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Hijos del alma
Categoría: Interés general

 “La adopción no es fácil, ni en Bahía Blanca ni en ningún lado, pero merece la pena porque es maravilloso” (Sergio)

“Es como un embarazo muy complicado, que llega a buen puerto pero es complicado. Hay que tener paciencia y no desanimarse” (Bernardita).

De adopción poco se habla. El tema no ocupa las primeras planas, porque no es interés de muchos y porque alrededor de él giran una gran cantidad de mitos propios de la desinformación.
Pero para un grupo de familias es una dilatada espera, “un embarazo de siete años”, lleno de ansias por dar amor a hijos del corazón, a “hijos del alma”.
Presentamos en esta edición la primera de dos partes sobre el tema adopción.

Vivir y contarlo
A la hora de hablar de adopción en nuestra ciudad es necesario conocer el trabajo de una organización dedicada al tema.
MAMA (Movimiento de Ayuda a Matrimonios Adoptantes) es una organización no gubernamental que nació el 4 de mayo de 1985 en nuestro medio, con el objetivo de asesorar y contener a los futuros padres.
Bernardita Zamer y Carlos Guzmán son matrimonio, integran la comisión desde los comienzos, en el año 1986. Ellos adoptaron dos niñas.
“La agrupación empezó a partir de la inquietud de un grupo de mamás esperando para adoptar y algunas que ya habían adoptado. Los que esperaban, con la intención de nutrirse de la experiencia de los otros, y los que ya tenían chicos para compartir las dudas”, explica Zumer.
La fundadora de MAMA fue Estela Giordano. En los primeros tiempos los encuentros eran en la casa de Giordano, donde los matrimonios llegaban por el “boca en boca”, algunos se enteraban por los medios, o través de la promoción de las actividades, en su mayoría charlas. A veces eran invitados por conocidos. Otras, el mismo tribunal recomendaba acercarse al grupo.
“De adopción no se habla, y quien le toca vivirlo no tiene contención, lo puede charlar con algún familiar que por ahí lo acompaña, pero si lo comenta con algún amigo o compañero de trabajo, muchas veces le contestan que para qué se va a meter en eso. Hay mucho mito, prejuicio e ignorancia del tema”.
Actualmente, el lugar de reunión de MAMA es la Sala de Prensa del municipio, donde se reúnen los segundos y cuartos sábados de cada mes, de marzo a fines de noviembre.
Al igual que hace 24 años atrás, todos los futuros o flamantes padres, llegan con las mismas dudas.
“A los que se acercan al movimiento se le brinda información de cómo se tienen que inscribir, dónde, cómo se arman las carpetas, porque todos los juzgados normalmente tienen la misma documentación para presentar”, detalla Bernardita.
Normalmente hay un grupo de veinte personas pero el número varía, con un promedio de cuatro nuevos matrimonios ingresantes, la mayoría de ellos en lista de espera. Una vez que reciben su hijo o hija, la mayoría abandona el grupo.

Hijos del corazón
“Adoptar es tener un hijo, sin haberlo llevado en la panza”, fue la definición de Carlos de lo que significa adoptar.
“Tener un hijo es un acto de amor, pero tener un hijo del corazón es atravesar por mil dificultades, invertir mucho tiempo y dinero, papeles, luchar contra la decepción, recorrer juzgados y esperar. Esperar el turno, esperarlo, pelear por tenerlo. Y cuando se recibe el llamado, dejar todo -incluyendo trabajo-, para estar el tiempo que sea necesario en una ciudad, lejos de la casa, con la esperanza puesta en que esa vez será real”, agrega este papá.
A pesar de conocer que son muchos los matrimonios que se ofrecen para recibir un niño o niña, es importante aclarar que no siempre son adoptables. He aquí uno de los mitos más conocidos.
“Hay una falsa creencia de la población o de los medios de comunicación, que ven los hogares de menores abarrotados de chicos de todas las edades, o un montón de chicos dando vueltas y dicen que no hay nadie que los adopte. Pero no es así: para que un chico sea adoptado tiene que haber un juez que decrete el estado de adoptabilidad de los chicos, y son pocos los chicos que son adoptables”.
La imposibilidad de los niños y niñas de ser adoptados está relacionada con distintos factores.
Uno de ellos es el hecho de que si un niño se encuentra en un hogar protegido, con sólo recibir un llamado de algún familiar preguntado por él una vez al año, ya existe para la justicia alguien interesado en el pequeño e impide que sea adoptado.
En suma, si ese menor lleva once meses de abandono de parte de su familia pero alguien se interesa únicamente en preguntar por él, se vuelve a perder -por espacio de doce meses- la posibilidad de ser recibido por una familia. En términos legales, la patria potestad del niño continúa en manos de los padres biológicos.
Las razones tienen raigambre en la búsqueda pormenorizado de familiares -directos y no tanto- que se constituyan en tutores. El recorrido incluye a toda la familia biológica, abuelos, tíos, primos, entre otros. Y eso lleva tiempo.
Los años pasan para los fututos padres, pero también para los futuros hijos. Es sabido de los reparos que existen en torno de la adopción de los niños que ya han superado los primeros años de vida, pero la legislación relacionada con el tema plantea tiempos que hace que el trámite burocrático resulte engorroso, traumático y costoso, en lo que hace a esperar por un hijo del corazón.
“Incluso es lenta la adoptabilidad de un bebé abandonado sin identidad, porque la justicia agota todos los recursos antes de darlo en adopción. Hasta que se resuelve la cuestión judicial de ese pequeño, pasan mínimamente un año”, plantea Sergio Tenías, actual secretario de la organización, que a su tiempo en adopción recibió mellizos varones.

El proceso de adopción
Una vez que el matrimonio se decide -decisión que debe ser consensuada en la pareja-, debe concurrir a la justicia para formar parte de la lista de espera. El primer paso es acercarse al Tribunal de Menores, ubicado en calle Corrientes 110, en la ciudad de Bahía Blanca.
Según los integrantes de MAMA, estas listas de espera pueden llegar a tener una demora de hasta siete años.
“Si bien la pareja lo decide, esta decisión acarrea un montón de frustraciones porque para esta etapa ya intentaron los mil y un tratamientos, y el ánimo está por el suelo. También pasa que uno está convencido y el otro no, y esto debe ser hablado en la pareja para que sea un deseo de los dos”, refiere Sergio, destacando que en los casos en que se estira la espera hasta siete años, el tiempo pasa y “la ansiedad y la angustia es tremenda porque pasa el tiempo y esa llamada no viene”.
En el momento de completar la inscripción en este registro, se queda a la espera de recibir la guarda de un menor. “Si te inscribís en Bahía Blanca, estás en el listado de la Provincia de Buenos Aires, pero también se puede hacer lo mismo en otras provincias. En el caso de las provincias del sur, es más difícil, porque se prefiere que el chico quede allá por la escasa población en la mayor parte de la región. En el caso del norte, donde hay más habitantes es un poco más sencillo, incluso las listas de espera son de menos tiempo, pero los trámites son los mismos”, aclara Carlos.
Dentro de la abundante información brindada por estos dirigentes, se desprende que es condición necesaria inscribirse primeramente en el listado de la ciudad de origen de la familia adoptante para después hacer lo propio en otras regiones. Además, una vez otorgada la guarda, los controles de cómo está el chico se hacen de tribunal a tribunal.
En caso que así lo desee, el matrimonio puede borrarse del listado, o simplemente no renovar la inscripción, ya que para estar en espera es necesario anualmente rehacer toda la documentación y volver a presentarla.
“Si pasó un año y no te presentaste, perdiste tu turno, y todo vuelve a empezar de nuevo”, dice al respecto Bernardita.
Para que el matrimonio forme parte del listado, debe cumplimentar una serie de requisitos, de evaluaciones psicológicas y médicas, además de un estudio socio-ambiental del entorno familiar.
Lo relacionado al ingreso económico y de bienes materiales es relativo, lo primordial es la conformación de un hogar constituido, y no así los ingresos o los bienes que pudiera tener el matrimonio adoptante.
En la previa, el matrimonio es consultado acerca de la posibilidad de adoptar niños o niñas hermanos, mayores, con problemas de salud, o discapacitados físicos o intelectuales.

Ilegalidad e identidad
Un tema no menor es la ilegalidad en las adopciones. El grupo invierte el 50% del tiempo en lograr la toma de conciencia respecto al tema porque “los problemas de la ilegalidad son muchos, y es un delito que nunca caduca. Se tiene que esconder y no se puede vivir abiertamente una situación que es tan maravillosa. Incluso hay una etapa que a tu hijo no se la vas a poder contar, porque seguramente hubo dinero de por medio”, apunta Sergio.
La adopción ilegal genera el correspondiente conflicto con la ley penal, y deja de lado un punto crucial del proceso de adopción: la identidad del chico.
“Crece sin saber quién es, porque no sabe de su identidad y más de uno analiza los agujeros que quedan sin cubrir de la historia, porque de embarazo no se habla, de parto no se habla. Si uno hace las cosas legales no tiene por qué esconderlo, es un paquete lo que uno compra cuando pone plata. Así el chico no puede reconstruir su historia”, sentencia Bernardita.
Todos los entrevistados coincidieron en que es fundamental hablar de adopción con los hijos sobre todo cuanto más chico es el niño o niña adoptada, porque más natural lo toma.
“Cuando el chico llega a la casa más grande, a partir de los 5 años en adelante, ese chico es conciente de las carencias que sufrió, sobre todo afectivas. Entonces van a una casa donde tienen papá y mamá, donde tienen su individualidad, su cama, sus cosas, su ropa, su familia y el amor y la contención. Va a la escuela, al jardín y tienen una familia pendiente de ellos. Cuanto más grandes, más agradecidos son. Cuanto más chicos, más natural lo viven”, aseguró Carlos.


Los Guzmán y los Tenías
“Cuando nosotros nos anotamos la espera era de cuatro años, y ahora es más larga, a pesar de haber más chicos”, había comenzado recordando Bernardita. La primera hija que adoptó con Carlos, María Victoria, tiene 20 años y la segunda, María Belén, 18.
Victoria es de Choele Choel. Fue adoptada con la vieja ley de adopción, que permitía a la madre biológica renunciar a la crianza del hijo y entregarla legalmente a otra familia a partir de la certificación de un escribano público. Después de esto, era la justicia la que debía legalizar el traspaso. Fue así como llegó la noticia a la casa de los Guzmán.
“Nos avisaron antes que naciera que había una señora que no podía hacerse cargo de ella. En un recortecito de papel de diario nos dieron un número de teléfono y nos dijeron que llamáramos después de las once y media de la noche. Al principio nos pareció extraño porque no lo creímos, pero llamamos y era así”.
Unos días antes del nacimiento viajaron a buscarla y luego de haberla inscripto en el Registro Civil, llegó a su nuevo hogar.
La segunda hija de los Guzmán tenía ocho meses cuando llegó a través del Juzgado de Menores Nº 2 después de casi 5 años de estar en lista de espera. Hubo una convocatoria previa a varios matrimonios donde se expusieron las características del caso y se decidió la tutela.
“La bebé vivía en un hogar, nunca había estado en una casa. Había pasado cuatro meses en el hospital con sarampión, fiebre e infección urinaria y estaba un poco baja de peso”. Estaba en el Hogar de Belén, dentro de la Base Naval de Puerto Belgrano
“Nuestro embarazo duró más de siete años”, resume Bernardita cuando le consultamos acerca de la preparación para recibir a un hijo.
No se compra ropita -porque puede llegar un bebé, o una nena o nene de distintas edades-, al igual que todos los muebles y elementos que necesita una criatura. Se sale corriendo a conseguir todo.
El día que llegaron con Victoria, la casa estaba llena de gente, todos esperándola ansiosos. La primera mamadera se la dio la abuela paterna.
Por su parte, Sergio junto a su esposa permanecieron anotados en el registro durante siete años, y como habían planteado que aceptaban hermanos, “un día nos convocaron por hermanitos mellizos que habían sido abandonados al momento de nacer y estaban en un instituto de chicos en Corrientes. Cuando nos llamaron ya tenían dos años y medio”.
A partir del llamado, la familia Tenías viajó enseguida a la provincia litoraleña y luego de un periodo de adaptación les entregaron los niños.
Hoy Leonardo y Juan tienen siete años. El día que llegaron a su casa, las familias maternas y paternas los esperaban junto con los vecinos y compañeros de trabajo de cada uno de sus papás. Fue una fiesta. El teléfono no paró de sonar durante muchos días y la felicidad fue de todos.

Contacto

Para contactarse con MAMA, los interesados pueden dirigirse por mail a [email protected], o a los teléfonos particulares de Sergio Tenías (0291) 453-0593 y de Carlos Guzmán (0291) 488-1611.

Nota: En la próxima edición aspectos legales del tema.

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2009-12-05 00:00:00
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