El presidente de La Riojana Cooperativa Vitivinifrutícola de La Rioja Ltda., Alfredo Capece, brindó un panorama preciso sobre el funcionamiento de la entidad, su rol en la comunidad y el complejo momento económico que atraviesa la vitivinicultura argentina.

“Somos una empresa consolidada en el mercado nacional e internacional, exportando desde 1995 a quince países con certificaciones que nos permitieron abrir nuevas oportunidades”, explicó Capece. Pero también reconoció que, a nivel nacional, la actividad enfrenta uno de los períodos más críticos de las últimas décadas.

En la Argentina, el consumo de vino cayó de los tradicionales 90 litros per cápita de los años 90 a cifras inéditamente bajas. Este año, algunos meses marcaron apenas 12 litros por habitante. La pérdida del poder adquisitivo, los cambios de hábitos de consumo y restricciones vinculadas al alcohol impactaron de lleno en las ventas.

A esto se suma un escenario donde los costos productivos -energía, combustibles, mano de obra- crecieron sin pausa, mientras que el valor de la uva y del vino permanece estancado desde hace más de un año y medio. “Se hace muy difícil sostenerse cuando los insumos se disparan y la materia prima sigue con el mismo precio”, lamentó el cooperativista.

El dirigente también destacó el compromiso del cooperativismo para enfrentar estos desafíos: arraigo territorial, trabajo asociativo y una visión optimista que nace de la propia lógica del productor. “El productor siempre piensa en la cosecha que viene, aunque haya golpes climáticos o económicos. Y con esa mentalidad seguimos, adaptándonos a lo que pide el consumidor y al mundo que cambia rápido”, señaló.

Una parte esencial del crecimiento de la entidad estuvo vinculada a la certificación de comercio justo obtenida en 2006. Gracias a ella, cada litro exportado genera una prima que se destina exclusivamente a proyectos de impacto social. Esos fondos permitieron, entre otras acciones, llevar agua potable a un pequeño poblado, construir una escuela agrotécnica hoy gestionada por la Universidad Nacional de Chilecito y desarrollar un centro de salud que asiste a las comunidades rurales de la zona. “El cooperativismo también es eso: mejorar el lugar donde vivimos”.

En el plano comercial, la entidad continúa expandiendo su presencia con líneas de vinos como Tilimuqui -marca asociada al pueblo donde la Cooperativa impulsó las principales obras sociales-, Santa Florentina, Raza Argentina y nuevas propuestas con menor graduación alcohólica que buscan acompañar las preferencias actuales. Incluso adelantó una primicia: la reciente llegada al país de un contenedor de vino desalcoholizado que la Cooperativa comercializa en Europa, para ofrecerlo también en el mercado local.

“Necesitamos que la economía argentina dé señales positivas”, afirmó Capece, con esperanza, pero también con la firmeza de quien conoce el esfuerzo diario detrás de cada vendimia. Mientras tanto, la Cooperativa continúa afianzada en su misión: transformar el trabajo de cientos de familias productoras en vinos y aceites que cruzan fronteras, al tiempo que sostienen el desarrollo de las comunidades riojanas.

Autor: El Portal de las Cooperativas