«¿Soy un malvado alguna vez o todas
las veces soy bueno? ¿Quién despierta al sol cuando duerme sobre su cama
abrasadora? ¿No ves que florece el manzano para morir en la manzana? ¿Conversa
el humo con las nubes?» son algunos de los interrogantes del Libro de las
Preguntas de Pablo Neruda, que se desperezó entre los pequeños que fueron a
filosofar a la Biblioteca Rivadavia.
“Filosofía con niñ@s” empezó el sábado 8 de abril, una propuesta que se
inició en el año 2012, un trabajo de continuo invitar a pensar a niñas y niños
en edad escolar. «Se hace el segundo sábado de cada mes, de 10.30 a 11.50
horas», cuenta a EcoDias su coordinadora, la profesora María José
Montenegro.»El taller de filosofía es un espacio donde nos sentamos en
ronda, los chicos y yo, en esa noción de poder mirarnos a la cara, de poder
vernos los gestos, de poder estar atentos a lo que está pensando o está por
decir el otro» cuenta la docente.
Incentivos
«Hay un disparador, en el caso de este sábado trabajamos con el Libro de
las Preguntas de Pablo Neruda. Se tomaron algunas preguntas y a partir de ellas
estuvimos pensando algunas respuestas. También se puede usar la modalidad de
repreguntar, se pueden usar esas preguntas para imaginar ´que pasaría si´, la
posibilidad de otra respuesta, trabajamos con escuchar al otro, con ver otras
posibilidades o pensar muchos supuestos. Una cuestión que tratamos es si las
sirenas existían o no existían, y el tema era que algunos decían que no existen
porque son seres de los cuentos. Entonces repreguntar sobre por qué se tiene
ese conocimiento, y uno de los presentes aseguró que era porque el padre se lo
dijo, a lo que seguimos preguntando cómo el papá lo sabe o los tiburones
existen, sí, por qué sabes que existen, y algunos responden porque los vimos en
la tele y ahí seguimos: ¿todo lo que se ve en la tele es cierto o verdadero?.
El disparador va variando, «a veces puede ser un libro, a veces un video,
utilizo los recursos de la biblioteca para contagiar sus lecturas».
Esta propuesta de hacer filosofía con niñas y niños está pensada para hacer en
la escuela «y se hace en las escuelas, el ámbito de la biblioteca es
diferente porque la ronda se arma ahí y muchas veces los chicos no se conocen,
hay algunos nenes que vienen porque tienen filosofía en su escuela y les gusta
lo que trabajan, otros vienen porque les parecen interesante o porque vienen a
ver qué pasa en la biblioteca el sábado. El año pasado había chicos que venían
casi todos los sábados, también es complicado tener una continuidad en los
temas del taller, el grupo se arma espontáneamente y eso hace cada nuevo
encuentro sea una incertidumbre también en ese sentido». Montenegro
destaca que esta modalidad la ha llevado a replantearse si es necesaria una
inscripción de interesados, «pero descarté la idea porque me parece que se
puede entender como una obligación y no como una oportunidad de pensar con
otros, el deseo de preguntar, el deseo de saber otra cosa o el deseo de
escuchar».
Mejor, incomodidad
«Hay una frase que dice: la incomodidad intelectual pero en la comodidad
afectiva, o sea que van de la mano, me tengo que sentir cómodo en la ronda, que
puedo decir, pensar, hablar, que puedo estar en desacuerdo pero con la
incomodidad de que hay otra cosa, lo intelectual, lo que puedo pensar de otra
manera o lo que hasta ahora no había pensado».
Una experiencia de compartir distinta fue la de armar rondas de adultos con
chicos. «Han venido pequeños con sus padres, adultos solos porque querían
ver cómo era la dinámica de hacer filosofía». Esta propuesta se realiza
una vez por año. «Al principio fue sumamente raro compartir la ronda,
aunque en el taller nunca tienen las puertas cerradas para los adultos. Las
reacciones fueron diversas, ´nunca había pensado en eso´o ´hacía tiempo que no
pensaba en esto´, por un rato sentirse como niños, salir de la superioridad o
del yo sé. Incluso a mí me pasa, les digo al sentarme a la ronda, no sé estas
respuestas, ¿me ayudan a pensar? Y las investigamos juntos. También he invitado
a alguna compañera del proyecto Filosofía en la escuela, para que coordine la
ronda conmigo».
«Otra propuesta muy buena es la que hicimos para conocer los ruidos de la
biblioteca. Contamos con el apoyo y asesoramiento de Sonoteca Bahía Blanca,
armamos una indagación que nos permitió trabajar con los sentidos, con lo que
escuchamos, con lo que podemos conocer, con lo que no podemos conocer, con lo
que descubrimos cuando cerramos los ojos, fue super rica e interesante».
Respecto a la visión que se tiene de la filosofía, Montenegro apunta que
«hay una mirada desde lo académico, serio y aburrido y tenemos que
desterrarla. Todos podemos filosofar, todos nos hacemos preguntas, la idea es
qué hacemos con ellas tanto los chicos, como los adolescentes o los adultos. Y saber
que no existe la respuesta, la respuesta acabada».
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