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Desempleo
Categoría: Interés general

Las últimas cifras oficiales marcan que Bahía Blanca sufre desempleo del 11%, por encima de la media nacional, que la ubica como la cuarta ciudad con más personas sin trabajo en el país.
Los sectores de servicios y comercial son los que marcan el perfil económico local y los que, a la vez, tienen mayores índices de desocupación. Subempleo, sobreempleo y trabajo en negro son otras categorías que también contienen estadísticas preocupantes.
Causas y progreso de un problema eterno e indignante: no tener trabajo.

Cuando hablamos de cifras de desempleo siempre nos manejamos con datos oficiales, los cuales marcan que para el primer trimestre de 2009 la media nacional registró una desocupación del 8,6%. Acercándonos a nuestro ámbito nos encontramos con datos que alertan.
Bahía Blanca, en los primeros tres meses de este año, tuvo un aumento de desempleo del 3% llegando a un 11% total en esos meses estudiados, número que supera la media nacional y la ubica en el cuarto lugar de ciudades con personas sin trabajos en la Argentina. Aun así, hay aclarar un par de cuestiones que tienen que ver con las encuestas que se realizan para determinar esas cifras. Es decir, cuando hablamos de un 11% nos referimos a desempleo abierto, concepto en el cual no ingresa la gente que está desempleada y, por diferentes razones, no estuvo buscando trabajo en los últimos meses.
Esas razones adquieren importancia ya que puede ocurrir que las encuestas oficiales no tengan en cuenta ciertas consideraciones “sobre todo -explica el economista Dardo Ferrer- cuando están en condiciones de desempleo estructural como pasó en los 90 que mucha gente quedó excluida del mercado laboral y no volvió a insertarse porque las tasas de desempleo eran permanentemente altas. Muchas veces cuando hay circunstancias permanentes, mucha gente queda fuera del mercado laboral y la encuesta no lo toma como desempleado. Eso se llama desempleo encubierto, el desempleo real entonces sería mayor”.
También existe lo que se considera subempleo que incluye a aquellas personas que trabajan menos de 35 horas semanales y que es caracterizado como una forma de precariedad laboral: “No se da solamente con el desempleo abierto sino también con el encubierto y con el subempleo que técnicamente se lo llama subocupación demandante. En las personas que trabajan menos de 35 horas hay subocupación demandante, puede que quiera trabajar más horas o quiera encontrar otro trabajo, y mientras tanto tiene uno con menos horas”.
En Bahía la cifra de subempleo llega al 5% con una media nacional del 6,4%, mientras que también existe un gran porcentaje de gente sobreempleada, “ya sea en blanco o en negro. Generalmente, se da por una cuestión de ingresos, la llamada hora extra, ese porcentaje es históricamente más alto. Es una cuestión de necesidad porque sin eso no alcanza para mantener el grupo familiar”.
Después de estos conceptos llegamos al empleo en negro. El detalle radica en que no siempre las personas reconocen ante las encuestas oficiales que no están registrados. Acerca de esto, el economista Ferrer explica: “Llegó a estar en un 47 o 48%, casi la mitad de la gente en Argentina, sobre todo en los noventa, estaba trabajando en negro. Ese porcentaje se redujo como también se fue reduciendo la tasa de desempleo, hubo una mejora en lo que es el empleo registrado, uno lo ve en las sucesivas campañas que hace el gobierno para que la gente sea registrada. En este momento las cifras están en un 37% lo cual también sigue siendo mala, casi el 40% de los asalariados trabaja en negro. Esto tiene dos cosas, al margen de no tener una jubilación futura habla de falta de acceso al sistema de seguridad social y por otro lado que los salarios en negro son menores que los salarios en blanco. Ese es otro índice de precariedad laboral”.

Ciudad comercial
Haciendo hincapié en los rubros de desempleo, si bien hay ramas que dependen de épocas, en donde más se acentúa la desocupación es en servicios y comercios que son, dice Ferrer, los que definen el perfil económico de Bahía: “El 22% de la gente empleada está en el sector de comercio, empleados de comercios o relacionados al sector de servicios, más en este último. A Bahía se la toma como ciudad industrial pero en realidad es una ciudad con industrias. La principal fuente de empleo no es el sector industrial sino el sector comercial. Lo que sí tiene es un perfil de industrias, pero que están estabilizadas y entonces no hay una gran pérdida de empleo en ese sector. Hubo una pérdida en los ‘90 con el cambio de perfil productivo, ahí uno puede ver que industrias tradicionales de esta ciudad como las fideeras no existen más. Esa persona que estaba en esa rama de la industria terminó buscando en otro sector y tal vez terminó siendo empleado de comercio o público. El perfil económico de la ciudad es mucho más de servicios. Tenemos un puerto con terminal de cereales pero lo que vende son servicios, no produce, no es una industria”. En contraposición con lo que se cree, tampoco el sector petroquímico es generador de empleo sobre todo cuando empezaron a aparecer las empresas tercerizadas que cubren trabajos que antes se realizaban en el Polo. Incluso el Estado tiene en la ciudad más trabajadores que el Polo Petroquímico.
Tampoco es sencillo ingresar al sector que define el mercado de empleo local. Aquí juega un rol importante la dificultad al acceso laboral y eso se traduce en núcleos de pobreza estructural: “Uno de los datos a tener en cuenta son las edades de los desempleados. Te encontrás con que el mayor nivel de desempleo se da en los sectores más jóvenes, de 18 a 30 años y en los sectores de edad mayor. La gente de edad media está trabajando, tiene menos niveles de desempleo. Entonces el mayor problema es en el primer empleo o en los sectores de las personas que se quedan sin trabajo, por ejemplo a los 55 años porque ya es más difícil reinsertarse en el mercado laboral”.
Situación similar se da, por ejemplo, con profesionales de la educación. Así lo explica Enrique Gandolfo, secretario general de la CTA Bahía Blanca – Dorrego: “Aquella expectativa que había por el hecho de que alcanzar un título universitario significaba una suerte de movilidad social ascendente, hoy no se verifica en la práctica por esta dificultad de acceder al puesto de trabajo en una región donde hay universidades e institutos terciarios, en donde todos los años un número importante de egresados buscan un puesto de trabajo y en muchos casos no lo tienen. Sabemos de muchos casos que terminan trabajando en una empresa con trabajo en negro o mercerizado, o con poco que ver con lo que estudió. Tal vez consiguen horas de trabajo pero no un puesto que signifique sostenerse de manera digna: eso lleva entre tres y cuatro años”.

Los perversos 90
Muchas de las causas del desempleo tienen que ver con la década del 90 y un cambio de 180 grados en el sistema que dejó sin trabajo a millones de argentinos. Bahía Blanca, entre 1995 y 1998 pasó de tener la tasa más baja (8%) a tener la mayor con un 20,1%: “Eso teniendo en cuenta tasas nacionales que orillaban entre el 17 y 18%. El desempleo en la década del noventa fue mucho mayor, obviamente el mayor número fue en el 2002 y 2003, pero aquella época fue el punto más alto por la recesión. Lo que uno puede ver es que en los años 90 era una situación estructural de desempleo, a lo largo de toda la década fue así. Por eso lo que hubo desde el año 2003 hasta ahora fue una caída consistente en las cifras de desempleo. Pero a pesar de que en el año 2008 se creció a un 8% estadísticamente en recuperación económica, ya las tasas de desempleos estaban frenadas. Lo que sugiere esa idea es que los últimos cinco años a la par de que haya una recuperación de la actividad y del empleo, se llega a una tasa de desempleo que es estructural en el país. Es una situación de desempleo de que por más que se crezca económicamente, las tasas no se reducen. Es un desempleo estructural que no depende solamente del ritmo de actividad sino también de otras cuestiones”.
Mirando los números actuales y pensando en el futuro, lo que se ve, cuenta Ferrer, es que las cifras de desempleo entraron en un piso difícil de aminorar ya que por más que la desocupación baje en Bahía, por ejemplo, 1 o 2 puntos, no significa esto una variación significativa: “El hecho es que están entrando en una meseta en el que el desempleo puede llegar a caer o puede seguir subiendo. Es complicado porque si tuviste cuatro años de crecimiento económico sostenido y la reducción fue drástica al comienzo pero luego la tasa no disminuyó, con una recesión esa tasa va a subir, no resiste mucha lógica. La mayor cantidad de desempleo se produce aquí en el sector de servicios, sobre todo porque los servicios los demandan las personas con ingresos, si los ingresos bajan en términos reales la gente gasta menos y el primer sector a resistirse es el de servicios, no se retroalimenta”.
Todos eslabones de una gran cadena como también lo son las variables del empobrecimiento de la educación, la falta de capacitación; que hoy son necesarias para reactivar y para conseguir algo tan simple, básico y necesario como un empleo.

Obra pública y trabajo
Hay un factor en esta época que juega una importante presión en los trabajadores y que refiere al temor a perder el empleo. A esta teoría, Enrique Gandolfo agrega que ese miedo existe más allá de la pérdida concreta del trabajo: “El temor ante despidos, suspensiones, incluso recorte de horas. Si bien esto no tiene todavía una manifestación muy grande en la ciudad y en la región, sí se han visto perjudicados en el último tiempo sobre todo aquellos sectores de trabajadores con trabajos tercerizados o en negro, donde en algunos casos las patronales deciden cortar por el hilo más delgado que es justamente el trabajador que está más desprotegido. En este punto nosotros hemos impulsado en todo el país jornadas de lucha que tienen que ver con un reclamo muy concreto como una ley que prohíba los despidos y suspensiones por 180 días”.
La cuestión también es cómo paliar esta situación de desempleo, y en este caso Gandolfo habla de la necesidad de la vivienda popular y la obra pública como generadora de puestos de trabajo: “Desde lo regional uno piensa que la obra pública y la vivienda popular son necesidades sociales inmediatas que deberían ser priorizadas ya que son generadoras de mucho trabajo. En este sentido, hay que reclamar al municipio y a la provincia que no sólo se prometan obras en la campaña y luego se olviden”.
Y la obra pública tiene ejemplos concretos en la generación de empleo. Oscar Destefano, secretario de Finanzas de la UOCRA, cuenta desde el gremio de la construcción que la notable merma en el sector privado se la está cubriendo gracias a la obra pública: “Con el inicio de los barrios, pavimento, cloacas y demás se pudo derivar bastante este movimiento de gente. Se venía con un envión de trabajo más que importante y la crisis global repercutió en la inversión en construcción. Si bien hay una baja bien determinante por la crisis, de alguna manera en Bahía se puede manejar y existe la obra particular, la obra chica con lo que se puede continuar con la tarea laboral. Nosotros tenemos toda la proyección hacia la obra pública, no sólo en Bahía sino en los once municipios de nuestra jurisdicción. La salida pasa por ahí, más que nada la región donde afecta el tema del campo y el clima. Todo depende del inicio de las obras que viene demorada”.

Situación estable
Carlos Moreno, secretario general del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor, también fue consultado acerca del tema desempleo y brindó detalles de una mejor realidad por parte del gremio: “A nivel local no hemos tenido despidos ni suspensiones en forma masiva. Por ahí se ha dado esporádicamente o por goteo pero no en grandes cantidades. Esto nos ha permitido de alguna manera estar discutiendo salarios”. Moreno alude a las medidas tomadas desde el gobierno nacional en la protección del empleo, que incluyó el “salvataje” de determinadas empresas.
Obviamente, esta situación no fue siempre así. Desde el gremio se vivieron épocas de crisis, buscando alternativas para paliar la desocupación: “En la década del 90, SMATA propició la reconversión de la industria automotriz, era la época en que las fábricas terminales y autopartistas se estaban yendo a Brasil. A través de ese acuerdo se permitió que la industria que sacaba 90.000 autos pasara a sacar 480.000; fue el último “chiche” del plan canje de la década del 90. Luego vino la crisis de 2001 que pasó algo parecido, allí tuvimos suspensiones y un montón de cosas y a partir de 2003 la cosa se empezó a reactivar de nuevo hasta los guarismos que tuvimos el año pasado donde las ventas estuvieron en 600.000 autos cuando la proyección era de 620.0000, con la crisis del campo en el medio y también con la crisis actual, así que la perspectiva no fue mala”.

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2009-08-15 00:00:00
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