En la actualidad, se observa que las infancias, en general, comienzan a utilizar la tecnología a edades cada vez más tempranas: “Entiendo que tiene que ver con que es algo que hoy en día nos atraviesa a todos, pero también con la amplia disponibilidad de dispositivos digitales: desde tablet y notebooks, hasta celular y smart TV”, comenzó la licenciada en Psicología, Aldana Conte.

Sin embargo, “quienes trabajamos en salud infantil sostenemos, respaldados en investigaciones científicas disponibles en la página de la Academia Americana de Pediatría, que no es propicio exponer a niños menores de dos años a pantallas debido a que puede perjudicar su desarrollo, en el área cognitiva, social, de la conducta, en general. Igual de todos modos sucede”, describió.

Al ser considerados elementos de distracción, “durante ese ratito que mamá, papá o cuidadores, tienen que hacer algo”, tampoco hay que demonizarla. “También soy mamá y, en ocasiones, en la vorágine del día a día uno acude a ella. No está mal que eso pase esporádicamente, de manera intermitente. Se lo ofrezco como un elemento que no se va a transformar en una herramienta de calma o método persistente para relajar a un niño”.

Regular la exposición

Es posible reemplazar a la tecnología, teniendo en cuenta la intencionalidad. “Primero creo que es necesario saber el cómo, cuándo y el por qué, los peques la usan. Eso nos va a permitir a los adultos y adultas que acompañamos poder establecer mejores normas y límites para gestionar su uso. Ahora como reemplazante, es cierto que entretiene, porque nos pasa también a los adultos, pero sería mejor que los niños, niñas y adolescentes lo hagan de forma regulada y acompañados”, remarcó Conte.

También es interesante demostrarles interés en cuanto al consumo que hacen de manera saludable. La comunicación y conexión, permitirá estar al tanto de lo que ven, lo que les gusta y alertarlos sobre los posibles peligros que existen. “Todo eso facilita el acompañamiento, que tiene que ver con: confío en vos, pero estoy acá, te acompaño y estoy disponible para cualquier cuestión que surja”.

Respecto a los límites, y teniendo en cuenta las vacaciones donde el tiempo de ocio se extiende, sugiere elegir horarios, evitar que en los momentos familiares haya pantallas de por medio y establecer normas de uso, que se definan de forma anticipada con los peques. “Si bien podemos ser más flexibles durante este período, intentar que no se transforme en un abuso”.

Las personas adultas también pueden proponer qué hacer para combatir el aburrimiento, la regulación de las pantallas es tan importante como los cuidados en la alimentación, descanso o su higiene, para hacer un hábito su saludable utilización.

Evitar los efectos nocivos

Tener momentos de ocio digitales en familia no está mal, ya que ayudan a potenciar la conexión y la comunicación con nuestros hijos e hijas, y ese entendimiento nos facilitará el uso con límites adecuados. Otra cosa que siempre recomiendo es evitar el uso de pantallas, por lo menos, y esta es la parte más difícil, una hora antes de irse a dormir.

Y, en ese sentido continuó: “Hay mucha evidencia científica que demuestra que el mayor tiempo de exposición a las pantallas afecta negativamente el sueño. La luz azul modifica su ciclo, y afecta los niveles de melatonina que es la hormona natural que se produce como reacción a la oscuridad. Por lo tanto, se dificulta la conciliación del sueño”.

La Academia Americana de Pediatría recomienda que niñas y niños menores de dos años, tengan cero tiempo de exposición a las pantallas, entre 2 y 5 años solo una hora diaria y de 6 a 18 años, dos horas diarias de pantallas. “Es un desafío pero como adultos estamos para incentivar y promover su participar activo en el día a día. Si uno va por el lado de sus preferencias, es más fácil engancharlos”. Sin intentar demonizar la tecnología, el desarrollo junto a los nuevos dispositivos requiere atención y cuidados.

Autor: Redacción Ecodías