Hoy quiero reseñar en unas frases la muerte de José Saramago. No es habitual que la muerte de un intelectual sea sentida y llorada por campesinos del empobrecido Alentejo portugués o por un obrero español, o por un maestro en Nicaragua. Su coherencia y su compromiso lo trascienden tanto como sus novelas y sus textos. Por eso me permito compartir el artículo que yo escribiera el día de su muerte y que ha sido publicado en diversos medios europeos y latinoamericanos esta semana.

Ciegos que podemos ver…
Ha muerto Saramago. Su partida definitiva nos conmueve porque perdemos no solamente a un gran escritor, sino mucho más, a un gran ser humano.
Portugués que eligió en sus últimos años vivir en Lanzarote, España, era universal en su visión y su proyección. Desde su literatura y su compromiso personal, enjuició y denunció la injusticia y la opresión. Fue solidario con todas las causas que a su juicio lo merecían. Siempre su mirada se dirigió hacia los más desprotegidos, los débiles, los marginados.
Humorísticamente, se autodefinió como “una especie de mosca cojonera”. En gran parte tenía razón. Su verbo y su ironía taladraban la mediocridad, las mentiras del poder, la inequidad. Y hacían diana en los personajes que diariamente pretenden ejercer el engaño y la manipulación como si fuera un magisterio. “Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran”, escribió. Sí, valiosos sus juicios y sus reflexiones, que desmontaban la pretensión de disfrazar la realidad con la palabra.
Referencia y amigo de muchos. Así lo valoramos también los latinoamericanos. Siempre estuvo junto a nuestros pueblos para señalar y enjuiciar a los dictadores y condenar las feroces represiones contra nuestros hermanos. Hasta quienes navegan por ríos de pensamiento diferentes a los que animaron su vida, reconocen su honestidad, su compromiso y su coherencia. Cómo no sentir entonces su definitiva ausencia y cómo no empezar a añorar su palabra justa.

Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info