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Búsqueda incansable
Categoría: Interés general

Los integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense son los encargados de identificar a las personas desaparecidas durante la última dictadura militar. A través de los perfiles genéticos extraídos de los restos que ellos encuentran, pueden lograr su objetivo y restituir esos restos a la familia de la víctima.
Ya identificaron más de 50 personas, constituyéndose en el nexo entre las familias y quienes ya no están. Científicos que se convirtieron en esperanza de muchos.

Hay términos, conceptos y frases que se relacionan directamente con la última dictadura militar y los 30 mil desaparecidos. Esos términos, esas palabras, refieren a reclamos como “Justicia”, “Aparición con Vida”, “Juicio y Castigo” o “Ni Olvido ni Perdón”. Frases hechas bandera en cada manifestación que se realiza por este tema, en cada acto u homenaje, en cada escrache o juicio a genocidas. Pero de un tiempo a esta parte surgió un nuevo término, una nueva palabra que podemos relacionar con los desaparecidos: “Identificación”.
Esa búsqueda de identificación, incansable como las otras, las realiza el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que se formó en 1984 especialmente para buscar e identificar los restos de desaparecidos a partir del Golpe de Estado de 1976. Ellos aclaran que va a ser imposible poder encontrar o identificar a todos pero con la ayuda de los familiares, de la ciencia y de su propio esfuerzo lo intentan desde hace varios años.
Hoy el EAAF se presenta como una organización científica no gubernamental sin fines de lucro que aplica las ciencias forenses a la investigación de violaciones a los derechos humanos en el mundo.
El EAAF tiene un reconocimiento internacional muy importante y fue, por citar un ejemplo, el que encontró y recuperó los restos del comandante Ernesto “Che” Guevara.
El trabajo es lento y duro pero la genética abrió una nueva puerta de posibilidades. Facilitó la extracción de perfiles genéticos de los restos que pueden ser comparados con muestras de sangre que los familiares pueden donar a través de una campaña puesta en marcha también en Bahía Blanca: “Hasta ahora hay muchas más identificaciones desde antes de lo que fue la campaña. Dentro de esta campaña que empezó el año pasado se identificaron 42 personas en un primer grupo más otras quince que se identificaron posteriormente a este número. Todavía se siguen comparando todos los perfiles de las personas, de los familiares que vinieron convocados por esta campaña”, detalla Mercedes Salado, bióloga española e integrante del EAAR quien le explica a EcoDias: “El trabajo se basó siempre, a través de la justicia, en poder recuperar los restos, identificar a esa persona, saber de qué murió y poder restituir los restos a sus familiares”.

Clandestinidad al descubierto
“Estamos hablando de un trabajo de búsqueda de una laguna de información, hay un campo clandestino que hay que develar, que hay que seguir cada caso individualmente para ver dónde esa persona pudo haber sido secuestrada, dónde pudo haber sido detenida durante algún tiempo, asesinada y enterrada”, comenta Salado. De allí la lentitud, la dificultad y la necesidad de paciencia sobre todo por parte de las familias de la víctima. A eso sumémosle la carencia de documentación que facilite la búsqueda: “Trabajamos a partir de la persona desaparecida para poder saber dónde están sus restos enterrados y también a partir de restos NN que fueron enterrados en distintos cementerios del país para poder recuperar la identidad de esas personas. Son como dos vías que se cruzan en un punto”.
Para poner en marcha dicha tarea, continúa Mercedes, “nos basamos en la poca documentación escrita que haya, testimonios de familiares, de sobrevivientes de centros clandestinos, de compañeros de militancia, informes de autopsia, de levantamiento de cuerpos durante la época, registros de morgues y cementerios. Y, por supuesto, relevar todos los cementerios del país en búsqueda de posibles NN que no hubieran sido identificados hasta la fecha”.
El objetivo es recuperarlos, insiste Mercedes, aludiendo así a otra palabra conocida cuando hablamos de los desaparecidos, “exhumar los restos, estudiarlos y ahora, cuando se abrió la posibilidad de un análisis genético, poder tomar una muestra de un hueso de estas personas y compararla con todas las muestras de familiares que hasta el momento son más de 5.000. Así se abre una vía de posible identificación”.

Convocatoria mundial
Bahía Blanca ya cuenta con una oficina ubicada en donde funcionara el Concejo Deliberante -Donado 151, 6° piso-donde los familiares de desaparecidos pueden ir a anotarse para dejar su muestra. Y también cuenta con el Hospital Penna para que se les haga la extracción de sangre correspondiente. Dicha práctica, que se hace en varios lugares del país, no sabe de fronteras: “La convocatoria es en todo el mundo, en cualquier lugar donde haya familiares hay una posibilidad y todo se deriva hacia el mismo centro y al archivo de muestras de sangre. Ahora va a quedar una copia en poder del Estado, otra en custodia del equipo y a ese banco genético al que se van incorporando cada vez más perfiles genéticos tanto de las víctimas como de los familiares. Ha habido una buena predisposición en general tanto de la justicia como del Estado, poniendo a disposición una red con oficinas de derechos humanos y hospitales, además de los consulados”.

Una complicación, confía Mercedes, en la búsqueda e identificación de desaparecidos reside en las características de los mismos: “La mayoría de las personas que fueron detenidas – desaparecidas tenían la misma edad, básicamente las mismas características. Era gente joven, sana, y no hay muchos rasgos identificatorios, no hay muchos registros médicos de la época, registros dentales… Entonces, la genética fue en este punto muy importante para poder distinguirlos”.
Desde 1984, 600 personas fueron exhumadas, y hoy los avances brindan una importante posibilidad: “Allí fue que convocamos a los familiares para que pudieran dar su muestra y abrir esa línea de investigación”.
El EAAF es pequeño en su conformación, finaliza Mercedes. Y no le falta razón. Alrededor de 35 personas trabajando para todo el país es poco. Pero el EAAF trabaja con organizaciones de derechos humanos, profesionales, familiares y personas que desde varios puntos del país y el mundo aportan su granito de arena en busca de la verdad: “Esto es siempre cosa de muchas manos, de muchas ayudas. Estamos recibiendo ayudas de fuentes diferentes además de los organismos de Derechos Humanos y de Familiares que están dando la confianza de venir, dar la muestra y la paciencia por lo que podamos tardar, lo que técnicamente se pueda hacer para poder identificarlos”.

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2009-10-10 00:00:00
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