Fue una usina eléctrica, hoy es un edificio curioso a la orilla de la ría que
atrae paseantes y admiradores, también una deuda pendiente de recuperación.
Qué historias cuenta este castillo, es una buena pregunta para reconocer la
existencia de este edificio de atractivo arquitectónico. Construido en 1932 por
Ítalo Guiseppe Molinari,
tiene la presencia de un castillo medieval, el trabajo de diseño fue realizado
por el arquitecto a pedido de la Compañía General de Obras Públicas, y bajo
este estilo realizó otros trabajos de construcción, uno muy destacado y
actualmente conocido como la Usina del Arte, en La Boca.
¡Se hizo la luz!
“Se concede a la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad la autorización para
producir, introducir, transportar, distribuir y vender energía eléctrica
destinada al alumbrado público y particular, fuerza motriz, tracción y
cualesquiera otros usos y aplicaciones de la misma en el territorio del
Municipio, para uso dentro y fuera del Partido de Bahía Blanca y el uso de
todas las calles, caminos, plazas y puentes públicos para la colocación de
postes, cables y demás dispositivos y aparatos que se necesiten para la
explotación de ese servicio”. Este es el texto de la ordenanza que habilitó un
nuevo suministro de energía para la ciudad. La ex usina Gral. San Martín no fue
la primera en realizar la tarea en nuestra ciudad, durante la década de 1920,
las empresas ferroviarias inglesas generaban la electricidad para abastecer a
las empresas portuarias, dos de ellas se encontraba instalada, por supuesto, en
Ingeniero White y funcionaron a partir de 1902 y 1908, otra en Brickman y
Donado, habilitada en 1907 y en Loma Paraguaya, a partir de 1910, en este
último caso surgió el aporte al alumbrado público y la provisión a algunos
domicilios. “En 1924, cuando la
empresa Ferrocarril Sud adquirió los bienes del Ferrocarril Bahía Blanca al
Noroeste, concentró sus actividades en el transporte ferroviario y en las
exportaciones portuarias, abandonando los servicios urbanos de electricidad,
gas y transporte tranviario que gestionaba a través de empresas subsidiarias”,
cuentan los archivos de Ferrowhite Museo Taller.
La Compañía Ítalo Argentina de Electricidad se instaló en la ciudad, y
mantendría una concesión mínima de 20 años, con términos máximos de 50 años. En
1929, la Empresa Eléctrica Bahía Blanca, filial local, compró un terreno de más
de 13 metros cuadrados en la costa de la ría. La empresa de construcción había
comenzado con el relleno del lugar, donde se colocaron 700 pilotes de hormigón,
ganando terreno al mar. La usina bajo el nombre Gral. San Martín suministró
energía a elevadores, muelles y “también para que encendieran cada una de las
lamparitas, las heladeras, las planchas, las radios y los televisores que
fueron poblando los hogares de Ingeniero White, de Bahía Blanca, e incluso, de varias
localidades de la región”. Generó 15 mil kilovatios, cantidad que triplicaba la
capacidad de la usina de Loma Paraguaya, por eso se la llamaba la “súper
usina”, su puesta en marcha fue el antecedente de un monopolio de 16 años.
¡Al mango!
“Un repaso a las memorias de la empresa, permite advertir que, si bien con
tendencia a la baja, el gran cliente de la usina durante sus primeros diez años
de existencia continuó siendo el propio ferrocarril inglés, que mantenía bajo
su dominio el manejo de muelles y elevadores”, por lo tanto, aún no se atendía
a la población con lo suministrado.
El 15 de noviembre de 1948, el ministro Raúl Mercante, encargado de Obras
Públicas preside el acto de toma de posesión de la usina, la expropiación llegó
con indemnización para el grupo inversor. “A partir de ese momento, el castillo pasó a depender de la Dirección de
Energía y Mecánica de la provincia de Buenos Aires (DEMBA) y su nombre
‘Ingeniero White’ fue reemplazado por el de ‘Gral. San Martín’”, rezan los
archivos. La población ya ascendía a más de 100 mil habitantes, por lo tanto,
las demandas eléctricas crecían, y la usina pasó a tener un papel preponderante
para los ciudadanos, ya que pasó a producir un servicio para la vida doméstica.
En 1954, el edificio logra su máxima entrega de
electricidad, por lo tanto, incorpora una nueva turbina de 15 mil kilovatios.
Lo que llegó después fue la ampliación, involucró ocho años de planificación y
concreción, en 1962 se inauguraron tres calderas, dos turbinas, se habilitaron
laboratorios de agua y aceite y el taller regional de reparaciones, sede actual
de Ferrowhite Museo Taller.
Sobre fines de 1960, los
habitantes que obtenían el servicio eran 430 mil, más de 17 localidades
involucradas, las exigencias crecían aún más, cualquier inconveniente dejaba
sin energía durante horas a muchas localidades.
“A pesar de las mejoras y ampliaciones, los problemas de abastecimiento no
desaparecieron. Por eso, y ante la perspectiva de la creación de un polo
petroquímico que, evidentemente, incrementaría el consumo energético, a
principios de la década de 1970 se empezó a considerar la posibilidad de
construir una nueva central”. Dos proyectos fueron evaluados, uno era la
instalación de una usina nuclear y otro, la creación de una central térmica,
que aprovecharía el carbón producido en Río Turbio. Eran tiempos de dictadura,
en 1978 se confeccionaron los pliegos para la instalación de la usina
Comandante Luis Piedra Buena, hecho que se logró en 1988.
La aparición de una significó el cierre de la primera, el 28 de diciembre se
apagó la gran usina. Varias idas y vueltas, dieron esperanzas de reactivación,
hasta que en 1999 comienza el desguace y remate de las maquinarias y
herramientas. El desprolijo proceso dejó al lugar sumergido en asbesto,
contaminado y abandonado. En el año 2002 es declarado “Monumento Histórico
Nacional”, según el artículo 2 de la ley 25.580, el destino de la sede es
convertirse en “un establecimiento de un polo cultural, donde se expresen todas
las manifestaciones del arte nacional promoviendo así el desarrollo social y
cultural del lugar y su zona de influencia”. Posteriormente, es declarado “Monumento
histórico y bien incorporado al Patrimonio Cultural de la Provincia de Buenos
Aires” por la ley provincial 12.932”. Sin embargo, aún espera que se hagan
realidad su recuperación y resignificación.
GUARDIANES
El taller de mantenimiento y sus galpones anexos fueron conservados y se
convirtieron en sede del Museo Taller Ferrowhite, inaugurado en 2004. La
residencia del jefe de planta también fue rescatada, y se convirtió en La Casa
del Espía, café y espacio de muestra. También se logra la instalación de
guardaparques “Puerto de Ingeniero White” de la Reserva Natural Provincial de
Uso Múltiple “Bahía Blanca, Bahía Falsa, Bahía Verde”, en una de las casas de
bombas. Trabajadores y trabajadoras del Museo ponen manos a la obra y limpian
el terreno próximo a la usina para construir la Rambla de Arrieta, espacio de
recreación, observación de la fauna y la flora marítima y el movimiento
portuario. Con el aporte de la Universidad Nacional del Sur, se aisló un sector
de la ex usina, 200 metros cuadrados de una sala que se encuentra comprometida
con la actividad del Taller Prende, trabajos de serigrafía para pequeños,
jóvenes y adultos.
UN LIBRO CURIOSO
Nicolás Ángel Caputo escribió “El Castillo de la Energía”, publicación que
resguarda la historia de la ex usina General San Martín desde la mirada de uno
de sus trabajadores.
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