El Museo del Puerto continúa con su ciclo “El craqueo del craqueo”, destinado a indagar la historia y el presente del Polo Petroquímico local. En la hoja didáctica armada para el segundo taller, acerca de la relación de proximidad entre las fábricas y el barrio 26 de Septiembre, propusimos a un grupo de estudiantes de la Escuela Media nº 1 ocupar el rol de investigadores y preguntar a los vecinos del barrio acerca de aquellos primeros años en los que el Polo estaba en construcción. Hay que tener en cuenta que la edificación del núcleo básico del barrio 26 de Septiembre terminó en 1976, en plena construcción de la planta de etileno y propileno de Petroquímica Bahía Blanca (la planta “madre” del Polo).
“Pensamos en la propuesta del Museo del Puerto, discutimos el asunto y nos pusimos a trabajar. Salimos para el lado del 26 -con grabador, anotador y lapicera- y les preguntamos a parientes y vecinos qué pensaban, qué habían visto, qué les habían contado”. Así comienza el informe de campo que elaboraron los alumnos junto a las profesoras Natalia Schnaider y Claudia Bongiorno. A continuación, algunos fragmentos de las entrevistas realizadas por los chicos.

Luego de hacer las entrevistas, los chicos participaron de un taller en el Aula-Cocina del Museo en el que Rubén Barrera, obrero de la construcción de Petroquímica Bahía Blanca y las vecinas Nélida Bouzón, Ida Tumini y Marta Bossio se sumaron a la investigación. Aquí van algunos fragmentos de las entrevistas realizadas por los chicos.

“No recuerdo mucho de esa época. Lo que recuerdo que me llamaba la atención cuando era chico era lo que llamábamos el “fosforito”, la torre de escape del excedente de producción; en aquella época no había iluminación y eso era lo que iluminaba el barrio.” Gustavo Raúl Rizzo (Bahía Blanca, 1972).
“Lo que recuerdo de aquellos años es que teníamos el colectivo lejos, teníamos que ir a tomarlo a la punta del barrio. Las calles eran de tierra; después vino el asfalto. Era muy tranquilo; no había los ruidos que hay ahora”. Lidia de Fuertes (Bahía Blanca, vive en White desde 1968).
“Recuerdo que antes se veían pasar los barcos, ver a los remolcadores haciendo las maniobras, los trenes, los tamariscos que estaban al borde las vías y a lo lejos cuando estaba la pleamar, se veía un color celeste que se juntaba con el cielo… Desde mi casa se veían las plumas de las grúas colocando las torres, instalando las chimeneas, los tanques, etc… De a poco desaparecía el horizonte y daba la sensación que esa mole nunca estaría terminada” Marcelo Rodolfo Russo (Bahía Blanca, 1965).
“Todos estaban a favor de la construcción de la Petroquímica, ya que pensaban que iba generar fuentes de trabajo. Con el correr del tiempo ha sido la lucha entre el trabajo y la contaminación. Es que la mayoría de los vecinos no sabía nada. No imaginaban la dimensión que iba a tomar el Polo”. Ana Zulema Rodríguez de Fernández (Ing. White, 1946).
“De aquellos primeros tiempos del Polo, me acuerdo del entusiasmo de la gente, porque iba a ser una fuente de trabajo y se consideraba como fuente de progreso”. María Gabriela Rodríguez (Ing. White, 1969).
“Acá los que trabajan en el Polo son muy pocos; la mayoría de mis vecinos son pescadores”. Eduardo Alberto Villafañe (Viedma, 1950).

Los investigadores: Hernán Retamar Martín, Facundo Algañaraz, Belén Ramírez, Fernando Baccelli, Maximiliano Espinoza, Braian Suhurt, Martín Arrix, Adrián Monzón, Ivana Fernández, Lila Macarena Montero, Marcelo Russo, Nadia de la Vega, Javier San Gregorio, Sebastián Macchia, Néstor Campano, Camila Altomare, Romina Caserma, Macarena Terrón, Gisela Idiarte. (1º A y 2º A HUSOC, 3º A y 3º B HUSOC).