Se cumplen 162 años de una gesta heroica de las tropas nacionales en defensa de nuestra soberanía nacional. Esta fecha debe ser colocada junto a la batalla por la defensa de Buenos Aires ante las invasiones inglesas de principio del siglo XIX. Sin embargo, hace años que estas fechas apenas son un dato de la historia argentina, si lo son, para la recordación dentro de un aula primaria. Han sido arrojadas al olvido histórico.
El 20 de noviembre de 1845, la escuadra naval anglo-francesa, la mayor en poderío militar de la época, iniciaba el avance para forzar el paso del Río Paraná, en el lugar denominado Vuelta de Obligado. La defensa fue colocada por Juan Manuel de Rosas bajo el mando del general Lucio Norberto Mansilla. Éste hace cruzar tres gruesas cadenas de costa a costa atadas a 24 lanchones anclados. En la barranca de la costa derecha fueron montadas cuatro baterías de artillería: en total 30 cañones requisados a los ingleses casi cuarenta años antes. Dispone de 2.000 hombres al mando del coronel Ramón Rodríguez.
Poco antes de la batalla el general Mansilla arenga a sus tropas con estas palabras: “¡Allá los tenéis! Considerad el insulto que hacen a la soberanía de nuestra Patria al navegar, sin más título que la fuerza, las aguas de un río que corre por el territorio de nuestro país. ¡Pero no lo conseguirán!”. La banda militar del Regimiento de Patricios ejecutó el Himno Nacional, y  se ordenó abrir fuego sobre el invasor. El combate se prolonga durante horas. Llegada la tarde, disparan su última descarga las baterías argentinas, momento en el que aprovechan las fuerzas anglo-francesas para desembarcar. Mansilla, ya sin municiones, se pone al frente de sus hombres y ataca cargando la bayoneta. Logra hacer retroceder a los invasores hasta sus botes, mientras soporta el fuego enemigo proveniente de la moderna artillería de los buques.
Terminada la batalla el contralmirante inglés J. H. Inglefield baja a tierra y no pueden creer lo que está viendo: viejos cañones de bronce, manejados con maestría por los artilleros criollos,  han hecho estragos en sus buques de guerra, acorazados y armados con cohetes y cañones estriados, hasta que agotaron las municiones. Desembarcan más tropas inglesas y francesas lo que obliga a Mansilla, herido por un casco de metralla, a retirarse con unos pocos hombres. 
Finalmente, ingleses y franceses, con su moral quebrada, aceptaron las condiciones impuestas por Rosas, desagraviando a la Bandera Nacional con una salva de 21 cañonazos, reconociendo la soberanía argentina sobre sus ríos, y replegándose a Europa. El Combate de Vuelta de Obligado fue un símbolo de la determinación de un pueblo a no dejarse avasallar por la prepotencia militar del Imperio británico. Vicente López y Planes escribió estos versos: “¡Morir antes, heroicos argentinos, / que de la libertad caiga este templo./ Daremos a la América alto ejemplo/ que enseñe a defender la libertad!”.
Esta recordación, para muchos lectores, puede sonar a patrioterismo nacionalista. Pero lo dicho es un relato fiel de lo que ocurrió. Debemos preguntarnos ¿por qué esta fecha ha desaparecido de nuestra memoria? ¿Por qué nuestros alumnos no la estudian como un hito imborrable en defensa de la soberanía? ¡Cuánto aprenderíamos hoy si recordáramos y reflexionáramos sobre estos hechos históricos! Probablemente ya no se presenten los “buques de guerra” en nuestras costas, no es necesario. Hoy nos invaden mucho más sutilmente, y una parte nada despreciable de nosotros aplaude.