La campaña de asistencia alimentaria destinada a personas celíacas afectadas por la catástrofe que vivió la ciudad, marcó un antes y un después en la historia reciente de la ONG Asistencia al Celíaco de la Argentina (Acela), que nuclea a personas con celiaquía en Bahía Blanca. Sin espacio físico propio, sus integrantes debieron hacer uso de la creatividad, secundados de quienes solidariamente se sumaron a las tareas, a pesar de las limitaciones coyunturales.

La celiaquía es una enfermedad autoinmune crónica en la que el consumo de gluten -una proteína presente en trigo, avena, cebada y centeno (TACC)- daña el intestino delgado. Afecta la absorción de nutrientes y puede causar síntomas digestivos y sistémicos. El único tratamiento eficaz es llevar una dieta estricta y permanente libre de gluten.

Según compartieron desde Acela Bahía Blanca, la red de apoyo se desplegó en más de 60 barrios, alcanzando a personas celíacas en situaciones graves de anegamiento. Se trató de una intervención que fue “mucho más allá de otras campañas”, y que se extendió durante más de un mes gracias a la colaboración de organizaciones de otras provincias y fábricas de alimentos libres de gluten que confiaron en el trabajo local.

“ACELA Bahía Blanca organizó junto a Bahía Expone sin Gluten, que son estos siete elaboradores y vendedores, proveedores de alimentos libres de gluten, y nos pusimos al hombro una campaña única en Bahía”, relató la presidenta, Claudia Romero, ante el requerimiento de la Cooperativa de Trabajo Ecomedios.

La provisión de alimentos durante esta etapa no consistió simplemente en la recolección y entrega de productos. Desde el inicio, los impulsores de la campaña hicieron foco en asegurar que todos los productos entregados cumplieran con los requisitos legales y sanitarios necesarios: registros nacionales de establecimiento (RNE), de producto alimenticio (RNPA) y condiciones adecuadas de conservación. “No solamente el control que todos debemos hacer de un producto, como vencimiento y estado”, señaló Romero, sino también aquellos aspectos específicos que garantizan que un alimento sea realmente apto para una persona celíaca.

En una primera etapa, la campaña buscó asistir a quienes no contaban con servicios básicos como luz, gas o agua. Luego, a medida que fueron llegando más donaciones -desde ciudades como La Plata, Buenos Aires, Rosario y también desde La Pampa- se organizó un banco de datos que permitió realizar entregas más sistematizadas. La inscripción fue voluntaria y permitió tener un registro claro de las personas alcanzadas.

En total, la ayuda se duplicó respecto de lo que se había proyectado inicialmente. Una vez finalizada la primera etapa de entregas, se logró reforzar con una segunda ronda, gracias al compromiso de proveedores específicos y a la articulación con otras organizaciones de celíacos del país.

Desde la organización aseguran sentirse “muy conformes” con los resultados, aunque reconocen que las consecuencias del desastre natural todavía se sienten. “Lamentablemente muchos aún no están recuperados”, afirmaron, y explicaron que esa situación impidió concretar algunos de los proyectos previstos para el mes de mayo, cuando se conmemora el Día Internacional de la Celiaquía.

La imposibilidad de sostener ciertas actividades, apuntó la dirigente, no tuvo que ver con falta de voluntad ni de planificación. “Nos hemos visto sumamente restringidos porque no depende solo del proyecto y de nuestras ganas, sino de espacios y situaciones que rondan y van más allá de lo económico”, aclararon.

Logros 2024

El trabajo desplegado en marzo se enmarca dentro de una transformación más profunda que viene experimentando la organización en los últimos años. “Fue una reinvención post pandemia”. El modo de acompañar a la comunidad celíaca ya no es el mismo que décadas atrás: actualmente, el apoyo se brinda en gran parte a través de redes sociales y plataformas digitales, y se ajusta a las necesidades puntuales de cada persona que consulta. No existe un espacio físico de atención, pero sí una red de acompañamiento activa que responde en función de cada urgencia.

En muchos casos, quienes integran la organización no brindan una asistencia directa, sino que funcionan como nexo entre las personas y los organismos públicos que cuentan con herramientas específicas. Romero menciona como ejemplo la articulación con organismos como la Secretaría de Salud o Región Sanitaria I, que tienen programas destinados a personas con celiaquía y que pueden brindar apoyo profesional o incluir a los consultantes en planes de asistencia ya existentes. También destacan el trabajo conjunto con los equipos de nutrición de la Municipalidad y con el área de fiscalización encargada de supervisar el etiquetado y los registros de los alimentos elaborados.

El año pasado fue “un año extraordinario”. Acompañaron múltiples actividades, como la exposición Bahía Expone sin Gluten, en la que participaron establecimientos habilitados para la elaboración legal de alimentos aptos. También colaboraron con charlas organizadas por la Secretaría de Salud y promovieron encuentros informativos sobre buenas prácticas de manufactura. Entre las actividades más destacadas, se menciona la visita de la doctora en Química, Verónica Dodero, actualmente residente en Alemania, quien ofreció la disertación El gluten y sus misterios, en la Universidad Nacional del Sur, para profesionales y público general.

Pese a que este año comenzó “muy lentamente”, aseguran que el trabajo no se detuvo. “El trabajo de las hormiguitas a veces no se ve”, expresó confiada la presidenta de Acela Bahía Blanca, asegurando que continúan planificando, respondiendo inquietudes y buscando nuevas formas de brindar apoyo desde el conocimiento, la experiencia y la capacidad de orientar a cada persona según su necesidad.

Autor: Redacción Ecodías