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Con la más fiel compañía
“Los perros nos ponen a prueba todo el tiempo” es el lema de la única Unidad de Adiestramiento Canino para el interior del país, que posee instalaciones propias desde octubre del año pasado. Nueve labradores están siendo entrenados en la sede dependiente de la Dirección Regional Aduanera Bahía Blanca, y cientos de perros son atendidos y supervisados para detectar estupefacientes y dinero en rutas, puertos, aeropuertos y fronteras argentinas.
Categoría: Interés general

“Los
perros nos ponen a prueba todo el tiempo” es el lema de la única Unidad de
Adiestramiento Canino para el interior del país, que posee instalaciones
propias desde octubre del año pasado. Nueve labradores están siendo entrenados
en la sede dependiente de la Dirección Regional Aduanera Bahía Blanca, y
cientos de perros son atendidos y supervisados para detectar estupefacientes y
dinero en rutas, puertos, aeropuertos y fronteras argentinas.

Siglos de mutua compañía, convivencia pacífica e
intercambios de servicios han marcado la relación humanidad – perro. Estos
vínculos han sido entendidos en las aduanas más equipadas de todo el mundo,
como son Francia y Canadá. Los métodos de detección no intrusivos son diversos,
la mayoría vinculados con la tecnología. “Tenemos camiones escáner, para
verificar contenedores y vehículos de transporte, las patrullas, el fibroscopio
y los perros. Muy poca gente sabe que la Aduana posee perros formando un equipo
con el hombre, como elemento de control. Nada reemplaza la nariz del perro”,
cuenta Gabriel Latour, quien está a cargo de la sección, bajo la supervisión de
la directora Karina Murtagh. Él es instructor de perros detectores junto a
Carlos Zubillaga y Marcos Retta en el centro mismo del Barrio Villa Belgrano, donde
funciona la unidad, en la calle Domingo Pronsato 1457, de Bahía Blanca.

De patas entrenadas
El trabajo con animales implica un compromiso excepcional. El guía y su
perro actúan en absoluto conocimiento el uno con el otro y el equipo que se
logra se denomina binomio. La Unidad es un criadero, donde se seleccionan los
labradores mediante pruebas de juego que privilegian la vitalidad y acciones de
los perros. Actualmente, lograron autoabastecerse con crías de padres propios, ya
entrenados.
“El labrador es un excelente perro para este trabajo, nació para hacer
trabajos, se ve en los lazarillos. Es dócil, quiere que lo mimen, que lo traten
bien, de esta forma es feliz. Esto hace que en estas condiciones tenga ganas de
jugar. Es un perro sano. Estos perros tienen un premio al ser de la Aduana,
están bien alimentados con alimentos de primera calidad, están jugando todos
los días, tienen un servicio veterinario constante. Esta raza es buena, fuerte,
tenemos labradores en Ushuaia, en la nieve y en Clorinda, en verano a
temperaturas insoportables para el hombre, pero ellos están haciendo las tareas
de detección”, afirma Latour. A lo largo del entrenamiento se seleccionan los
canes que responden a altas expectativas, “necesitamos que interprete el juego
que queremos orientar”. Aquellos que no lo logran son designados
a dueños con tenencia responsable y se convierten en excelentes mascotas.
Los cachorros que en estos meses reciben instrucción tienen 6 meses, su madre
está en Ushuaia y fue cruzada con otro labrador entrenado. Estuvieron con ella
hasta los 35 días y luego fueron destetados. Inmediatamente, estuvieron bajo la
supervisión de un veterinario y fueron vacunados. A los 8 meses se les nombrará
guía, para que se vayan familiarizando con “su alfa”, que se convierte,
finalmente, en su dueño. Si logran entenderse, vuelven a la sección de nuestra
ciudad para lograr un entrenamiento conjunto.
“Los entrenamos a los dos, siempre el perro trabaja con la misma persona, se
hace un equipo. El perro tiene que confiar plenamente en su guía, y éste tiene
que conocer plenamente a su perro. Estos canes son de marcado activo, rascar es
el marcado natural. Pero hay veces que no sólo rascan, hace un gesto en
especial que su guía va a notar que es distinto a lo habitual. Entonces, este
reconocimiento es una forma de marcado que hay que saber reconocer”, nos
detalla.
El perro juega y los humanos trabajan. Las prácticas apuntan a mantenerlo alto
en su ánimo. “Cuando salimos a buscar no siempre se encuentra, entonces si esto
sucede durante un largo período, el perro empieza a aburrirse, porque no
encuentra, entonces, no juega. Simulamos con seudos que son idénticos en el
olor a la cocaína y a la heroína, son productos con los que entrenamos a los
perros. Si practicamos con horarios el perro se acostumbra, cambiamos
continuamente los horarios. Cambiamos de escenarios, de lugares. Él recuerda no
sólo el olor, también reconoce formas y cajas.
Es importante aclarar que el perro no es adicto. Para hacer este trabajo se
necesita mucho amor a los animales, por lo tanto, si se tiene amor no se lo
hace adicto. En ningún momento busca por adicción, él se entrena para buscar
jugando, puede ser un narcótico, dinero o puede ser un arma. Si encuentra el
olor, puede jugar”.

Pura raza
En Argentina se trabaja con Labrador Retriever en un 95 por ciento, y
también con Golden Retriever, que constituyen el resto de canes. En otras
partes del mundo se entrenan otras razas, pero las más habituales son:
Labrador, Belga, Beagle, Pastor Alemán -conocido como manto negro- y Golden. Este
último requiere mayor trabajo de higiene y mantenimiento, porque son de pelo
largo.
Los labradores han dado buenos resultados, ya que tienen una expectativa de
vida larga y un promedio de actividad de 12 años. “Cuesta hacerlo, lleva su
dinero, su tiempo e inversión. Cuanto más nos dure, mejor, no rompemos el
binomio y se trabaja durante un largo tiempo. Necesitan mucha actividad
sostenida, para agilizar su deseo de buscar. Para trabajar con los animales hay
que tener un conexión
especial, una vocación y un amor hacia el animal que si no se lo tiene no
tenemos los resultados queridos. Hay que estar con el animal, solemos estar con
nuestras ropas sucias, manchadas: si no nos gusta esto, no podemos estar haciendo
este trabajo”.
El animal logra, incluso, determinar el estado de ánimo de su compañero humano.
Entonces, la correa se convierte en el cordón umbilical, que los une, y el
perro suele acoplarse al estado de ánimo de su dueño.

Proyectando
En el Día del Animal, la Unidad de Adiestramiento Canino (UAC) visitó la
Escuela 11, de Bolivia 540, y el Jardín de Infantes 904, de avenida Alem y San
Juan. Los grandes protagonistas fueron los canes de la sección, aunque se
coronó como estrella a la más pequeña, de tan sólo 45 días. El objetivo fue
demostrar que el entrenamiento se centra en la relación estrecha lograda entre
humano y animal. Los niños se han dado a la tarea de elegir los nombres a los
cachorros.
Además, en el mes de junio se dictará un curso con personal de la Aduana y de
la Policía. Estos encuentros adquieren un carácter relevante, ya que
constituyen intercambios de situaciones reales, nuevas formas y escondites que
los traficantes van creando. Asimismo, se relatan las reacciones de los
animales frente a los hallazgos de narcóticos mezclados con otras sustancias.
Se ha creado un grupo de 14 instructores que pertenecen a diferentes lugares
del país. Estos guías experimentados lograrán una instrucción para relevar a
los binomios de su región. Si encuentran que no están en condiciones, serán
derivados para “levantar” su nivel en la sección local.
Actualmente, el total de binomios trabajando es de 140, alrededor de 30 son
conducidos por guías mujeres.
Estas tareas son una muestra de que el perro sigue demostrando su fidelidad
hacia las personas, una respuesta a las pruebas de cariño y cuidado que requiere.

Cada perro con su dueño
Fiona es una labradora negra de 6 años, está preñada de un mes y sale a
nuestro encuentro apenas nos aproximamos. Nos huele e inmediatamente se sienta
frente a la orden de Gabriel, su alfa.
Las instalaciones de UAC se extienden a lo largo de unos terrenos verdes. Dos
casillas de AFIP quedan al descubierto frente a la tranquera de entrada. Los
campos de entrenamiento básico se asientan enfrente y sobre el fondo se
encuentran los caniles, habitados por diez labradores, nueve de ellos en
actividad, uno en recuperación por una lesión traumatológica. Detrás, la
guardería canina que funciona luego del horario de trabajo. La infraestructura
anterior había sido cedida por la Base Naval Puerto Belgrano. La sede propia se
concreta, porque Bahía Blanca es un punto valioso gracias al puerto.
Pensando en las diversas estrategias que el narcotráfico implementa Gabriel nos
cuenta que “el perro en especial discrimina los olores, al olor no se lo puede
neutralizar por más que se mezcle con otras sustancias fuertes como el café,
contrario a lo que se cree, cuando busca uno en particular y van descartando
otros. Para él encontró su juguete y es premiado”.
Las prácticas en las instalaciones convergen a familiarizarlos con los
obstáculos y escenarios habituales: correr adentro de tubos, subir a pisos
mallados, como así también subir escaleras abiertas y bajar por pendientes.
Además, se concentra la búsqueda de materiales, aunque haya agua, en diferentes
alturas y en diversos terrenos.
“También vamos al aeropuerto, para que ellos puedan manejarse encima de las
cintas transportadoras, sobre las valijas. Vamos a las rutas, a las fronteras
que tienen mucho movimiento de micros, conocen ya desde su entrenamiento la
baulera de un colectivo, el interior y el exterior. En los escenarios reales,
se ve que el perro realiza las repeticiones de los ejercicios hechos, primero
busca donde se le enseñó, luego va a otros lugares. Es increíble la memoria
olfativa que tienen”, entusiasma el guía. El entrenamiento apunta a trabajar
con otras fuerzas de seguridad.
Antes de despedirnos, Fiona vuelve a nuestro lado, luce una capa azul con las
siglas de la institución, es gracioso ver cómo se sienta y se deja fotografiar,
mientras la prenda se ciñe sobre su panza habitada, todavía tiene un mes por
delante antes de encontrarse con sus crías, que pueden ser alrededor de ocho.
Parsimoniosa, se deja acariciar y se va con su “manguito” en el hocico,
mientras sus compañeros le ladran por su logro.

La otra parte
 “Particularmente, trabajé con el
jefe de la escuela francesa, que estuvo en Bahía Blanca en el 2007. En un
principio, la Aduana Francesa nos apadrinó, personal de Argentina fueron a la
escuela canina que funciona en ese país. Luego, vinieron e hicieron réplicas
con nosotros. Después, tuvieron la gentileza de seguir instruyéndonos, para lo
cual vinieron a nuestro país”, destaca Gabriel Latour.
Su formación entrañó dejar estas tierras en busca de la optimización: “En
noviembre del 2008, estuve un mes en Canadá junto a un compañero, para conocer
cómo es el entrenamiento de perros. Los canadienses vinieron el año pasado para
ver qué réplica habíamos logrado y se fueron más que conformes. Todas las aduanas
modernas tienen perros detectores. La Aduana Argentina está equipada al mismo
nivel que las mejores aduanas del mundo, tenemos equipos tecnológicos. En este
momento, el 90 por ciento de los perros buscan estupefacientes, también hay
perros que detectan divisas. En el transcurso, tenemos como meta multiplicar
los perros detectores de dinero. Ya están preparados los cursos para entrenar
perros que detecten armas y a futuro, también lograremos la detección de tabaco.”
A su vez, la experiencia de Carlos Zubillaga inició cuando “preguntaron a quién
le gustaban los animales, quién quería tener un perro, al poco tiempo que
habíamos ingresado volvimos con la mascota, de cachorro empezamos a trabajar.
Es una experiencia increíble”.
Las visitas de dos jefes de las aduanas del Exterior mantienen actualizado al
personal. En enero de este año, se definió un encuentro con binomios de trabajo
de todo el mundo, la reunión fue en Bruselas, Bélgica. La Aduana Argentina
concurrió con perros detectores que se entrenaron en este lugar. “Tuvimos una
excelente representación, los animales demostraron el trabajo que se realiza en
nuestro territorio. De hecho, otras aduanas del mundo hicieron contacto para
tomar curso con nosotros y de esta forma, preparar sus perros”, concluye
Latour.



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2011-05-22 15:08:00
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