Con la llegada de los primeros fríos intensos la calefacción en los hogares se
vuelve indispensable y el peligro de las intoxicaciones por monóxido de carbono
aumenta.
Cada año mueren en la ciudad una docena de personas como consecuencia de las intoxicaciones
por monóxido de carbono, muchas otras presentan un cuadro de menor gravedad del
que se recuperan. Los artefactos de gas y los braseros son los responsables de
este flagelo doméstico, principalmente en los meses de invierno. Desde EcoDias
impulsamos la prevención de accidentes caseros a través de la información.
Origen del envenenamiento
A la intoxicación con monóxido de carbono se la conoce como una enfermedad
simuladora, ya que el médico puede confundir el cuadro con otras afecciones, al
compartir signos y síntomas con la gastroenteritis alimentaria, con las
cardiopatías isquémicas y con distintas afecciones neurológicas. Por lo tanto,
médicos y enfermeras reciben alertas de situación durante los meses de invierno
para que tengan en cuenta que los síntomas pueden estar asociados a este
envenenamiento. Los casos son denunciados por los centros de salud a los entes
gubernamentales, que deben tomar medidas al respecto teniendo en cuenta la
preocupación por educar a la población como política pública.
Es una de las principales causas de muerte por envenenamiento para todas las
edades, tanto en nuestro país como a nivel mundial. El gas tóxico es menos
denso que el aire y se dispersa fácilmente; es doblemente peligroso porque al
ser inodoro- no posee olor-, incoloro- no posee color, no irrita las mucosas y
por lo tanto, no anuncia su presencia en los ambientes.
El origen de este peligro está dado por el mal funcionamiento de los artefactos
de gas de las viviendas, sean calefactores, calefones, cocinas y hornos.
Colocados incorrectamente o en mal estado, estos aparatos hogareños pueden
volverse enemigos de sus habitantes. A
nivel doméstico la producción de este gas mortal se origina en los artefactos
que queman gas, carbón, leña, querosén, alcohol o cualquier otro combustible.
El gas natural no contiene monóxido de carbono en su composición, pero su
combustión incompleta es capaz de generarlo. Los que han producido mayor
cantidad de intoxicados son los calefactores, con 72% de incidencia, a ellos se
suman termotanques, cocinas, hornos y estufas infrarrojas, calderas en el interior del domicilio cuando no
están correctamente instalados o la ventilación de los ambientes es escasa. La
insuficiente entrada de oxígeno al quemador de una cocina, originado por el uso
de un disipador de calor sobre la hornalla, constituye otro ejemplo de
combustión incompleta y la consecuente generación de monóxido de carbono. Los
braseros, los hogares a leña, las salamandras que funcionan tanto a gas como a
leña, las parrillas, las cocinas a leña o carbón y los faroles a gas también
son artefactos de cuidado.
Atención de la salud
Las personas más expuestas a los riesgos de intoxicaciones graves son los
niños, las niñas y los adultos mayores, otro grupo de riesgo son aquellas que
tienen enfermedades cardíacas o pulmonares y las fumadoras. La afección varía
de una a otra de acuerdo al grado de exposición al gas.
Las primeras
manifestaciones observables en esta intoxicación consisten en síntomas
neurológicos: cefalea, dolor de cabeza en el área frontal, disminución de la
agilidad mental, estado de somnolencia, acompañado de movimientos torpes y
mareos. “La intoxicación por monóxido de carbono es un problema frecuente,
muchas veces no diagnosticado, ni sospechado durante la atención de urgencia.
El conocimiento de las manifestaciones clínicas inducidas por la inhalación de
este peligroso gas y la posibilidad de determinar la presencia de
carboxihemoglobina en sangre, junto a otros estudios complementarios, son
elementos esenciales para su correcto diagnóstico y tratamiento”, afirma el
Ministerio de Salud de la Nación a través de la Guía de prevención,
diagnóstico, tratamiento y vigilancia epidemiológica de las intoxicaciones,
elaborada en el año 2011. La intoxicación aguda por CO es una urgencia médica
que, de no ser diagnosticada y tratada oportunamente, puede dejar secuelas
neurológicas permanentes o provocar la muerte. El cuadro de salud que no es
atendido en forma eficaz puede dar paso a mayor a otros desmejoramientos,
pérdida de conocimiento o desmayos, alteraciones visuales, convulsiones y un
estado de coma, aunque estos mismos pueden darse en las viviendas si el grado
de envenenamiento es muy alto.
Medidas sencillas de precaución pueden prevenir estas intoxicaciones, en
principio que un gasista matriculado controle los artefactos en forma anual. Si
se observa una llama de color azul uniforme es necesario realizar, nuevamente,
la consulta con el profesional. También se recomienda no hacer uso del horno o
las hornallas para calefaccionar los ambientes. Sanear los ambientes con
momentos de apertura de ventanas y revisar que los respiradores no estén
bloqueados, tampoco taparlos, constituyen la garantía de que los espacios se
mantengan ventilados. No dormir ni descansar con llamas de cocina u hornos
encendidas es otra acción que previene males mayores.
EMERGENCIA
Si existiesen indicios de intoxicación la primera reacción debe ser
ventilar el lugar. Frente a dolores de cabeza, somnolencia, fatiga o
alteraciones visuales recurrir al centro de salud u hospital más cercano. Las
emergencias se pueden comunicar al 107, el teléfono de las emergencias médicas.
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