Nacido
en la ciudad de Punta Alta, sociólogo, docente y miembro de la CPM, Fortunato Mallimaci
disertó en el Salón de Actos de Alem 1253, en oportunidad de los actos por el
Día de los Derechos Humanos de la casa de estudios.
El
sociólogo y docente Fortunato Mallimaci, nacido en la naval Punta Alta y
militante estudiantil en la
Bahía Blanca de los años ’70, fue uno de los disertantes que
prestaron su evocación en el Salón de Actos que la Universidad Nacional
del Sur (UNS) posee en el predio de Avenida Alem 1253 de nuestra ciudad, en
oportunidad de conmemorarse el 3 de abril pasado el Día de los Derechos Humanos
en el ámbito de la casa de estudios.
Tal como reseñó EcoDias en ediciones anteriores, la fecha fue instituida por el
Consejo Superior Universitario (CSU) en homenaje al estudiante y militante
comunista David “Watu” Cilleruelo, asesinado en los pasillos de la UNS el 3 de abril de 1975 por
un guardaespaldas del entonces interventor Remus Tetu.
Además de Mallimaci, integraron el panel el director de la Biblioteca Nacional
Horacio González, el rector de la UNS Guillermo Crapiste, el ex fiscal y
copresidente de la
Comisión Provincial por la Memoria (CPM) Hugo Cañón y el director del Espacio
por la Memoria
“Haroldo Conti” Eduardo Jozami.
En su alocución, Mallimaci recordó en primera persona las vivencias de los
grupos estudiantiles en los años que marcaron el comienzo de la génesis de un
nuevo proyecto de país y universidad y la posterior irrupción del Terrorismo de
Estado que cercenó los procesos de cambio mediante una feroz y clandestina
represión, instaurada incluso antes de producirse el último golpe cívico
militar.
Siempre fuimos compañeros
Mallimaci comenzó su intervención recordando a su compañeros de estudios y
militancia con que “tantas veces nos encontrábamos en la década del ’70 para
reflexionar un poco sobre qué pasaba en la ciudad, en el país y sobre todo qué
hacer en una Universidad, nuestra Universidad, mi Universidad: al fin y al cabo
estudié más años Ingeniería Química aquí que todo lo que (posteriormente) hice
de Sociología”.
En opinión del sociólogo puntaltense, el homenaje a “Watu” es extensivo a
“todos aquellos que, en la década del ’70, creyeron que se podía construir otro
tipo de país y de sociedad. Creíamos, porque era un tema de creer, que era
posible hacer algo distinto, y era posible entonces también re- crear
esperanzas en este lugar”.
“Claro que me parecía importante hacer este homenaje a Watu. Un homenaje a un
compañero de lucha, a un compañero con el cual juntos denunciamos explotaciones
e impunidades. Juntos, él desde la Federación Juvenil
Comunista y nosotros desde la Juventud Universitaria Peronista, otros desde la Juventud Radical,
el Partido Obrero, el Partido Comunista Revolucionario o el peronismo de base,
tratamos de recrear en este espacio de Bahía Blanca y la Universidad la
posibilidad de transformar a la
Universidad y a nuestra sociedad”, agregó.
“En eso es importante recordar, porque hay una simbología muy importante con lo
de Watu, que en 1974 hubo elecciones en todos los centros de estudiantes de
esta universidad. Elecciones en las que participaron miles de personas. Es
decir que podíamos, en 1974, recorrer los cursos, hablar, reunirnos, juntarnos.
No había elecciones desde 1966”,
evocó.
Los comicios resultaron ampliamente favorables a la Juventud Universitaria
Peronista, aunque también obtuvieron una buena representación los sectores
comunistas y radicales. “Como sucede en los proyectos políticos de largo
alcance y en acuerdo con otras agrupaciones, para no ser sectarios” la
conducción de lo que se llamó Federación Universitaria por la Liberación Nacional
del Sur le fue otorgada a la Federación Juvenil Comunista.
El problema: la falta de información
“Cuando llegó Remus Tetu, dijimos: hay que oponerse y resistir esa
intervención. Marchamos a Colón 80. Varios de nosotros fuimos denunciados por
haber secuestrado y privado de la libertad a algunos de los docentes que
estaban allí, algo que luego la revista Gente
difundió y más tarde algunos jueces sacaron a relucir como el famoso ‘plan
terrorista e ideológico para la
UNS’”, rememoró Mallimaci.
“Junto a Watu y tantos otros denunciamos el control mediático que ejercía y
ejerce La Nueva Provincia.
Sabíamos que en nuestra ciudad su rol era importante y no había posibilidad de
quebrar ese monopolio”, agregó antes de recordar, como metáfora que “le tiramos
cantidad de piedras a los vidrios de La
Nueva Provincia y jamás se los pudimos romper”.
“Es cierto que esa ideología católica, militar, que sigue diciendo que el 24 de
marzo es el Día de los Montoneros, creaba miedo. Y veía subversivos por todos
lados. Por eso ese esfuerzo de sumar para lograr democratizar nuestra
Universidad. Nos acompañaban docentes y trabajadores. Pero también había
profesores que no querían aceptar esos cambios, que querían que esta
Universidad siguiera ese vínculo histórico y privilegiado con la Marina”, apuntó.
El sociólogo -que integra también la
CPM y fue quien introdujo el concepto de dictadura “cívico
militar religiosa”- subrayó asimismo que uno de los problemas de entonces y de
ahora es la falta de información, ya que algunos de aquellos elementos
reaccionarios “siguen hoy dirigiendo juventudes, o gremios, o partidos”.
Dos preguntas y los Falcon como imagen
“El día que lo mataron a Watu fuimos, nos juntamos de hacer algo, con
miedo, con pánico. Hay una pregunta: ¿por qué no pudimos evitarlo? O más: ¿cómo
era posible que la comunidad universitaria no fuera capaz de reaccionar, de
decir basta? Porque no se puede aceptar que a alguien se lo mate o le pongan
una pistola en la cabeza”, marcó.
Al velatorio del estudiante asesinado “fuimos muy poquitos. El terror recorría
aulas, calles, fábricas. Son esos Falcon, que el otro día se descubrieron en la Base Naval de Puerto
Belgrano”, ilustró.
“En ese clima, lo que se buscaba era que el escarmiento se expandiera por el
resto de la sociedad. Y ese silencio fuera impune hasta la eternidad. Porque
esa era la idea”, añadió. “Y es cierto, ese miedo, esa amenaza, nos fueron
carcomiendo los huesos y a algunos hasta les carcomió el alma, porque dijeron
‘no podemos hacer nada, se acabó’”, refirió.
Para ilustrar el clima de impunidad que se vivía en la época, reveló el diálogo
entre el artista plástico Jorge González Perrín y el titular de la Comisaría 2da., que lo
detuvo apenas tres días después del homicidio de Watu. “¿Ustedes saben que
acaban de matar a un estudiante?”, le preguntó González Perrín. “Sí, ¿y qué
problema hay?”, respondió el policía.
“Por eso recordar, hacer memoria, sigue siendo fundamental. Pero también nos
muestra heridas abiertas en nuestra comunidad y que es necesario que avancemos.
Hacer este homenaje significa poner nombre y apellido de aquellos que apoyaron
a Remus Tetu, los que fueron sus cómplices en los cargos y Departamentos, para
que llegue a ellos la sanción que una comunidad universitaria éticamente debe
producir”, puntualizó.
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