“Tenemos esperanza de terminar este año”, afirmó la presidenta de la organización, Daniela Saporito. La Fundación surgió hace 12 años con el impulso de un grupo de estudiantes del Instituto Pedro Goyena. La meta era habilitar un espacio artístico y recreativo para jóvenes y personas adultas con discapacidad para promover la inclusión y la convivencia.

En el mes de abril del año 2010, se realizó la primera reunión con quince personas presentes, de las cuales diez pasaron a formar parte de la comisión, en el consultorio de la terapista Inés Barberio. Ese mismo año, iniciaron las actividades en el quincho del Nono Enio, abuelo de unas de las jóvenes que concurría a la fundación. En el 2011 les prestaron un espacio en Cáritas Bahía Blanca, ubicado en Rodríguez 78, y desde el año 2013 están en Laprida 344, lugar que brinda Cristina Moya. En paralelo al desarrollo de actividades, en 2012, la Municipalidad les donó el terreno para la construcción de su sede propia.

Ritmos

En estos últimos años la finalización de la construcción fue un poco despacio dado el contexto de pandemia. “En estos dos últimos años no hemos podido realizar actividades, por lo cual los ingresos económicos han sido mínimos para pagar los gastos fijos de la Fundación. Tenemos una comisión directiva que se encarga de todo lo administrativo y de la construcción, con mucha colaboración de los voluntarios, las familias y la comunidad”, añadió Saporito.

En sus redes sociales, muestran los avances de la construcción: “Una vez más queremos compartir con nuestra querida comunidad toda la alegría y emoción que sentimos porque de a poquito, con todo el aporte de ustedes, vamos terminando la funda”, publicaron con imágenes de la pintada exterior. “Gracias César y Fernando que nos donaron toda la mano de obra. ¡Gracias a toda la gente que nos acompaña! ¡Seguimos!”, cerraron.

Planifican actividades específicas para llevar adelante durante este año, entre ellas los talleres abiertos a la comunidad.

Autor: Redacción Ecodías