Todos los años el Observatorio de Redes de Bahía Blanca realiza actividades en el marco del Día Nacional de la Lucha contra el Grooming, sumado a la Ley Mica Ortega, que crea el Programa Nacional de Prevención y Concientización del Grooming o Ciberacoso contra la niñez.

En esta oportunidad dieron cierre con la licenciada y profesora en Psicología, Soledad Fuster, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quien habló sobre cómo acompañar e intervenir en las situaciones de grooming. Partió el encuentro desde un mito, que tiene que ver con el pensar que el groomer busca siempre el encuentro personal. Esta es una de las posibilidades pero si solamente se piensa bajo esa modalidad, no se puede justificar el incremento del 160% de denuncias por grooming que habla la línea nacional 137 de atención a las víctimas de violencia.

“Si estamos pensando en cómo intervenir las situaciones de grooming, lo primero que tenemos que saber es de qué hablamos exactamente cuando hablamos de grooming”, explicó la profesional, porque entonces en la medida que podamos entender y conocer con claridad de qué se trata este delito en su complejidad, se evitan los mitos, la desinformación que hacen que se incremente la vulnerabilidad y los riesgos a los que quedan expuestos los niños, niñas y adolescentes al utilizar internet.

Cuando se habla de realidad no se puede oponer lo virtual, sino que se tiene que comprender una realidad subjetiva, en primer lugar la que ya se conoce, la que vive cada e identifica a cada persona, pero también se vive y se desarrolla la vida en la virtual. Así como el espacio virtual se constituye como un escenario de oportunidades, el groomer es un agresor sexual que utilizan las plataformas tecnológicas para captar a las víctimas con muchísima más facilidad de una manera simultánea, pudiendo someterlas y manipularlas bajo diferentes estrategias.

Configuración del grooming

Para poder pensar en formas de intervenir frente a una víctima, hay que tener en claro saber de qué se habla cuando se habla de grooming. El grooming va más allá de un acoso, representa un abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes a través de medios digitales.

Pensar más allá de los mitos, reconocer el delito y sostener la configuración para, efectivamente, poder hacer la denuncia. Existe una configuración de grooming de cuatro componentes: las víctimas, niños, niñas y adolescentes que utilizan internet; el groomer, pederasta digital, persona de 16 años en adelante; la plataforma digital y el contenido sexual.

Durante el período de aislamiento se vio que el 85% de los casos de grooming quedan en la virtualidad, porque el groomer lo que busca en muchos casos es obtener material para la comercialización en redes de la mal llamada pornografía infantil. El groomer utiliza perfiles falsos como verdaderos, son personas desconocidas como también conocidas. Existen personas que establecen un vínculo de confianza y amistad que la sostienen durante todo el vínculo, entonces durante todo este tiempo la víctima no se identifica como tal ya que confía en el agresor, generando este una dependencia emocional.

También puede suceder que se genere el ghosting, cuando el agresor desaparece, por ejemplo en el mismo momento en que la víctima le mando fotos íntimas. Esto genera que la víctima sienta vergüenza, pero cuando el agresor vuelve a aparecer, la víctima está dispuesta a lo que sea para que esa desaparición no vuelva a ocurrir.

No hay que quedarse con que el grooming tiene fases, el groomer tiene diferentes métodos de captación, diversos modus operandis y una configuración del grooming donde tienen que estar presente los cuatro componentes anteriormente mencionados para poder hacer las denuncias.

Cómo ayudar en casos de delito digital

El medio por el cual se ejecuta el grooming es virtual pero las consecuencias no son digitales, impactan sobre la realidad, la subjetividad de la víctima, genera sentimientos traumáticos y puede llegar a causar daños psíquicos. Las consecuencias pueden ser psíquicas, físicas, conductuales, emocionales, sexuales, sociales e incluso la muerte misma.

Para comenzar a intervenir en una situación de grooming hay que tener en cuenta que se debe resguardar la evidencia digital del agresor, como nombres de usuarios, números telefónicos, capturas de pantalla, links o audios, ya que entre toda la información falsa que pueden llegar a ofrecer, algo puede ser verídico. Esto tiene que ver también con no borrar ningún material que pueda servir de prueba.

Preservar la configuración del delito, quiere decir que es entendible que los padres quieran tomar justicia por mano propia o hacerse pasar por su hijo, ante el agresor, para frenar la situación pero cuando esto sucede, hace caer el delito de grooming, recordando que existe el grooming cuando hay un niño, niña o adolescente y un groomer del otro lado; y si del lado de la víctima no hay más un niño, no hay más delito, garantizando su impunidad.

La reducción de riesgo de estas situaciones tiene que ver con no bloquear, no escrachar, porque se tiende a proteger a otro contando la información que se sabe del agresor, pero lo negativo es que también se le está avisando al groomer que fue descubierto, garantizando de nuevo su impunidad. Las denuncias se reciben en las fiscalías o en las comisarías de la mujer.

Contener a la víctima implica una escucha respetuosa, sin hacer preguntas de por qué lo hizo. Tener empatía, ya que muchas veces la víctima se reconoce como tal y genera una gran frustración, angustia, desesperación, culpa, vergüenza. Además, las víctimas no siempre quieren y pueden hablar, no se animan a contar los detalles de la situación. Escuchar es habilitar el diálogo. No hay que pedir detalles, ya que eso es revictimizante.

Autor: Redacción Ecodías