sus comienzos, a
clientes con altos ingresos pasaron a ser imprescindibles para los sectores
populares.

La telefonía móvil en nuestro país tiene una historia reciente que atravesó
cambios drásticos, comenzando por pasar de ser en sus comienzos un servicio de
lujo a un servicio de consumo masivo que tiene una penetración socioeconómica
de casi el 150 por ciento y llega a los sectores más postergados de la
sociedad.
Esto se puede ver claramente en la evolución del número de teléfonos celulares
en nuestro país. Cuando comenzó en 1993 el servicio, había solamente 13.312
teléfonos que escalaron a 6.283.728 siete años después. Ese gran aumento de
líneas se origina en las economías de escala de las empresas internacionales
fabricantes de equipos que les permite producir teléfonos más económicos.
Durante la crisis económica de 2001 el número de líneas móviles disminuyó 8 por
ciento y se recuperó en 2003 al registrarse 7.842.000 celulares. El mercado de
telefonía móvil siguió durante la década siguiente hasta llegar a más de 65
millones de líneas en la actualidad con 1,5 líneas de telefonía móvil,
aproximadamente, por habitante.
La oferta en nuestro país está compuesta actualmente por solamente cuatro
empresas: Claro, Movistar y Personal entre las que se distribuye en partes
similares el 97 por ciento del mercado, y Nextel que tiene el 3 por ciento
restante.
La evolución de la facturación de esta industria también es sorprendente. Pasó
de facturar $ 31 mil millones en el 2010 a $ 38 mil millones en 2011, $ 49.100
millones en 2012, y $ 62.500 millones en 2013. De esta última facturación
correspondió un 36 por ciento a Movistar, un 32 por ciento a Personal y un 23
por ciento a Claro, mientras que Nextel recibió el resto.
Desde el mes de abril del año corriente, las tres compañías que dominan el
negocio de los celulares eliminaron la posibilidad de una navegación ilimitada dentro
del país. Las empresas argumentan que el tráfico de datos aumentó enormemente
en los últimos años, por lo tanto si se sigue permitiendo navegación libre se
saturaría el servicio a pesar de las licitaciones de la red de 4G que se
realizaron a fines del año pasado.
De esta manera la implementación del servicio tiene un ritmo de alcance muy
lento en todo el territorio nacional ya que muchos de los aparatos que se
encuentran en funcionamiento no tienen 4G y para poder obtenerlo es necesario,
en la mayoría de los casos, cambiar el equipo o cambiar el chip si es que el
celular está preparado para este tipo de sistemas. Es decir las empresas tienen
como objetivo un 4G para pocos y ganancias abultadas para ellos. En relación
con esto, Héctor Polino, titular de Consumidores Libres, dijo que «el
servicio va a seguir funcionando igual de mal que siempre, con llamadas que se
cortan, dificultades en la navegación de internet, y hasta trabas para cambiar
planes».
Las empresas telefónicas al estructurar sus cobros en función de la cantidad de
datos consumidos y no con acceso ilimitado o con una tarifa plana, se
aseguraron mayores ingresos corporativos, aunque el abono sea exactamente el
mismo.
Se vislumbra una clara necesidad de un marco regulatorio más estricto, es decir
una ley que declare servicio público a la telefonía celular. De esa manera se
acotará la tendencia a la concentración en pocas empresas y se incentivará la
competencia.

Nota: este artículo fue publicado originalmente en semanario Trabajo y
Economía, en la edición de Tiempo Argentino