El licenciado Pablo Imen es docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires y también coordina el Departamento de Educación del Centro Cultural de la Cooperación.
En diálogo con EcoDias, se refirió a la situación de la universidad pública. Así, propone su reflexión sobre la educación, los cambios tras la abolición de la Ley Federal de Educación y de la necesidad de proponer un nuevo modelo educativo.
Según el docente e investigador de la UBA la lucha para cambiar la educación se debe dar hoy, comprometiendo a los trabajadores de la educación en un modelo educativo, democratizador y emancipador, “que suena bien en las palabras pero que es difícil concretar cuando ni el Estado ayuda ni la cultura dominante va en ese sentido. El desafío es ese: dar pelea”.
“Nuestra preocupación es ir desarrollando un proceso de articulación con las organizaciones sindicales docentes, básicamente con los docentes, para dar una lucha acerca de la escuela que queremos”, dice el licenciado Pablo Imen respecto al proyecto que están realizando a través del movimiento cooperativo junto a sindicatos docentes de varios puntos del país “para que no pase lo mismo que en Venezuela que están haciendo un proceso de cambio profundo y se encuentran con graduados universitarios que tienen otros objetivos”.

Ley ambigua
Para Imen existen diferencias entre la Ley Federal y de Educación Nacional que la reemplazó: “Esta ley no es exactamente lo mismo, además se le incorporan algunos aditivos discursivos que uno reivindicaría. Se la menciona como Derecho Social a la educación pero también se habla de Bien Público y de Derecho Personal. Es una ley ambigua y contradictoria”. Siguiendo con ejemplos que marcan las características de la ley, el licenciado dijo que “hay una injusta distribución en la carga de responsabilidad por el financiamiento y en los hechos se contradicen con las palabras que hablan de derechos de ciudadanía, derechos sociales, que dicen que este gobierno es el de los derechos humanos. Habría que exigirle en este punto más coherencia entre lo que se dice y lo que efectivamente se hace”.

Escuela sitiada que resiste
El año pasado el licenciado Imen presentaba en la ciudad el libro “La escuela pública sitiada”. Partiendo de ese título explicó sintéticamente a EcoDias algunos factores que ponen en esa situación a las instituciones escolares. El primero tiene que ver con la existencia de un contexto de desigualdad y pobreza que se expresa en docentes y alumnos pobres producto de un modelo neoliberal que al fracturar la sociedad genera una desfragmentación escolar: “Hay un cambio porque si bien la brecha de la desigualdad no disminuyó, disminuyeron los peores indicadores de pobreza y de desempleo. Si hubiese una acción más fuerte de redistribución de la riqueza a favor de los sectores populares, este proceso se aceleraría mucho más, depende de la voluntad del estado”.
También la escuela está sitiada, dice Imen, “porque no hay financiamiento suficiente ni se pagan los salarios que a un maestro le permitan no trabajar tres turnos y con su salario comprar libros para compartir la cultura con los chicos; porque el Estado decide una cantidad de cuestiones expropiando al propio docente su capacidad de definir los fines de su práctica y los medios con los que va a llevar adelante la educación…”. Una multitud de aspectos económicos, políticos, culturales y sociales llevan a esta situación escolar pero, se esperanza Imen “también la escuela resiste. Habría que escribir un segundo tomo -‘La Escuela resiste’- dando cuenta de experiencias donde los docentes sostuvieron la escuela pública como pudieron en esos años”.

El gran cambio
Volviendo al proyecto que involucra al movimiento cooperativo y sindicatos docentes, Imen contó que se encuentra dando los primeros pasos, discutiendo lo que no se discute y también corrigiendo errores propios: “Las organizaciones populares tenemos mucha dificultad para tolerar la diversidad. A veces somos más duros con el que tenemos algunas diferencias que con el antagonista, y ahí se complica mucho”.
Según explicó, el área de acción es la escuela con la universidad para ahí dar la batalla de democratización: “No podemos esperar el día del gran cambio para empezar a transformar la práctica en el aula y en la institución. Ese gran cambio llega cuando en cada lugar se producen cambios”.
Por último, el profesional señaló que la fórmula a la hora de realizar proyectos educativos alternativos a los actuales tiene que ver con tomar las buenas experiencias de antecesores y crear a partir de ahora lo que se quiere respecto a educación: “Recuperar las mejores tradiciones y tratar de inventar en este contexto qué prácticas educativas, qué modelo de organización sindical docente, qué política educativa exigir… empezar a asumir como propias y colectivamente estas preguntas”.